Si la ibera y romana Orongi/Oringi/Auringi/Aurgi, es decir, la actual Jaén, fue una ciudad sagrada, muy posiblemente tuvo que estar dedicada a alguna deidad femenina, una Diosa Madre, relacionada con el agua y la tierra, y a un mítico animal asociado a ella, la serpiente-dragón. Un gran mosaico romano hallado en una tumba de Marroquíes Altos muestra a la diosa acuática Tetis rodeada de diversos animales marinos, destacando los dos que la escoltan, dos dragones con aletas de pez. Jaén de siempre ha sido famosa por sus numerosas aguas que, siendo en buena parte subterráneas, brotaban de las cuevas y peñas, siendo la fuente más importante la de la Magdalena, y corrían en varios riachuelos hacia el noreste donde llegaban a formar una laguna, zona esta conocida ahora como Marroquíes Bajos, lugar donde se ha encontrado la ciudad circular de la Edad del Cobre en la que el agua era protagonista con sus seis fosos concéntricos al estilo, digámoslo así, atlante, pues es muy parecida a como Platón describió la ciudad de Atlantis, la capital del reino del dios Atlas. Como he dicho, y es bien conocido, la principal fuente de la ciudad es la de la Magdalena (santa que evoca a la iniciación de la diosa); es el nacimiento de aguas en el que la leyenda mítica del lagarto-serpiente-dragón se sitúa, pues allí, en la cueva por donde mana el agua se cobijaba la bestia, en las entrañas del monte de Santa Catalina, santa cristiana que muy posiblemente es un sincretismo con la diosa Hécate (Ekaterina-Catalina), la poderosa y sabia diosa triple: del inframundo, la superficie-naturaleza y el cielo (Luna). Pero la leyenda del lagarto de Jaén incluye al héroe que con valentía y audacia lo vence, lo que nos lleva a las leyendas míticas que tan famosas hicieron los griegos y los romanos, sobre todo las de Heracles/Hércules, que es el que vence al dragón Ladón del Jardín de las Hespérides. Es curioso que las bellas hermanas Hespérides fueran las hijas occidentales de Atlas, que fueran tres (como otras ninfas) compartiendo la naturaleza triple de la esotérica Hécate - santa Catalina, y que en Jaén exista una coplilla de origen medieval, "las tres morillas", que hace entender que eran tres hermanas a las que les robaban aceitunas y manzanas, semejante al mito del robo de las manzanas de oro por parte de Heracles en el jardín que habitaban las Hespérides y que guardaba el dragón, el cual tuvo que ser matado por el héroe griego. Precisamente la constelación con la que se recuerda a este dragón es la que se refleja en la configuración de los templos del casco antiguo de Jaén, como tuve la fortuna de descubrir. La simbólica cabeza del dragón sería la Catedral, en cuyo solar hubo posiblemente un gran dolmen dedicado a la Diosa Madre triple por el que pasaban las aguas del raudal conocido a partir de la Edad Media como de Santa María; las aguas siguen pasando por debajo del templo y se dice que todavía es posible que en los subterráneos existan restos del dolmen.
Escudo de la Catedral de Jaén, en donde la Virgen María con el Niño, la Diosa Madre, está encima del dragón y la ciudad de Jaén con su monte de Santa Catalina.
Por tanto, tenemos en la Magdalena un lugar sagrado alrededor de un gran manantial de agua con leyenda mítica de héroe que vence a una bestia. Este paraje se sabe que era venerado en época romana, lo que quiere decir que antes ya lo era, pues los romanos respetaban en gran medida los lugares de culto de los indígenas, es decir, los iberos.
Cuando pensamos en héroes que vencen a diversas bestias en el mundo ibérico, en Jaén tenemos que tener en cuenta dos santuarios: Cerrillo Blanco (en Porcuna) y El Pajarillo (en Huelma). Se trata de dos de los sitios más destacados de la arqueología ibérica por sus magníficos grupos escultóricos y los dos son sitios donde han aparecido escenas de lucha de un guerrero con un animal, a diferencia de otros santuarios iberos de la provincia en donde solo se han hallado exvotos.
