Una puerta abierta a las variadas facetas y misterios de la historia, la religión, la espiritualidad y el conocimiento heterodoxo. Desde los temas locales (Jaén, España) hasta los universales. BIENVENIDOS.
sábado, 31 de diciembre de 2011
LA TECNOLOGÍA IMPOSIBLE DE EGIPTO
jueves, 22 de diciembre de 2011
EL DISEÑO SAGRADO DEL CAMINO DE SANTIAGO. UNOS APUNTES E IMÁGENES PARA LA REFLEXIÓN
Pero Zaragoza no forma parte oficial de la vía principal del Camino, sí de alguno secundario, lo que no quita su fundamental importancia, más oculta que evidente, en esta ruta sagrada.
Otro crismón, como no podía ser menos, centra la portada principal de la pequeña iglesia de Santiago en Roncesvalles, el lugar que encabeza el inicio del Camino francés en España. Por desgracia, está deteriorado pero deja ver sus seis radios, y parece muy similar al de Frómista...
Y Finisterre, el final de la tierra, donde un importante santuario celta hubo en honor al Sol, lo que los romanos llamaban "ara solis". Un lugar privilegiado para observar el ocaso del Sol, cómo este se sumerge y oculta en el horizonte del mar, espectáculo que a los romanos que por primera vez lo vieron les llenó de temor y respeto.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
EL DISEÑO SAGRADO DEL CAMINO DE SANTIAGO
Estos serían los ejes básicos pero hay que tener en cuenta otros lugares fundamentales. Chartres, uno de los sitios oficiales inicio del Camino, estaría en su alineación con Zaragoza a 90º de Padrón, el lugar donde la leyenda cuenta que llegó el apóstol Santiago en barca; y a 63º de Carnac, la gran zona megalítica francesa. Y la línea de París, ciudad también inicio destacado del Camino, estaría a 90º de Muxía, donde la Virgen María se apareció de nuevo a Santiago. De esta manera, se unen Amiens, Chartres y París con los tres sitios básicos del fin del Camino en la costa gallega, Finisterre, Padrón y Muxía, a través del centro que constituye Zaragoza, que además marca los pasos pirenáicos de la ruta en España, Somport - Jaca y Valcarlos - Roncesvalles.
Numerosos son los lugares que parecen seguir los ejes entre Zaragoza y la costa de Galicia, no solo porque estén en la franja que marcan sino porque entre ellos hay muchos que están de forma bastante exacta en la alineación central que se dirige a Finisterre. Unos, al inicio, no forman parte del Camino, por lo menos del oficial heredado de la Edad Media, como Veruela, Ágreda, Valdeavellano de Tera, Salas de los Infantes o Lara de los Infantes. Los demás son sitios del Camino como Frómista, Sahagún, León, Astorga, Ponferrada o El Cebrero. En realidad, todos los lugares del Camino a partir de Frómista siguen, serpenteando, el eje de Zaragoza.
De esta forma, tenemos ya el diseño sagrado básico del Camino de Santiago. Pero hay más detalles que analizar.
Hay poco margen a la casualidad, la probabilidad de que tantos y tan señalados lugares sagrados estén formando parte de este diseño, a base de alineaciones que parecen hechas a escuadra y cartabón, es muy poca. Las preguntas fundamentales para mí son: ¿Quiénes hicieron esto? ¿Cuándo y para qué? Puede tratarse de una ruta iniciática en busca de conocimiento (exterior e interior) que iba desde el este al oeste, hacia la puesta del Sol, hacia el reino de los muertos, de los antepasados de la Edad de Oro. Todo pensado por unos antiguos sabios de hace milenios, quizás hace 12, donde sitúan los datos que tenemos de diversas fuentes antiguas o de estudios actuales el probable final de la civilización madre y el principio de esta en la que vivimos, en una lejana epoca en medio de cataclismos y grandes dificultades. Esos sabios que quisieron salvaguardar y transmitir el conocimiento sagrado fueron los siete Shebtiu y los Shemsu Hor, los maestros herméticos seguidores de Horus... pero esa es una historia muy larga y complicada que llega hasta nuestros días... ¿Tenemos eco de ellos en el Camino con los siete Infantes de Lara o Salas, y sobre todo con los siete Varones Apostólicos de Santiago?
jueves, 8 de diciembre de 2011
SANTA MARTA
Marta era hermana de María y de Lázaro. María muy posiblemente era la Magdalena y Lázaro el que fue resucitado por Jesús tras llevar cuatro días muerto. Los tres hermanos parece ser que vivían al principio en Galilea y luego en una aldea llamada Betania, que dista de Jerusalén unos siete kilómetros. Era una ruta que frecuentaba Jesús, y como eran amigos, se detenía allí para saludarlos y comer juntos. "Jesús ama a Marta, y su hermana María, y Lázaro" (Juan 11, 5).
