lunes, 30 de noviembre de 2009

LA MESA DE SALOMÓN: ¿DÓNDE ESTÁ? 2ª parte

Decía que con la invasión musulmana, la Mesa de Salomón pasó a manos árabes, pero esto es solo una versión de lo que pudo pasar. Otra versión de la historia dice que nunca encontraron la Mesa y si lo hicieron no salió del lugar donde la encontraron. En esa línea está la opinión de que sigue en Toledo, en la famosa y secreta cueva de Hércules, la cual algunos han buscado y siguen buscando con más o menos problemas y trabas administrativas. Los godos escondieron todos sus tesoros en Toledo y alrededores al ver que los musulmanes avanzaban implacables; se encontró en el siglo XIX el tesoro de Guarrazar, cerca de Toledo, posible parte de ese gran tesoro de los godos. Otros opinan que la Mesa estuvo y está cerca de donde se encontró este tesoro, en la iglesia visigoda-mozárabe de Santa María de Melque, en la provincia de Toledo, perteneciente al pueblo de San Martín de Montalbán, en donde se cuenta la leyenda de tesoros ocultos protegidos por los templarios, que tenían allí un castillo; la Mesa estaría en túneles subterráneos que unen el castillo de Montalbán con Santa María de Melque.
Siguiendo esta versión de que no se movió de donde los visigodos la cobijaban, entonces, como también pudo ser ese lugar Jaén o Martos, quizás estuvo y esté en alguna galería subterránea o cueva de estas dos cercanas ciudades, ambas con alta peña, secretos pasadizos y cuevas de los que se sabe su existencia, y leyenda de lagarto o dragón que se cobija en ellas quizás protegiendo un tesoro como es típico de sus leyendas.
Otras populares tradiciones cuentan que estando la Mesa en Toledo, los godos la sacaron de allí y la llevaron a otro lugar, a Medinaceli (Soria), por eso fue llamada Medina Talmeida, "Ciudad de la Mesa", y Medina al Shelim, "Ciudad de Salomón", de donde viene su nombre. O en la ermita de San Baudelio de Berlanga (Soria). O en Alcalá de Henares (Madrid), donde fue encontrada por Tariq tras pasar por el Monte Zulema o Gebelculema, es decir, el Monte de Salomón. O al noreste de Guadalajara, a donde Tariq llegó tras pasar el desfiladero de Torija (que quizás provenga, según algunos, del nombre de este caudillo), llegando a Zafatán y a “Al-Mayda”, “la mesa”.
Estuviera en Toledo o en alguna población o santuario cercano intentándola ocultar de los musulmanes, la versión inicial que comentaba cuenta que fue encontrada por ellos, y entonces empezó una disputa por su posesión entre los caudillos árabes Tariq y Muza. Unos dicen que la ocultaron, uno u otro, en algún lugar de los dichos anteriormente o próximos, para intentar quedarse con ella secretamente, pero otros opinan que el califa de Damasco, al que debían pleitesía, reclamó la preciada Mesa de Salomón, con lo que con una nutrida escolta fue puesta en camino hacia algún puerto andaluz para embarcar hacia oriente. La guarnición cruzó tierras manchegas, pasó Sierra Morena y llegó hasta tierras andaluzas, a la actual provincia de Jaén, y, cuenta un texto de principios del siglo pasado, que una noche pernoctó en el cenobio cristiano de Giribaile, donde fue atendida por los monjes que allí había; pero estos, sabedores del preciado objeto que llevaba, les dio a los escoltas junto a la comida y bebida un narcótico que les hizo no despertarse en toda la noche para así quitarles la Mesa. Los monjes llevaron la Mesa hasta Ossaria, un municipio jiennense que es actualmente Martos, Torredonjimeno y Jamilena. Un abad de Giribaile ocultó la Mesa en el santuario de San Nicolás en Ossaria y escribió a los obispos Totila y Rufinus, custodios de la Mesa en Toledo y conocedores del Shem Shemaforash, avisándoles para que fueran a Ossaria para continuar su labor de guardianes. Unos años después, en una guerra civil entre musulmanes, el santuario de San Nicolás fue