Cerrillo Blanco se encuentra a unos 3 kilómetros al norte de Porcuna, la que fue la importante población ibera de Ipolka/Obulco. Se trata de una necrópolis en la que se encontró enterrado el mayor conjunto conocido de esculturas ibéricas, ejecutadas con maestría, con muy posible influencia griega, a principios del siglo V a.C. Muestran muchas escenas, pero destacan las figuras religiosas, como la sacerdotisa o diosa con serpiente, y las de guerreros batiéndose entre ellos o luchando con fieras o animales mitológicos, como sucede en la escultura de la Grifomaquia, en la que un héroe lucha con un grifo, ser protector de los lugares sagrados y ocultos.
Grifomaquia, del santuario de Cerrillo Blanco (Porcuna)
El santuario de El Pajarillo se encuentra en el término municipal de Huelma. Se construyó a principios del siglo IV a.C. en lo alto de un pequeño cerro que domina el valle del río Jandulilla junto al cual se encuentra. Se ha interpretado como la puerta de entrada de un territorio controlado por un aristócrata ibero y en él se encontró un magnífico conjunto escultórico, que se situaba en una torre central, que representa una escena en la que un héroe se enfrenta a un gran lobo que parece haber raptado a otro individuo; dos grifos quizás forman parte de la escena escoltándola y dos leones echados seguramente se situaban a ambos lados de la escalera que da acceso a la torre. Delante aparece una superficie cuidada donde todo parece indicar que se realizaban actos rituales mediante ofrendas. El cerrete del santuario destacaba en medio de un entorno que se dice estaba inundado por las aguas del rio, con lo que su apariencia sería más impresionante. El sentido heroico y esotérico es patente y recuerda a los enfrentamientos de Heracles, en particular con el perro Cerbero, guardián del inframundo, junto a las aguas del río o laguna Estigia.
El héroe y la cabeza de lobo del Santuario de El Pajarillo (Huelma), cuya reconstrucción se muestra en el dibujo de abajo.
Si estudiamos la situación geográfica de estos dos importantísimos santuarios heroicos vemos que uno está al oeste de Jaén y el otro al este, de tal forma que si trazamos la línea que los une vemos que esta pasa justo por Jaén, concretamente por la zona sur de Marroquíes Bajos, la ciudad circular calcolítica. Por si fuera poco resulta que no solo es que Jaén esté alineada con los santuarios de Cerrillo Blanco y El Pajarillo sino que además está justo en el medio, pues la distancia que la separa con ambos es de 36 kilómetros, siendo, por tanto, la distancia entre los dos santuarios de 72 kilómetros. ¿Dónde cabe aquí la casualidad? ¿No es mejor empezar a aceptar, aunque cueste a las mentes más ortodoxas, que existe un diseño de geografía sagrada?
De esta manera, la situación de las líneas ley que marcan a Orongi/Auringi/Aurgi/Jaén como un centro sagrado ibero quedaría como se puede observar en el mapa siguiente.
Esto hace pensar que si Jaén fue un lugar sagrado ibero en medio de dos santuarios heroicos entonces también esta ciudad pudo tener su monumento dedicado al guerrero que vence a un animal mítico, en este caso la serpiente-dragón. Seguramente nunca lo sabremos porque será difícil que se encuentren unas esculturas de este tipo tras tanto tiempo y en un lugar tan urbanizado como es la Magdalena o Marroquíes Bajos, pero de haber existido posiblemente representaría una escena muy similar a la de las imágenes de abajo, Heracles contra el dragón del Jardín de las Hespérides...
Heracles, el dragón-serpiente Ladón en el árbol de la manzanas de oro y las tres hespérides, en un mosaico de Liria, Valencia (Museo Arqueológico Nacional), y una crátera griega del siglo V a.C. (British Museum)