Marta aparece tres veces en el Evangelio (Lucas y Juan): en el banquete de Betania; cuando resucitó a su hermano Lázaro y en la comida que le ofreció a Jesús poco antes de la Pascua.
En ambas comidas, es ella quien se ocupa de cocinar, de servir y de otras muchas cosas. Llegó incluso a quejarse a Jesús de que su hermana María no le ayudase en las tareas de casa. La respuesta de Jesús fue contundente y amable: "Marta, Marta, pocas cosas son necesarias... Tu hermana ha elegido la mejor parte". Se quedó helada ante esta respuesta. Más tarde la pensó y se dio cuenta de que era verdad. Su hermana María acogió a Jesús en casa como ella pero estuvo a su lado todo el tiempo, le dio conversación, se preocupó de su vida apostólica y de lo que le aguardaba en el futuro. María Magdalena desde un principio quiso aprender del Maestro por encima de todo, Marta más bien servirle.
Cristo en la casa de Marta y María. Johannes Vermeer.
Cuenta la leyenda que en aquel tiempo había en el río Ródano, entre Arlés y Aviñón, un fuerte dragón que era mitad bestia mitad pez, que se escondía en el río matando personas y hundiendo embarcaciones. Vino por el mar de Galicia y de Asia. Lo engendró Leviatán, que es serpiente que se cría en el agua muy cruel, y otra bestia fiera que se cría en tierra de Galicia, que echa su estiércol contra los encantadores como dardo y quema lo que halla con su fuego. Este dragón del Ródano era llamado Tarasca. Santa Marta, que estaba por allí, le rogó el pueblo, por la santidad que le veían, que fuese a él. Lo halló en el monte comiéndose a un hombre y entonces le echó agua bendita y le mostró una cruz, y lo aprisionó la gracia de Dios, manso como una oveja. Cuando santa Marta se dio cuenta de esto, se llegó a él y le echó una cinta al cuello, y teniéndole preso los del pueblo lo mataron a lanzadas y pedradas. La gente de la tierra, por el nombre del dragón, que era Tarasca o Tarascón, llamaron ese lugar con el mismo nombre.
Santa Marta y la Tarasca amansada, dragón que aparece en el escudo de la localidad de Tarascón.
Santa Marta, por mandamiento de san Maximino y su hermana la Magdalena, se afincó en este lugar, predicando y convirtiendo a la gente. Fundó un gran convento de monjas e hizo una gran iglesia, en honor de santa María Virgen, que por amor de Dios vivieron una vida muy áspera, pues no comían al día más de una vez, y no comían carne ni huevos ni queso ni bebían vino. Cien veces al día y otras tantas por la noche hacían oración.
Los caballeros de la Tarasca, en Tarascón.
Una vez, que estaba santa Marta en Aviñón predicando al pueblo entre la ciudad y el Ródano, un muchacho que estaba en la otra orilla del río, deseando oirla, quiso cruzarlo pero no había ninguna barca y entonces lo intentó nadando, pero la fuerza de la corriente se lo llevó y se ahogó. Al cabo de dos días hallaron el cuerpo y los parientes se lo pusieron a los pies de la santa, con saña, diciéndole que lo resucitase. Y ella, echándose en tierra en forma de cruz, rogó a Dios, diciendo así: “Señor Jesucristo, resucitaste a mi hermano, que Tú mucho amabas, hace ya tiempo, y fuiste mi huésped, que yo mucho amé. Señor, ten piedad de mí, que soy pecadora, y estoy en esta cuita. Señor, afirma la fe de estas gentes que aquí están esperándote, y resucita a este muchacho para que todos conozcan tu poder”. Y tomándole por la mano se levantó vivo y sano, bautizándole ante el pueblo.
Exterior e interior de la iglesia de Santa Marta en Tarascón.
A santa Marta el Señor le dijo el día de su muerte un año antes, y todo ese año estuvo enferma. Ocho días antes de que muriese oyó cantar a los ángeles, que llevaban el alma de su hermana la Magdalena para el cielo. Luego, santa Marta, sabiendo que su muerte estaba cercana, amonestó a todos sus acompañantes para que velasen cerca de ella con las candelas encendidas. Y el día antes de su muerte, a medianoche, durmiendo los que la cuidaban, vino un gran viento y apagó las velas. Ella, viendo la compañía de los diablos, empezó a rogar a Dios. Y vino su hermana la Magdalena y encendió los cirios, y se apareció Jesucristo y le dijo: “Marta, mi amiga y mi huésped, vente para mí y estarás siempre donde Yo estoy. Tú me recibiste en tu posada, y Yo te recibiré en el cielo, y oiré por tu amor a cuantos te rueguen para que les seas de ayuda”.