destruido y los dos obispos y su comunidad tuvieron que irse. Totila al convento de La Negra, en Fuensanta de Martos, y Rufinus a Arjona, donde fundó una ermita de San Nicolás. No se sabe si la Mesa les acompañó y se la llevaron a uno de estos dos lugares, de todas formas al poco tiempo los árabes los expulsaron de nuevo, con lo que Rufinus se fue a Monte Sión, en Chiclana de Segura, y Totila peregrinó al monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí (Egipto), aunque murió por el camino. De esta forma, el abanico de posibles lugares de la provincia de Jaén en los que la Mesa pueda estar se hace muy grande, al que hay que sumar la posibilidad de que fuera trasladada a la ciudad de Jaén, en alguna galería oculta sobre todo debajo de la catedral, como se suele considerar; en la catedral, José Moreno encontró durante la Guerra Civil unos legajos entre los cuales figuraban una lista de “los que buscaron la cava”, es decir, una serie de nombres de los que buscaron una cueva donde se hallaba la Mesa de Salomón.
Destacados personajes han estado implicados en la historia de la Mesa en estas tierras del Alto Guadalquivir, con los caballeros calatravos siempre presentes de una manera u otra. Un fraile templario llamado Petrus Verginus (Pedro Bergino) la buscó mandado por su orden a principios del siglo XIV, estableciéndose en el desaparecido monasterio de Monte Sión, dejando inscrita cerca una gran piedra con símbolos que se relacionan con la Mesa de Salomón, la conocida como Piedra del Letrero, ya destruída, pero que fue objeto de estudio durante siglos por otros buscadores. Obispos como Nicolás de Biedma (s. XIV), Alonso Suárez de la Fuente del Sauce (s. XVI) o Baltasar Moscoso y Sandoval (s. XVII) están muy implicados en esta historia. Sociedades secretas españolas y extranjeras se han interesado vivamente en el tema, destacando la logia de los Doce Apóstoles, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, formada por destacadas personalidades españolas y extranjeras que hicieron de la búsqueda de la Mesa su objetivo; esta logia es conocida por las notas dejadas por José Moreno en la catedral de Jaén y por los documentos de RILKO en la British Library. En sus actividades salen a relucir lugares todos de Jaén como La Iruela (cerca de Cazorla), la ermita de Santa Potenciana (Villanueva de la Reina), Espelúy, la Piedra del Letrero en Chiclana (donde estuvo el obispo Rufinus y el templario Petrus Verginus) y especialmente Arjona, en donde se les relaciona con el santuario de los Mártires san Bonoso y san Maximiano, enigmático templo que el obispo Moscoso y Sandoval mandó construir en el solar de la antigua ermita de San Nicolás, la del antiguo obispo guardián Rufinus. Esta logia fue la que hizo en 1912 la conocida como “lápida templaria” de Arjona, una de las doce que inicialmente se hicieron y que tan famosa ha hecho Juan Eslava Galán; estaba en la cripta del barón de Velasco (perteneciente a la logia), en la iglesia de San Juan en Arjona, y ahora se encuentra en el Ayuntamiento de esta localidad. En ella aparece un diseño geométrico en el que quizás se reproduzca lo que había en la Mesa de Salomón.
Ya se había disuelto la logia de los Doce Apóstoles cuando en 1926 se encontró algo excepcional: en una finca cercana a Torredonjimeno (junto con Martos, la antigua Ossaria) un campesino halló un tesoro visigodo formado por coronas, cruces y otras piezas; en algunas de ellas aparecen inscritas los nombres de Trutila y Rovine, los nombres germanizados de Totila y Rufinus, los dos obispos guardianes de la Mesa de Salomón…
Con esta segunda parte, en realidad la cuarta si sumamos las introductorias, doy por terminado por ahora este apasionante tema de la ubicación de la Mesa de Salomón, objeto sagrado que seguro de una forma u otra seguirá dando que hablar.

