domingo, 15 de agosto de 2010

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Celebra hoy la Catedral de Jaén el día de su advocación, la Asunción de la Virgen María, que en siglos anteriores fue también la fiesta principal de la ciudad hasta que se cambió, principalmente por motivos sanitarios, a octubre.

Relieve de la Asunción de María en la fachada principal de la Catedral de Jaén.

Se trata de uno de los días más grandes del culto mariano y de la Iglesia Católica, con numerosos templos dedicados a la Asunción, y aunque está presente en la Iglesia desde los primeros siglos del cristianismo, no ha sido considerada como dogma de fe hasta la tardía fecha de 1950.
La Asunción de María, también conocida como Tránsito o Dormición, es la muerte de la Virgen y su elevación al cielo en cuerpo y alma, con lo que su muerte no es igual al del resto de los humanos pues en realidad fue dormida cuando sus días terrestres acabaron y su tránsito a la otra vida fue mediante la asunción (de asumir, apropiar, atraer) que Dios hizo para llevarla hasta la gloria celeste.

La Virgen del Tránsito, de la Iglesia de San Juan de Jaén.


La tardanza por parte de la Iglesia de reconocerla como doctrina de fe a pesar de que llevaba siglos asumiéndola y celebrándola es sin duda porque en los Evangelios canónicos y en el resto del Nuevo Testamento no aparece ninguna referencia a ella y sí en los apócrifos, de callada pero firme influencia en el cristianismo. Los primeros apócrifos asuncionistas conocidos son del siglo IV, aunque todos ellos parecen basarse en supuestas narraciones anteriores de san Juan o san José de Arimatea. En estos textos apócrifos se concede a María una importancia que va más allá de la simple maternidad humana, asentándola en la categoría de Madre de un dios del que se erige como principal o única representante o mediadora. La Iglesia Católica no aceptaba esto en un principio, pues veía en ella una madre con el papel de mero receptáculo de Jesús, Dios Hijo, no siendo ella la que lo engendró sino Él quien se engendró en ella, pues de lo contrario sería reconocerle una divinidad como la que gozaron las diosas madres tradicionales de la Antigüedad. Con el tiempo, esta postura católica fue cambiando, sobre todo entre los siglos XI y XIII, cuando la figura de la Virgen María tomó tanto protagonismo que se le dieron por sincretismo prácticamente todos los atributos de las diosas antiguas. 
Por tanto, como tantas otras veces, la religión tradicional, ligada comúnmente al paganismo, y el conocimiento esotérico que conlleva, se abrió paso también en esta advocación que ahora parece tan católica. 
La fecha de la celebración de Nuestra Señora de la Asunción, 15 de agosto, no es casual, pues de principio es símbolo de la aparente muerte de la Madre Tierra debido al calor del Sol, que es lo que comprobamos en los secos campos en estos días tan avanzados del cálido verano, pero que también anuncia el renacimiento en pocas semanas, que se celebra el 8 de septiembre con la Natividad de María. Además, parece ser que tiempos atrás la constelación de Virgo, la que está asociada a la Diosa Madre Virgen, no era visible en ese periodo de tiempo aproximado entre el 15 de agosto y el 8 de septiembre, anunciando de esta manera su muerte y renacimiento como dadora de vida en la Tierra.
Juan García Atienza, gran conocedor y maestro en los temas heterodoxos, teniendo en cuenta todo esto que he expuesto, piensa, según cálculos estimativos, que cabría equiparar en España el número de advocaciones festivas de la Asunción al de las que corresponden a la Natividad algo más de tres semanas después, con lo que parece ser que el pueblo, sustento del culto tradicional antiguo, ha optado prácticamente a partes iguales por la muerte y el nacimiento de María. Y se le ocurre pensar que tal vez esas dos fechas no sean solo sendas celebraciones puntuales sino los límites de un período que podría responder al paso existente entre la muerte iniciática y el renacer a la vida nueva de la conciencia iniciada. 
La muerte y renacimiento iniciático es un rito común en todos los cultos y escuelas de misterios de la antigüedad que incluso ha sobrevivido hasta nuestros tiempos en las sociedades secretas o discretas contemporáneas que se consideran herederas del conocimiento trascendente. Hay que tener en cuenta, para apoyar esa posibilidad de que la Asunción de María significa la muerte iniciática, que la representación que se hace de ella es tendida aparentemente muerta en lo que se llama exactamente como Dormición o Tránsito, y elevándose hacia el cielo en la ya conocida concretamente como Asunción.