Llegando ya el momento en que debía de morir, hizo que la sacaran fuera para poder ver el cielo y ordenó que la pusieran sobre la ceniza y que tuviesen la señal de la cruz ante ella. Y rogó a Dios diciendo: “Mi huésped muy amado, guarda esta tu pobrecilla, y así como Tú quisiste visitarme en mi posada, así me recibas en el cielo y me des posada en tu reino”. Después mandó que le leyesen la Pasión de Jesucristo según san Lucas, y mientras el clérigo leía ella dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, y salió el alma del cuerpo.
Marcela, la que fue criada de santa Marta, hizo escribir toda su vida. Después se fue a Eslavonia (región de Croacia), y predicando allí la fe de Jesucristo, al cabo de diez años de que santa Marta muriera, murió ella.
sábado, 5 de noviembre de 2011
EL REY DE LOS CUERVOS
viernes, 4 de noviembre de 2011
viernes, 21 de octubre de 2011
LA ESPAÑA MÁGICA
lunes, 22 de agosto de 2011
LAS NUEVAS CARAS DE BÉLMEZ
viernes, 22 de julio de 2011
MARÍA MAGDALENA
Por otro lado, la mayoría de los padres de la Iglesia Católica sostuvieron que estas tres personas fueron una y la misma. Posteriormente, los protestantes creen que eran dos, y tal vez tres personas distintas.
Si el argumento anterior se mantiene correcto, María de Betania y la “pecadora” son una y la misma persona con María Magdalena. Con san Juan aprendimos el nombre de la “mujer” que ungió los pies de Jesús previo a la Última Cena. Podemos notar aquí que parece innecesario mantener esto porque san Mateo y san marcos dijeron “dos días antes de la Pascua” mientras que san Juan dice “seis días”, hay, por lo tanto, dos distintas unciones una tras la otra. San Juan no necesariamente quiere decir que la Cena y la unción tuvieron lugar seis días antes, sino que Cristo llegó a Betania seis días antes de la Pascua. Entonces, en aquella Cena María recibió el glorioso encomio, “ella ha realizado una buena obra en mí...al ungir mi cuerpo para mi entierro...donde sea que este Evangelio sea predicado...que también lo que ella ha hecho por mí sea relatado en memoria de ella”. Considerando todo esto, ¿es creíble que esta María no tuviera lugar a los pies de la Cruz, como tampoco en la tumba de Cristo? Sin embargo, es María Magdalena quien, de acuerdo a todos los evangelistas, estuvo a los pies de la cruz y asistió en el funeral y fue la primera testigo registrada de la Resurrección. Y mientras san Juan la llama “María Magdalena” en 19,25; 20,1 y en 20,18, la llama simplemente “María” en 20,11 y 20,16.
Bajo esta visión, la serie de eventos constituyen un todo consistente; la “pecadora” aparece temprano en el ministerio buscando el perdón; ella es descrita inmediatamente después como María Magdalena, “mujer de la cual salieron siete demonios”; poco después la encontramos “sentada a los pies del Señor y escuchando sus palabras”. En un período posterior María y Marta se vuelven a Cristo y El les devuelve a su hermano Lázaro; poco tiempo después, lo invitan a cenar y María nuevamente repite el acto que había realizado como penitente. En la Pasión ella está a su lado; ella lo ve yaciendo en la tumba; y es la primera testigo de su Resurrección.
La Iglesia Griega sostiene que la santa tras la resurrección del Maestro se retiró a Éfeso (en la actual Turquía) con María, la madre de Jesús, y allí murió. Sus reliquias fueron transferidas a Constantinopla en el año 886 y son preservadas allí. Gregorio de Tours (De miraculis, I, xxx) apoya la idea que ella se fue a Éfeso.