sábado, 28 de noviembre de 2009

LA MESA DE SALOMÓN: ¿DÓNDE ESTÁ? 1ª parte

Un objeto hecho de oro, incrustado de numerosas piedras preciosas, que contenía de forma encriptada, mediante un diseño geométrico y alfanumérico, el Nombre de Dios, el Shem Shemaforash, el Nombre de Poder secreto que es la clave o principio básico de la Creación, unas palabras que solo el sumo sacerdote conocía y que pronunciaba una vez al año al Arca de la Alianza para renovar el pacto divino. Un objeto de conocimiento y, por ello, sagrado que el sabio rey Salomón mandó hacer y que guardó en su famoso Templo de Jerusalén. Se trata de la Mesa, Espejo, Tabla o Cofre de Salomón.
Un objeto así es normal que haya levantado desde hace siglos, milenios, el interés y la codicia de los hombres, con buenas o malas intenciones.
Las numerosas crónicas y leyendas orientales y occidentales, hebreas, árabes y cristianas, que describen este objeto y hablan de sus propiedades y ubicación a lo largo del tiempo parecen confirmar su existencia, importancia y sacralidad, pero nada hay seguro y quizás no sea más que un objeto con valor material; además es posible que la Mesa, el Espejo y el Cofre fueran diferentes objetos y no las diversas denominaciones de uno solo como se suele interpretar. De todas formas, es tal la insistencia de estas historias y leyendas hasta nuestros días que no hay más remedio que darle una aceptable credibilidad. Y lo fundamental, sabiendo el supuesto enorme valor sagrado de la Mesa de Salomón, es saber dónde está, pero eso se antoja tan difícil como su significado.
La historia que se suele relatar es la siguiente:
Tras el reinado de Salomón en el siglo X a.C., Israel fue invadido y su Templo saqueado y destruído por los babilonios regidos por Nabucodonosor II en el 587 a.C. Es posible que el tesoro sagrado hubiera sido escondido por los sacerdotes judíos en algunos subterráneos secretos del Templo o cercanos. Con la construcción del segundo templo el tesoro tuvo de nuevo un lugar apropiado, pero en el año 70 las legiones de Tito Flavio toman y saquean Jerusalén incluyendo el nuevo templo y sus objetos sagrados, que esta vez parece ser que no pueden ser escondidos y son llevados a Roma, siendo colocados en el templo de Júpiter Capitolino y después en los palacios imperiales; de esto hay testimonio del historiador Flavio Josefo, que habla de una mesa de oro junto al candelabro de oro de siete brazos, apareciendo este último en las esculturas del arco triunfal de Tito en Roma. ¿Es esa mesa de oro la Mesa de Salomón?
En plena época de desmembramiento del Imperio Romano, en el 410, los visigodos de Alarico toman Roma y saquean los tesoros, que pasan a formar parte de su llamado tesoro antiguo o sagrado. Tras unos años en Italia y la Galia lo depositaron en Tolosa, en la actual Francia, la capital goda desde el 418. El destacado historiador del siglo VI Procopio de Cesarea (Palestina) confirma que Alarico escapó con los tesoros de Salomón, los que en tiempos antiguos habían sido tomados de Jerusalén por los romanos. El tesoro sagrado o antiguo era patrimonio de la nación visigoda y, por tanto, intocable, a diferencia del tesoro real, que constituía la reserva monetaria del estado. En el 507, después de la derrota ante los francos en la batalla de Vouille, los visigodos de Alarico II se instalaron definitivamente en Hispania y el tesoro fue llevado a Toledo, la nueva capital de su estado, donde fue guardado en un palacio secreto o en una cueva conocida como Gruta de Hércules.
El rey Rodrigo, según la leyenda, entró en la casa o palacio cerrado con muchos cerrojos o cueva secreta y vio la Mesa de Salomón o abrió el Cofre, viendo mágicamente las imágenes de aquellos que acabarían con su reino, que no fueron otros que los musulmanes que en el 711, al mando de Tariq, invadieron España. Estos llegaron hasta Toledo, apoderándose del tesoro antiguo godo, que estaba en la Mansión de los Monarcas, donde se dice que encontraron la mesa en la que estaba inscrito el nombre de Salomón y otra mesa de ágata, junto a un espejo mágico, grande y redondo formado por una aleación de metales, también de Salomón, en el que si se miraba se podía ver en él la imagen de los siete climas del universo. ¿Es la primera mesa con el nombre de Salomón o el espejo mágico la famosa Mesa de Salomón? ¿No será que eran dos objetos sagrados en vez de uno y que se confunden ambos?
Otras tradiciones y estudiosos situan la casa, palacio o cueva de Hércules no en Toledo sino en Jaén, sobre todo en la población, cercana a la capital, de Martos, en las cuevas del monte que domina la ciudad, la Peña; Martos es considerada legendariamente como la tercera piedra o columna de Hércules, y tuvo un importante templo dedicado al mítico héroe. Un obispo de Jaén del siglo XVII, Moscoso y Sandoval, estuvo indagando sobre estas grutas hercúleas de Martos.
Sea como fuere, la cuestión es que pasó a manos árabes, pero parece ser que por poco tiempo. Y aquí la historia del paradero de la Mesa se vuelve aún más confusa si cabe...