La Asunción en la catedral de Amiens.

Entonces, el siguiente paso interpretativo de la Asunción sería considerla como un símbolo alquímico. Muchos templos y catedrales se presentan fundados en la ciencia alquímica, como decía el sabio Fulcanelli, siendo la alquimia la investigadora de las transformaciones de la sustancia original, de la Materia elemental, siendo la Materia la Mater, la Madre. La Virgen Madre, despojada de su velo simbólico, no es más que la personificación de la sustancia primitiva que empleó el Principio creador de todo lo que existe. La primera labor del alquimista es la búsqueda de esa Materia prima, a la que siguen las distintas fases de purificación hasta la perfección. Entonces, la Asunción de la Virgen a los cielos sería la representación de la materia sublimada, purificada, mediante el trabajo realizado por el alquimista en la Obra, que conlleva al mismo tiempo y de forma paralela la transmutación hacia la cima de la evolución del individuo que la emprende.

viernes, 6 de agosto de 2010

OTÍÑAR, UN PARAJE SAGRADO ABANDONADO

En la Sierra Sur de Jaén se encuentra la zona de Otíñar, un paraje bellísimo atravesado por el río Quiebrajano que posee, junto a otros lugares de esta sierra, uno de los principales conjuntos arqueológicos neolíticos de la península ibérica, que incluye numerosas cuevas y abrigos con pinturas y grabados de hasta el VI milenio a.n.e., pequeños dólmenes y asentamientos humanos, algunos de ellos considerados como poblados; además, en este valle está el castillo medieval de Otíñar y cerca de él una aldea, de origen bajomedieval, ambos abandonados.


Una zona que siempre tuvo importante presencia y actividad humana desde hace milenios, que fue lugar de paso entre la ciudad de Jaén y Granada, ahora solo ha quedado como lugar de pastoreo de ganado caprino (ecos de su destacado pasado ganadero) y de paso de los pocos excursionistas y curiosos que sobre todo se dirigen hacia el pantano de Quiebrajano.
Unos lugares estos de Otíñar que además se deben considerar sagrados, como lo hicieron nuestros antepasados a la vista de los dólmenes y las numerosas pinturas y grabados simbólicos que nos dejaron. Hace años que Juan Eslava Galán puso sobre la mesa la alineación de la que forman parte principal, la que hacia el norte atraviesa Jaén capital por su casco antiguo. Estudiando la situación de los yacimientos arqueológicos, pude comprobar que esa línea sagrada es más larga, que por el sur llega hasta el pantano del Quiebrajano y por el norte alcanza hasta el Cerro del Cabezo, es decir, el Santuario de la Virgen de la Cabeza, en plena Sierra Morena. Esto lo expuse en un anterior artículo con el trazado de las sorprendentes alineaciones, http://ianuacaeli.blogspot.com/2010/03/jaen-centro-sagrado-de-los-iberos-1.html, demostrando que, a pesar de la posible oposición de la parte más racional de nuestras mentes que están acostumbradas a considerar a nuestros antepasados tan primitivos que solo se ocupaban del sustento y de ritos religiosos supersticiosos, situaban y orientaban sus lugares sagrados siguiendo unos patrones que todavía no comprendemos del todo y que en buena parte tienen que ver con las energías telúricas que suelen manifestarse en largas líneas y sitios concretos.
Pero el motivo principal de este post es mostrar dos de los lugares más destacados de Otíñar, para que se pueda apreciar su importancia y al mismo tiempo el estado de semiabandono que soportan a pesar de su gran valor.
El primero sería el Cerro Veleta, que tiene un poblado calcolítico, de finales del IV milenio - principios del III milenio a.n.e., es decir, contemporáneo a la macroaldea de Marroquíes Bajos de Jaén. Era el principal asentamiento de la zona y su actividad parece ser que se centraba en la manufactura de útiles y herramientas de piedras en una zona que era rica en yacimientos de sílex. Ahí están todavía los restos de la fuerte muralla que lo protegía, de la cantera con sus grandes bloques de piedra, algunos tallados, y del dolmen mejor conservado de la zona a pesar de haber sido expoliado como otros, pero que poco a poco se va deteriorando sin que a nadie parezca importarle.