La santa le dijo al padre Elías, testigo de la aparición en la gruta, que habían llegado en gran número a Marsella desde Jerusalén, arrojados sobre una nave y abandonados a la gracia de Dios. Marsella los acogió y abrazó la fe cristiana como casi toda la comarca. Una inspiración del cielo condujo sus pasos a una cueva solitaria, y apenas moraba en ella cuando, al fijar sus ojos en la fuente preparada por la Providencia, percibió en la sombra una serpiente de aspecto horrible, una enorme boa. Al ver a la santa se levanta y a sus espantosos silbidos saltan una innumerable multitud de sierpes de toda especie, que dirigen contra ella sus ojos y su furor. Por el pavor que le causaron, aunque no temía a la muerte, rogó a Jesús. La enorme serpiente la cogió entre sus afilados dientes, pero al momento se apareció un ángel que la arrancó de los dientes del dragón y le dijo: “Feliz eres por haber creído, ¡oh María!”. Y hollando después al dragón dijo: “Sal de aquí, tú y tus serpientes”. Y el dragón y las serpientes, volando aquél, y éstas arrastrando, se precipitaron al desierto. Desapareció el ángel después de haber purificado con su aliento de fuego la caverna. Cuando la Magdalena hubo recorrido todo este recinto, y vió que era inaccesible para los hombres, se puso de rodillas llorando y exclamó: “¡Bendito seáis, oh Jesús mio, por haber cumplido mis deseos! Dignaos ahora también a hacer manar para vuestra sierva agua de este peñasco”. Al momento mismo la enorme peña se abrió y empezó a derramar un manantial. Luego advirtió que en la parte derecha de la gruta había muchos espíritus que le aconsejaban que abandonara las plegarias, con lo que comprendió que eran demonios. Al clamar a Dios el arcángel san Miguel se presentó, puso en fuga a los ángeles de las tinieblas y le dijo que el Altísimo vela sobre ella. Y esto diciendo, plantó una cruz en la entrada de la gruta.
Continúa la tradición diciendo que el cuerpo de Santa María Magdalena, después de su muerte, arrojaba de sí un olor delicioso. El obispo Maximino, acompañado del clero, le hizo los honores del entierro, y se añade que fueron tantos los milagros con que la santa señaló y engrandeció esta pompa funeral que los fieles en los tiempos sucesivos erigieron en su obsequio el hermoso mausoleo de alabastro que aún se conserva en la capilla subterránea. El día 22 de julio del año 81, observa uno de sus historiadores, fue el de la muerte de la Magdalena. Se ignora exactamente los años que vivió porque carecemos de fundamento sólido en que apoyarnos; pero según lo escrito por algunos historiadores de su vida, murió con 79 años. A los 15 dió principio a sus liviandades, doce vivió de este modo, tres empleó en acompañar a Jesús, dieciséis consumió en la predicación y treinta y tres permaneció en la soledad de su amada cueva.
San Maximino declaró al clero que cuando muriera quería ser sepultado a los pies de la santa. Procuró dar a conocer al pueblo el lugar de la penitencia de la Magdalena e hizo accesible la gruta a la veneración de los fieles. Se extendió tanto la devoción a la Magdalena que la roca fue habitada en el año 450 por los casianistas y después por los monjes de san Benito. Unos y otros estuvieron también sucesivamente en Saint-Maximin para custodiar la reliquias de la santa cuya devoción florecía en los dos lugares. Se alteró la Provenza después por la incursiones de los musulmanes y se resolvió ocultar aquel precioso tesoro confiando a algunas personas el secreto del lugar donde se escondía en el año 716. Carlos de Anjou, hijo de Carlos I, rey de Jerusalén, de Sicilia y conde de Provenza se hallaba en la ciudad de Aix en 1278 mientras su padre, hermano de san Luis rey de Francia, estaba ocupado en los negocios de Italia. Sabiendo este príncipe la historia de la Magdalena, quiso encontrar los preciosos restos. Apeló a la oración y a los santos ejercicios, y refieren las crónicas que la misma santa le reveló el lugar en que se había ocultado su cuerpo, es decir, en un campo inmediato a la iglesia de Saint-Maximin, donde se encontraba una frondosa planta de hinojos, haciendo el hallazgo en 1279. Es de advertir que el padre fray Isidoro de Sevilla dice que esta revelación de la santa a Carlos de Anjou tuvo lugar en Barcelona y no en la Provenza, pues en 1279 fue hecho prisionero por un general de la mujer de Pedro III de Aragón, y estando preso en Barcelona, en la noche del 21 de julio, se le apareció la santa, le libró milagrosamente y le hizo la revelación. Sea lo que sea, el príncipe mandó cavar en aquel punto y descubrió el sepulcro de alabastro y los otros tres de mármol. Subido después este príncipe al trono, como Carlos II, fomentó esta devoción a las reliquias de la santa con una feria franca anual en la ciudad de Saint-Maximin.