martes, 24 de noviembre de 2009

¿FUE JAÉN UNA CIUDAD DE LA ATLÁNTIDA?

Se ha sabido hace poco tiempo que las murallas encontradas en un solar de Marroquíes Bajos se van a conservar. No esperábamos menos ante la importancia del hallazgo. Y muchos dirán que cuál es el valor de un trozo de muralla incompleto y del que se conserva poco más que los cimientos. Para empezar, esos restos tienen más de 4.000 años de antigüedad, ahí es nada, de la Edad del Cobre, de un tiempo del que en España y en el mundo no se tiene mucho; es un testigo del principio de nuestra civilización. Lo segundo es que forma parte de una población de considerable tamaño (los arqueólogos la llaman macroaldea) que por aquellos tiempos parece ser que no era muy común y que en Andalucía solo tiene otro referente en Los Millares. Y lo tercero es que la configuración de esta ciudad, como me gusta considerarla, es de lo más curioso y extraño: circular con una serie de fosos con agua y murallas concéntricos; un trabajo de ingeniería sorprendente que salvó dificultades orográficas e hidrológicas para mantener su diseño estrictamente a base de circunferencias concéntricas.


Solo por pertenecer a una ciudad con esta antigüedad y diseño ya merece ser conservada. La pena es que solo es un trozo, y aunque otros fragmentos de muralla, fosos y casas se van a conservar en otras partes de esta macroaldea, no dejan de ser las migajas de algo magnífico que en buena parte se ha perdido u ocultado bajo los nuevos bloques de edificios que ocupan amplias zonas de los terrenos de Marroquíes Bajos. El progreso es el progreso, la ciudad tiene que crecer, dicen; sí, pero ese progreso podría haberse hecho al lado ¿será por campo? y no destruyendo una de las zonas arqueológicas más importantes de España y, me atrevo a decir, del mundo. Estoy seguro que en algún otro país o incluso otra ciudad de España, se habría respetado íntegra, dejando a los arqueólogos hacer su trabajo con tranquilidad, sabiendo que el destino de sus hallazgos va a ser la conservación.
Si no fuera bastante con todo lo dicho para darnos cuenta de la importancia de esta antiquísima ciudad y de preservar todo lo que se pueda, además resulta que su diseño tan curioso y espectacular, circular con fosos y murallas concéntricos, es motivo de especulaciones en las que los arqueólogos e historiadores oficiales no quieren entrar pero en las que sí insisten otros investigadores e interesados por este tema: el diseño es muy parecido al que describió Platón para la capital de la Atlántida.


Nombrar la Atlántida es para los científicos ortodoxos y oficialistas como nombrar el diablo a una monja beata, pero por desgracia para ellos no pueden negar que lo que se está encontrando desde hace unos 15 años en Jaén es extrañamente similar a lo que contaba el sabio griego sobre Atlantis. Todavía se pueden acoger a que esta ciudad de Jaén no estaba a unos kilómetros del mar como la mítica o que sus restos no se han encontrado, por tanto, debajo de los lodos de una enorme inundación marina, pero su tamaño es semejante, unos 1.200 metros de diámetro totales en su área de extensión alrededor de su centro, y su configuración de fosos y murallas concéntricos, similar. Quizás Platón describió de una forma idealizada y aproximada la lejana ciudad del Occidente de la que las antiguas crónicas y leyendas de viajeros y sabios hablaban, sobre todo egipcios, por lo que es posible que no estuviera cerca del mar, pero sí al lado de una gran laguna y numerosos ríos como era entonces esa zona de Jaén, ni que tuviera unas magníficas murallas de diversos metales y el templo de Poseidón en el centro, sino las normales murallas de piedra, que ya es bastante, y sus pequeños lugares de culto; ni que tuviera 9.000 años de antigüedad, que ahora serían casi 12.000, sino que tenga 5.000 como es el caso y que no es poco, es mucho para lo conocido hasta ahora.

