Y es propio, por tanto, escribir por ello de alguno de esos esotéricos sucesos pues, aún no siendo acérrimo creyente de los fenómenos catalogados como paranormales, ni de míticas ciudades desaparecidas o, aún menos, de legendarios animales mágicos, bien es cierto que tampoco estoy exento de los momentos de duda, en los que la acumulación de datos o de casualidades pueden hacer de lo negado lo evidente. Recuerdo como, hace años, un arqueólogo de la Autónoma de Madrid me decía: “Rafa, las casualidades, en ciencia, no existen”. Y aún sabedor de que la casualidad existe, eso es innegable, bien es cierto también que la acumulación de casualidades nos lleva, y dentro de los más estrechos márgenes de la ciencia, a intuir una intrahistoria que, aún siendo indiciaria, nos vislumbra que hay algo más allá de las cuatro pruebas sobre las que fundamentamos un “todo”, de modo que fácilmente descubrimos que no es el “todo”, sino una parte, pues la mayor porción nos suele ser ajena por mucho que indaguemos. Pero como es complejo para tan pocas líneas, “de muestra valga un botón”.
En innumerables ocasiones me han preguntado por el cómo me interesé por la historia hispanojudía y, concretamente, por la Judería de Jaén. Y es una pregunta a la que suelo contestar de forma ortodoxamente correcta. Sin embargo en esta ocasión he de decir que todo sucedió, y sucede, como si hubiera estado predestinado desde el principio a un objetivo y final que todavía desconozco en su totalidad. Cuando a finales de los años noventa era cabeza visible de la “Plataforma Ciudadana pro Albergue Juvenil en el Casco Antiguo de Jaén”, nada sabía de que el solar que proponíamos como Albergue formó parte de un barrio judío medieval. Aquellas reivindicaciones juveniles fueron dando paso a un profuso conocimiento del solar en cuestiones técnicas: dimensiones, uso en el PGOU, propietarios, mociones municipales relacionadas, etc., pero, además, y realmente sin darme cuenta, me sumergí en su historia más antigua e ignorada: la de ser un espacio históricamente hebreo.
Fuimos descubriendo una historia tan fragmentada y dispersa como intensa e ilusionante y, de nuevo sin darme cuenta, como si cayera en un foso sin salida, me vi inmerso en una auténtica vorágine y en una nueva reivindicación por la recuperación de la memoria histórica hebrea y la recuperación del barrio judío de Jaén.
En esas uno tropieza con datos reveladores, como la vida del inconmensurable sabio que fue el giennense Hasday ibn Shaprut y, por ejemplo, con miembros de las comunidades sefardíes, descendientes de los judíos expulsados de España (y de Jaén), al menos cinco siglos atrás. De esta guisa nos reencontramos con gentes que portaban orgullosos apellidos como D´Jaen o Djaen, y que regresaron a la tierra ancestral y, yo mismo, como presidente de IUVENTA, tuve el honor de ejercer de anfitrión en la misma tierra que los lanzó al vacío de un mundo entonces ajeno y desconocido para ellos, pues tuvieron que vagar, sin retorno, por toda la cuenca mediterránea durante siglos.
Años después uno analiza las situaciones vividas. El reencuentro con los sefardíes expulsados, el apoyo de múltiples destacadas personalidades del mundo cultural sefardí internacional, la entrada de Jaén en la Red de Juderías de España en 2.005... hasta llegar al reciente anuncio de la ubicación en la ciudad de una subsede de Casa Sefarad-Israel y, cada vez más, piensas que el cúmulo de apoyos, de ideas... no pudo ser meramente casual, pues fue mucho acontecimiento para tan pocos años.
Una amiga cabalista me dijo en los comienzos de este empeño algo así como que “el despertar judío de Jaén estaba esperando su momento, y éste era llegado”. Y cada día más, a pesar de que no es ortodoxo expresarlo públicamente, comprendo que, a veces, sin darnos cuenta, nos convertimos en meros instrumentos de un, llamémosle Destino, en el que no somos nosotros los verdaderos protagonistas, sino algo así como marionetas que, gracias a las múltiples CAUSALIDADES que encontramos en el camino, se nos hace capaces de llegar a desempeñar una labor impensable en los albores de aquella idea que tuvimos, hace tantos años, y que, casi sin darnos cuenta se llega a convertir en proyecto colectivo.
Y la historia continúa, pues nos hemos reencontrado con más descendientes de judíos jiennenses en el Reino Unido, están surgiendo nuevas ideas y proyectos en una infatigable actividad creativa, contamos con nuevos apoyos... Para mí que este empeño por la judería de Jaén, en el que he compartido tantos sucesos y emociones con tantas personas y, especialmente, mis compañeros de la Asociación IUVENTA, no ha sido casual.
Lo que no sabemos todavía a estas alturas es cual será el final pero, sea el que sea, el camino andado nos ha marcado individual y colectivamente, es más, ha marcado a una ciudad entera a reconocerse a sí misma como judía, a pesar de que a principios de la actual década, el 99% de su población desconocía esta parte de su identidad local. Como decía, quizá sin darnos cuenta, a veces se nos abren las, llamémoslas “Puertas del Cielo”, para ejecutar proyectos que nos vienen planteados desde algún ignoto espacio, planes que vienen acompañados de instrumentos y herramientas que no han aparecido, ni aparecerán, por una mera acción casual. Otra cuestión sería saber cuantas “puertas” ha cerrado la Humanidad en su camino, pero esa sería otra reflexión distinta a la concreta que hoy comparto, aunque en la misma línea."