Siguiendo esta versión de que no se movió de donde los visigodos la cobijaban, entonces, como también pudo ser ese lugar Jaén o Martos, quizás estuvo y esté en alguna galería subterránea o cueva de estas dos cercanas ciudades, ambas con alta peña, secretos pasadizos y cuevas de los que se sabe su existencia, y leyenda de lagarto o dragón que se cobija en ellas quizás protegiendo un tesoro como es típico de sus leyendas.
Otras populares tradiciones cuentan que estando la Mesa en Toledo, los godos la sacaron de allí y la llevaron a otro lugar, a Medinaceli (Soria), por eso fue llamada Medina Talmeida, "Ciudad de la Mesa", y Medina al Shelim, "Ciudad de Salomón", de donde viene su nombre. O en la ermita de San Baudelio de Berlanga (Soria). O en Alcalá de Henares (Madrid), donde fue encontrada por Tariq tras pasar por el Monte Zulema o Gebelculema, es decir, el Monte de Salomón. O al noreste de Guadalajara, a donde Tariq llegó tras pasar el desfiladero de Torija (que quizás provenga, según algunos, del nombre de este caudillo), llegando a Zafatán y a “Al-Mayda”, “la mesa”.
Estuviera en Toledo o en alguna población o santuario cercano intentándola ocultar de los musulmanes, la versión inicial que comentaba cuenta que fue encontrada por ellos, y entonces empezó una disputa por su posesión entre los caudillos árabes Tariq y Muza. Unos dicen que la ocultaron, uno u otro, en algún lugar de los dichos anteriormente o próximos, para intentar quedarse con ella secretamente, pero otros opinan que el califa de Damasco, al que debían pleitesía, reclamó la preciada Mesa de Salomón, con lo que con una nutrida escolta fue puesta en camino hacia algún puerto andaluz para embarcar hacia oriente. La guarnición cruzó tierras manchegas, pasó Sierra Morena y llegó hasta tierras andaluzas, a la actual provincia de Jaén, y, cuenta un texto de principios del siglo pasado, que una noche pernoctó en el cenobio cristiano de Giribaile, donde fue atendida por los monjes que allí había; pero estos, sabedores del preciado objeto que llevaba, les dio a los escoltas junto a la comida y bebida un narcótico que les hizo no despertarse en toda la noche para así quitarles la Mesa. Los monjes llevaron la Mesa hasta Ossaria, un municipio jiennense que es actualmente Martos, Torredonjimeno y Jamilena. Un abad de Giribaile ocultó la Mesa en el santuario de San Nicolás en Ossaria y escribió a los obispos Totila y Rufinus, custodios de la Mesa en Toledo y conocedores del Shem Shemaforash, avisándoles para que fueran a Ossaria para continuar su labor de guardianes. Unos años después, en una guerra civil entre musulmanes, el santuario de San Nicolás fue destruido y los dos obispos y su comunidad tuvieron que irse. Totila al convento de La Negra, en Fuensanta de Martos, y Rufinus a Arjona, donde fundó una ermita de San Nicolás. No se sabe si la Mesa les acompañó y se la llevaron a uno de estos dos lugares, de todas formas al poco tiempo los árabes los expulsaron de nuevo, con lo que Rufinus se fue a Monte Sión, en Chiclana de Segura, y Totila peregrinó al monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí (Egipto), aunque murió por el camino. De esta forma, el abanico de posibles lugares de la provincia de Jaén en los que la Mesa pueda estar se hace muy grande, al que hay que sumar la posibilidad de que fuera trasladada a la ciudad de Jaén, en alguna galería oculta sobre todo debajo de la catedral, como se suele considerar; en la catedral, José Moreno encontró durante la Guerra Civil unos legajos entre los cuales figuraban una lista de “los que buscaron la cava”, es decir, una serie de nombres de los que buscaron una cueva donde se hallaba la Mesa de Salomón.
Destacados personajes han estado implicados en la historia de la Mesa en estas tierras del Alto Guadalquivir, con los caballeros calatravos siempre presentes de una manera u otra. Un fraile templario llamado Petrus Verginus (Pedro Bergino) la buscó mandado por su orden a principios del siglo XIV, estableciéndose en el desaparecido monasterio de Monte Sión, dejando inscrita cerca una gran piedra con símbolos que se relacionan con la Mesa de Salomón, la conocida como Piedra del Letrero, ya destruída, pero que fue objeto de estudio durante siglos por otros buscadores. Obispos como Nicolás de Biedma (s. XIV), Alonso Suárez de la Fuente del Sauce (s. XVI) o Baltasar Moscoso y Sandoval (s. XVII) están muy implicados en esta historia. Sociedades secretas españolas y extranjeras se han interesado vivamente en el tema, destacando la logia de los Doce Apóstoles, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, formada por destacadas personalidades españolas y extranjeras que hicieron de la búsqueda de la Mesa su objetivo; esta logia es conocida por las notas dejadas por José Moreno en la catedral de Jaén y por los documentos de RILKO en la British Library. En sus actividades salen a relucir lugares todos de Jaén como La Iruela (cerca de Cazorla), la ermita de Santa Potenciana (Villanueva de la Reina), Espelúy, la Piedra del Letrero en Chiclana (donde estuvo el obispo Rufinus y el templario Petrus Verginus) y especialmente Arjona, en donde se les relaciona con el santuario de los Mártires san Bonoso y san Maximiano, enigmático templo que el obispo Moscoso y Sandoval mandó construir en el solar de la antigua ermita de San Nicolás, la del antiguo obispo guardián Rufinus. Esta logia fue la que hizo en 1912 la conocida como “lápida templaria” de Arjona, una de las doce que inicialmente se hicieron y que tan famosa ha hecho Juan Eslava Galán; estaba en la cripta del barón de Velasco (perteneciente a la logia), en la iglesia de San Juan en Arjona, y ahora se encuentra en el Ayuntamiento de esta localidad. En ella aparece un diseño geométrico en el que quizás se reproduzca lo que había en la Mesa de Salomón.
Ya se había disuelto la logia de los Doce Apóstoles cuando en 1926 se encontró algo excepcional: en una finca cercana a Torredonjimeno (junto con Martos, la antigua Ossaria) un campesino halló un tesoro visigodo formado por coronas, cruces y otras piezas; en algunas de ellas aparecen inscritas los nombres de Trutila y Rovine, los nombres germanizados de Totila y Rufinus, los dos obispos guardianes de la Mesa de Salomón…