Dibujo de cómo sería la ciudad calcolítica de Marroquíes Bajos, por el arqueólogo Narciso Zafra.

Particularmente opino que la macroaldea calcolítica de Marroquíes Bajos no fue la capital de la Atlántida, si es que esta civilización existió. Pero sí creo que esta extraordinaria población tiene un porqué que los científicos se resisten a estudiar: lo más seguro es que esta ciudad formara parte de una civilización histórica que seguía los patrones y la herencia de otra anterior a la que consideraban su origen, su madre, y esa civilización, que tambíen sería el germen de Tartessos, podría ser lo que los antiguos llamaban Atlántida... hace 12.000 años. Pero esa es otra historia...

sábado, 21 de noviembre de 2009

LA VIRGEN MARÍA Y LOS LUGARES DE PODER

En los inicios del cristianismo, el culto a María, la madre de Jesús, tuvo una importancia muy secundaria y seguramente más ajustada a su importancia en la nueva religión. Pero a partir del siglo XI hubo un inesperado fervor hacia esta figura, incluso en detrimento de Jesucristo. Coincide esta época con las cruzadas, una época convulsa y de cambios en la que destacaron en buena medida por su repercusión los templarios y san Bernardo de Claraval, que tanto apoyo les dispensó. La orden cisterciense de san Bernardo de Claraval y los que casi se podrían considerar su brazo armado, los templarios, están detrás de muchas de las apariciones de la Virgen María, porque, aunque a muchos creyentes no les gusta admitirlo, las apariciones marianas de la época no son más que milagros inventados por ellos para cristianizar lugares sagrados desde la antigüedad, o ¿sería más bien para perpetuar los lugares sagrados disimulándolos como cristianos? Algunos otros sitios fueron cristianizados (?) en vez de con la Virgen María con otros santos de significado heterodoxo (san Miguel, san Juan, san Bartolomé, san Cristóbal…) según la advocación pagana o uso que de aquel lugar se hiciera como santuario anteriormente, y muy pocas veces, paradójicamente, con Cristos.
En España, la Reconquista fue una época propicia para estas supuestas apariciones de Nuestra Señora, como se gustó denominarla en aquellos entonces y que se ha mantenido hasta ahora. Surgieron por todas partes historias milagrosas que repiten un guión muy parecido: en época de la invasión musulmana se escondió la imagen de la Virgen para protegerla de ser destruída, una escultura que había sido traida normalmente desde Tierra Santa y tallada por san Lucas, y tras permanecer oculta varios siglos es encontrada debido a alguna señal o aparición extraordinaria en el lugar por un pastor o campesino (que muchas veces tienen algún tipo de minusvalía física) en una cueva, dentro del tronco de un árbol, debajo de una campana enterrada, dentro de un muro o algo similar; la talla que se encuentra suele ser de madera, pequeña, sentada en actitud de majestad con el Niño Jesús en brazos, y su cara suele ser de tez morena o negra; la Virgen pide al que la encuentra que haga en su honor una ermita o santuario en el sitio donde estaba la talla, y si no se le hace caso y la imagen es trasladada ella siempre vuelve extrañamente de una manera u otra al lugar hasta que consigue que los paisanos hagan su voluntad.
Y es que el lugar donde se adora a la Virgen no puede ser cualquiera, debe ser donde la milagrosa aparición indique. En esos sitios hubo anteriormente algún culto pagano a la Diosa Madre, la dispensadora de vida y conocimiento, y su representación se solía hacer dentro de una cueva o dolmen, que simbolizan el útero materno, con una piedra sagrada, el betel, la casa de Dios y puerta del cielo, Ianua Caeli, siendo así un lugar sagrado en donde el hombre tomaba contacto con la divinidad dadora de bienes. De esta manera, las antiguas diosas, o Venus como se les suele denominar en arqueología, pasaron a ser las Vírgenes Marías, muchas veces negras, color que esotéricamente simboliza a la tierra fértil y la sabiduría iniciática, como bien sabían ya en Oriente los egipcios, Salomón e incluso los árabes.
¿Pero qué hace de un lugar con unas determinadas piedras, cueva, dolmen, etc. un sitio especial que merece ser considerado como sagrado? Porque se considera que allí es más fácil el contacto con lo divino, una especie de puerta hacia lo invisible que se produce porque precisamente allí existen ciertas fuerzas o energías que elevan a la persona hacia un estado de armonía y paz que mucha gente siente como cierto bienestar y alivio físico y mental, y que incluso a las personas más sensibles les lleva a entrar en un estado alterado de conciencia que les hace pasar la puerta que les conduce hasta esa otra realidad en una dimensión que nuestros sentidos ordinarios no perciben. Esas energías, cuando son positivas, son las que equilibran nuestros cuerpos y mentes, y elevan el espíritu humano, y son las que se conocen como fuerzas telúricas, es decir, fuerzas de la Tierra, que se manifiestan en determinados puntos del planeta por ciertas características del terreno como su composición, orografía (montes, fallas...), magnetismo, presencia de aguas, etc. El agua es un elemento muy importante, sobre todo las subterráneas, para que esas energías se hagan presentes, por eso muchos de los santuarios antiguos y modernos bajo la advocación de la Virgen María, están junto a un nacimiento o fuente, que por lo demás es otro símbolo alegórico y literal de vida. Tampoco hay que olvidar la importancia de la orientación de la cueva, dolmen, ermita o cualquier edificio que acoja la imagen sagrada, hacia posiciones especiales del Sol, la Luna o determinadas estrellas y constelaciones que dan su influjo energético desde el cielo hasta la Tierra.
Que desde el Paleolítico y el Neolítico, como se ha comprobado muchas veces, esos puntos especiales se conocieran y utilizaran, demuestra que desde siempre el hombre ha tenido sensibilidad por esas energías sutiles, es más, en la antigüedad ese sentido estaba más desarrollado que ahora en este tiempo en el que el materialismo se ha instalado arrogante pero en el que todavía la gente se moviliza, aunque no sepa bien por qué, hacia los lugares de poder.

