El estudio de los materiales arqueológicos encontrados en la amplia región de la península Ibérica ocupada por la civilización de Tartessos deja claro un hecho indiscutible: la sorprendente habilidad y tecnología de sus orfebres, ya fuesen joyeros, herreros, escultores, ceramistas o de cualquier otra profesión artística. Por ejemplo, se ha podido comprobar que los pintores se servían de unos medios similares al compás y a la regla, pues es imposible que consiguieran tal perfección geométrica a pulso.
Otro de los hallazgos más asombrosos es haber comprobado que los materiales mecánicos eran trabajados con tornos, lo que permite suponer que los artesanos tartesios habían aprendido de los egipcios, o estos de los otros, ya que se sabe que en el valle del Nilo se utilizaban tornos muy simples para trabajar la piedra. Sin embargo, según los estudios de Petrie y Baker, confirmados en nuestros días, sabemos que los egipcios utilizaban una cuchillas cien veces más duras que el diamante, mediante las cuales dejaban las vasijas de piedra como si fueran de porcelana. Estas cuchillas no han podido ser superadas por la tecnología actual. ¿Utilizaban también estos tornos con extraordinarias cuchillas los tartesios? Contar que los artistas tartesios manejaban herramientas parecidas al pantógrafo y que sus tornos contaban con engranajes y cuchillas, que facilitaban el ajuste de las piezas hasta la centésima de milímetro, puede llevar a creer que se exagera, cuando todo esto ha sido comprobado por los arqueólogos y los técnicos.
El término de "alta tecnología" aplicado a Tartessos cuenta con la prueba más efectiva en el famoso "Tesoro de Villena" (Alicante), que se encontró en 1963. Datado del 1000 a.C., consta de 66 piezas entre brazaletes, cuencos y frascos principalmente, con un peso total de casi 10 kg, la mayor parte de oro. Todos los brazaletes ofrecen unas formas muy singulares, pero resultan idénticos hasta la décima de milímetro. Esto da idea de que fueron "fabricados en serie", mediante una chapa unida de oro que no está soldada ni tiene remaches. Los frascos y los cuencos también resultan ideales al comparar las distintas piezas, lo que nos permite saber que en aquellos remotos tiempos se conocía la técnica de la repetición.
"Tesoro de Villena", Museo Arqueológico de Villena, Alicante.
Otra muestra impresionante es el hallazgo que se hizo en el pueblo sevillano de Lebrija en 1923, donde aparecieron seis piezas elaboradas con una chapa de oro finísima, todas ellas absolutamente idénticas con un peso de 1,3 kg. Ofrecen una altura de 70,3 cm., una anchura de 9,6 cm. y 11,3 cm. de ancho en la base; a lo largo de su tallo se ven 44 molduras paralelas, que rematan en el platillo de la parte superior. Son huecas y les dieron el nombre de "candelabros", aunque se sabía que esta no era su utilidad. Fueron realizadas con un torno sobre un molde, del que después se extrajo la pieza. El simple hecho de contemplarlos de cerca parece que se tenga delante unos objetos de nuestra moderna industria.
Tres de los candelabros de Lebrija, en el Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
Otra peculiaridad tecnológica la podemos encontrar en los llamados "anillos tartésicos", porque la piedra preciosa quedaba articulada sobre un eje, de tal forma que pudiera mantenerse bien puesta tanto en los dedos de la portadora como en el estuche. Cualquier joyero actual sabe que para conseguir estos resultados es preciso realizar un trabajo muy complicado, pero si intentaran repetirlo seguramente no lograrían lo mismo que los antiguos españoles que habitaban en el sur de la península. No hay duda de que el ingenio de los tartesios era sobresaliente y sorprendente. Y a pesar de que se insista desde los medios oficiales que el alto grado de desarrollo en el sur peninsular fue debido principalmente al contacto con otros pueblos mediterráneos, no deja de ser cierto que entre estos es muy difícil encontrar piezas arqueológicas de la calidad e incluso tipología de las halladas en los territorios tartésicos, lo que parece indicar que ya por sí solos su nivel cultural era muy elevado y que pudiera tener un origen más antiguo y posiblemente autóctono, como los mismos fenicios y griegos narraban en sus historias semilegendarias.
Como lo cortés no quita lo valiente, y para mi lo verdaderamente importante es el conocimiento, la búsqueda de la verdad, esté donde esté, sea cual sea, y caiga quien caiga, y nunca anteponer lo personal a la profesional, ni anteponer el contenedor al contenido, por todo ello, es mi deber como buscador de la verdad, y apasionado amante de nuestro pasado histórico felicitarle por tan magnífico artículo, que hasta me ha sabido a poco...
ResponderEliminarSaludos cordiales,
Georgeos
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Pd. Más adelante, cuando esté un poco mejor de tiempo comentaré algunas ideas o hipótesis interesantes sobre los llamados "candelabros" y el tesoro de Villena, el cual encierra -precisamente- una de las principales claves para un mejor entendimiento de la Atlántida Ibero-Mauretana