En la cumbre del Cerro Veleta, formando parte del asentamiento, pudo haber una especie de zona de vigilancia de la entrada al valle de Otíñar. Desde ella se ve el impresionante cañón que inicia el valle y a lo lejos todo el recorrido hacia Jaén capital, que se observa en el horizonte dominado por el monte de Santa Catalina y la catedral; estamos viendo la alineación desde este lugar hasta la antigua y sagrada ciudad del lagarto-dragón, la de las numerosas aguas de la Diosa Madre...


El segundo sitio a destacar es el Barranco de Estoril o de la Tinaja, a los pies de la gran peña donde está el abandonado castillo de Otíñar. Se trata de un gran cortado en la roca, junto al lecho seco de un arroyo, que forma unos abrigos en donde están grabados unos símbolos mayoritariamente compuestos de círculos concéntricos de diversos tipos.



El lugar ha estado completamente abandonado a su suerte durante años a pesar de estar legalmente protegido, siendo cobijo de un rebaño de cabras que el pastor agrupaba con un horrible redil pegado justo a donde están los grabados prehistóricos, que han tenido que soportar además el humo de las fogatas que este encendiera. La basura acumulada, los excrementos del ganado, el mal olor y las garrapatas hacían del lugar una total vergüenza que parece posible solo en una ciudad con ninguna sensibilidad hacia su patrimonio. Por suerte la Junta de Andalucía determinó el mes pasado limpiar el abrigo rupestre avisada por la denuncia de la asociación Iuventa, cuya atención había sido llamada por el grupo de facebook "SOS Otíñar". Los grabados ahora son accesibles, pero hay que decir que la presencia del ganado continua, con lo que el lugar todavía no es del todo agradable de visitar.
No es intención de este artículo analizar los grabados de este Barranco de Estoril pero no me resisto a apuntar que se tratan de unos símbolos que son comunes de la fachada atlántica de Europa, y que recuerdan mucho al diseño "atlante" de la relativamente cercana ciudad de Marroquíes Bajos.


Diferentes a todos esos grabados circulares encontramos uno que parece presentar una figura humana junto a unos símbolos distintos a todos los demás, dos de tipo cruciforme y otro en forma de V. Para algunos son primitivas letras, para otros marcas de antiguos iniciados de una época indeterminada...


En fin, esto solo ha sido una muestra de la importancia de Otíñar, que espera que algún día la administración competente le reconozca su valor de verdad, es decir, permitiendo nuevas investigaciones arqueológicas en sitios como el Barranco de Estoril, que pudiera ocultar bajos los sedimentos del suelo algunas gratas sorpresas, y cuidándolo y acondicionándolo con respeto. Mientras tanto, los ciudadanos solo podemos reclamar la atención que merece y, por supuesto, intentando que este legado no se estropee más con nuestras visitas; en ese sentido parece que lo mejor es que sea poco conocido por el momento, de esta manera menos riesgos tendrá de que alguien meta la pata como ya pasó en el pasado reciente.