domingo, 15 de noviembre de 2009

LA VIRGEN DE LA CABEZA

Con motivo del año jubilar, la Virgen de la Cabeza visita Jaén capital del 14 al 22 de noviembre. El papa Benedicto XVI la ha condecorado con la Rosa de Oro, la primera que lo recibe en España, privilegio con el que el Papa reconoce su patronazgo sobre la Diócesis de Jaén, la profunda devoción con la que es venerada y la amplia historia de su romería, la más antigua del país.
La leyenda de la aparición y comienzo de la devoción por esta Virgen es similar a la de otros casos, teniendo varios elementos típicos de este fenómeno religioso y esotérico. Según la leyenda, san Eufrasio, uno de los semimíticos varones apostólicos discípulos de Santiago y que comenzaron la cristianización de España, trajo de Tierra Santa una imagen de la Virgen María tallada por san Lucas a la que rendía culto y devoción. En el siglo VIII, cuando Andújar fue ocupada por los árabes, la imagen fue escondida entre unas peñas en uno de los cerros de Sierra Morena para evitar su profanación.
En 1227 un pastor de Colomera, Granada, llamado Juan Alonso Rivas Rodríguez, apacentaba su ganado en Sierra Morena junto a la cumbre del monte Cabezo, una comarca que hacía ocho años que había sido tomada por las tropas cristianas. El hombre era manco de uno de sus brazos, quizás una anquilosis o paralización total. Empezaron a llamar su atención las luminarias que divisaba por las noches sobre el monte y a las que se sumaba el tañido de una campana. Finalmente quiso salir de duda y en la noche del 11 al 12 de agosto del año 1227 resolvió llegar a la cumbre. Con temor llegó hasta ella y asombrado encontró en el hueco formado por dos enormes bloques de granito una imagen pequeña de la Virgen, ante cuya presencia se arrodilló y oró en voz alta entablando un diálogo con la Señora. La imagen le expresó su deseo de que allí se levantara un templo, enviándolo a la ciudad de Andújar para que anunciara el acontecimiento y mostrara a todos el milagro de la recuperación del brazo o de su movimiento para que dieran crédito a sus palabras. Bajó a la ciudad y anunció el suceso que no tuvieron más remedio que creer ante el testimonio de su brazo curado. Ciudadanos y autoridades subieron hasta el Cabezo encontrando la imagen, a la que llevaron hasta Andújar depositándola en la iglesia de Santa María la Mayor. Pero la Virgen quería que se le edificara la ermita en el lugar donde fue encontrada con lo que varias veces desapareció de la iglesia donde querían establecer su culto siendo encontrada en el Cabezo, hasta que se aceptó el deseo de la Señora. La construcción del santuario se inició en 1287 acabándose en 1304.
