Tras unos días contrastando informaciones aparecidas en los últimos meses en algunas de las más importantes páginas webs y blogs independientes y alternativos, y reflexionando sobre lo adecuado de dar a conocer el tema, he decidido publicar este artículo sobre el posible fraude de la teoría del calentamiento global provocado por la actividad humana. La gravedad del asunto y de sus consecuencias lo merece.
El 20 de noviembre de 2009 saltó a algunos medios de comunicación el llamado caso “Climategate”, que ha tenido escasa repercusión en los medios masivos y, por tanto, entre la mayor parte de la gente, a pesar de tener gran importancia; quizás por esto mismo no ha tenido esa merecida repercusión. Parece ser que unos hackers interceptaron emails y documentos de la Unidad de Investigación sobre el Clima (CRU) en la Universidad de East Anglia que descubren la posible falsedad de la teoría del calentamiento global causado por el hombre. En esos emails y documentos se destapan que existen acuerdos secretos para manipular los datos climáticos de forma que la tendencia al calentamiento aparezca como una conclusión inapelable, se ocultan datos que no encajan con la teoría del calentamiento global, se desvelan acuerdos secretos para eliminar del proceso científico a los críticos de la teoría por medio de apartarles de procesos y publicaciones, y aceptando solo a los que estén a favor de la teoría, alegrándose incluso de la muerte de algún escéptico; muchos de los científicos que escriben los emails dudan de parte de lo que postulan, pero ocultan al público sus dudas tras alcanzar acuerdos de no divulgación de otra verdad que no sea la oficial; en sus ocultaciones sobre los datos reales climáticos incluyen los del pasado, como los del Período Cálido Medieval, para que el calentamiento actual aparezca como algo preeminente y único. Además los implicados tenían contactos con los directivos de las empresas petrolíferas, energéticas y algunas de las empresas más contaminantes del planeta, y buscaban en ellas los apoyos financieros necesarios para sostener su actividad.
Después de que quedaran claros los sospechosos actos cometidos por científicos dedicados a amañar los datos climáticos obtenidos, con el fin de que estos avalaran la teoría del cambio climático provocado por el hombre, empleando para ello todos los medios posibles como presiones, coacciones y censuras, salió a la luz un documento de la ONU donde se describen las líneas generales del programa de propaganda, con mención especial para niños y jóvenes, reconociendo, en sus propias palabras, que el mantra del calentamiento debe llegar a ser una especie de nueva religión. El documento revela cómo la elite está reclutando para sus filas a académicos de todo el planeta en un esfuerzo de minar la soberanía nacional que sus programas representan. Un elemento importante del programa incluye “un rol de propaganda intensivo y extensivo de la UNEP que llegue más allá de sus instituciones tradicionales dedicadas al medioambiente, a los niños y la juventud”.
Mientras tanto, sabemos que Al Gore, la cara de la lucha contra el cambio climático producido por el hombre, autor del libro “Una verdad incómoda”, ha sido denunciado por 30.000 científicos por fraude, porque esto es lo que parece ser la teoría y los hechos que defiende, un fraude.
Miles de científicos de todo el mundo han medido las temperaturas en distintos lugares del globo, obteniendo datos muy distintos a los obtenidos por el CRU, de donde sale la mayor parte de esos informes y resultados. Los datos revelan que las temperaturas del planeta no están ascendiendo de forma alarmante y que en todo caso lo vienen haciendo desde 1700, es decir, desde el fin de la llamada Pequeña Edad de Hielo. Por desgracia los científicos “no alineados” no han tenido acceso a la publicación de sus resultados, comunicación a la opinión pública, ni posibilidad de obtener los datos y métodos aplicados en el CRU. Sobre esto último, la posibilidad de contrastar y cotejar datos, hay que decir que el asunto es tan grave como que los correos mencionados muestran con claridad meridiana que los responsables del CRU e implicados en esta estafa comunicaron claramente su intención de destruir los datos antes que permitir que fueran revisados por científicos independientes no adscritos al CRU que los solicitaban constantemente.
Tras saltar el “Climategate”, con todo lo que supone aunque sea prácticamente desconocido por el gran público, comenzó la Cumbre del Clima de Copenhague a la que asisten 12.000 delegados de 197 países. Muchos de ellos llegaron en aviones privados y efectuaron sus desplazamientos en lujosas limusinas de gran cilindrada, se alojaron en hoteles lujosos y disfrutaron de opulentos banquetes. No hubo debate alguno sobre la causa del cambio climático, pues consideran que la única causa son las emisiones de CO2 producidas por el hombre. Simplemente discutieron sobre el CO2 que emitirá cada país a la atmósfera y sobre el intercambio de cupos de emisión por dólares. Lo único nuevo de esta cumbre fue un sometimiento de la soberanía de los países a la ONU con la excusa de la necesidad de leyes y medidas globales para contrarrestar el cambio climático. Para los investigadores independientes este es un paso firme hacia el Nuevo Orden Mundial utilizando nuevamente la estrategia del miedo y la mentira. En el discurso inicial de esta Cumbre se nos dijo que en los próximos años se extinguirán el 30% de las especies animales, nos enfrentaremos a la desaparición de los polos, surgirán nuevas enfermedades y más de 2.000 millones de personas se van a ver afectadas por el aumento del nivel de los océanos… Un apocalipsis que se puede evitar con las medidas globalistas de la ONU y que las grandes multinacionales, incluyendo las petroleras y otras grandes contaminantes, apoyan ahora con fervor, más que por hipocresía por interés económico, pues esas medidas son sobre todo impuestos y restricciones que les benefician. En los primeros compases de la Cumbre surgió la controversia provocada por el “Climategate”, y en un discurso pronunciado en tono grave por el científico indio Rajendra Pachauri, presidente del IPCC, denunció el asunto como un “intento de desacreditar a este organismo premiado con el Nobel de la Paz en 2007”. Como si tener el premio Nobel de la Paz les diera credibilidad absoluta, un premio que no tiene a su vez credibilidad desde hace mucho tiempo, como denuncian muchos, y más desde que Barack Obama lo ha recibido defendiendo la guerra como instrumento para conseguir la paz como precisamente está haciendo llevando más tropas estadounidenses a Medio Oriente.
La Cumbre, decepcionante para la gente que se considera ecologista, ha cumplido con los objetivos que de forma subterránea se proponían las élites, entre ellos el exaltamiento de los movimientos ecologistas que de esta forma piden más medidas y más duras para parar el calentamiento global basados en supuestas consecuencias catastróficas, y que serían, por tanto, asumidas sin muchos problemas por la mayoría de la Humanidad, precisamente lo que quieren los poderes que nos gobiernan.
Al poco de terminar la Cumbre de Copenhague sufrimos en casi todo el hemisferio norte uno de los principios de invierno más duros que se recuerdan, quizás como otros que de forma periódica van presentándose, aunque significativo para los que se cuestionan seriamente la teoría del calentamiento de la Tierra. Algunos científicos piensan que son los inicios de una era glacial, sea esta de más o menos duración, pues además se sabe que el Polo Norte tiene desde hace unos dos o tres años más hielo, dato que también se oculta. Es pronto para ver si se trata de un enfriamiento global provocado por la menor actividad solar constatada, pues son los ciclos solares los que rigen de verdad los periodos climáticos terrestres; habrá que seguir atento a los acontecimientos y los datos que se puedan ir sabiendo. Sería irónico que en vez de estar en el proceso de un calentamiento global estuviéramos empezando una era glacial.