En ese periodo en el que se le daba culto en Andújar, se fundó en 1245 una cofradía que no suele tener la atención de los historiadores, religiosos y devotos, que resulta ser la Cofradía Noble de Caballeros Templarios. El comendador frey Bernardo de Aguilera se reunió con los vecinos para proponerles la creación de esta asociación piadosa cuyo núcleo sería formada por hidalgos. Esto es noticia de Argote de Molina en su "Nobleza de Andalucía", y ha sido confirmado por algún investigador moderno. La presencia de los templarios por la provincia de Jaén ya es de por sí significativa por lo escasamente documentada que está, pero que estén los templarios implicados en la fundación de una cofradía es sorprendente ya que hace sospechar seriamente que ellos estuvieron implicados, como en otros lugares de la geografía europea, en el fomento de la devoción a la Virgen e incluso en la invención de la historia prodigiosa que la creara en este particular monte del Cabezo, seguramente por algunas antiguas cualidades sagradas y energéticas que posee y que para las creencias populares y sencillas no son más que manifestaciones de la Madre de Jesucristo en vez de la Madre Tierra.
La actual imagen, tallada por José Navas Parejo en 1944, fue hecha porque la antigua desapareció, destruida o escondida, durante la Guerra Civil cuando unos doscientos guardias civiles del bando nacional, con sus familias, resistieron más de un año en el santuario el asedio de los republicanos hasta que al final en 1937 fue tomado con el resultado de la destrucción del edificio y buena parte de su patrimonio. El santuario se reconstruyó en 1940 como era anteriormente pero la imagen de la Virgen de la Cabeza no se recuperó, unos dicen que destruida, otros que escondida en algún paraje cercano o muy lejos, en México.



La imagen moderna representa a la Madre y Señora de tez morena sentada sobre un pequeño sitial sin respaldo, sosteniendo al Niño en su brazo izquierdo y ofreciendo un pequeño fruto rojizo en la mano derecha, interpretado como un madroño dada la abundancia de este fruto en la sierra. La imagen de María viste túnica carmesí ceñida con un pequeño cíngulo o efed de líneas verticales, al estilo hebreo, manto azul estofado en oro, en alusión a la Encarnación y a su Inmaculada Concepción y tocado blanco que deja ver el cabello moreno que le cae sobre los hombros. El Niño viste túnica clara como redentor del género humano y porta en su mano izquierda una esfera dorada al tiempo que con la derecha muestra a su Madre. Las características iconográficas de la antigua imagen morena, recogidas por diferentes investigadores, indican que era una talla posiblemente románica. Portaría al Niño en su brazo izquierdo, mientras que con el derecho le ofrece una manzana, convirtiéndose así en la nueva Eva que ofrece la manzana como fruto de salvación según la visión católica pero que no deja de ser otro símbolo heredado de las antiguas diosas con el significado del fruto del conocimiento que otorga la inmortalidad. El Niño tiene en su mano una pequeña bola, representando al mundo, y simbolizando la idea de Jesús hombre y salvador, Señor de toda la tierra, a la que redime con su muerte y resurrección.

La antigua imagen de la Virgen de la Cabeza.

jueves, 12 de noviembre de 2009

ANDALUCÍA, SU VERDADERA HISTORIA. 1ª parte.



Un símbolo ancestralmente andaluz: la estrella de ocho puntas. A lo largo del tiempo, tartesios, turdetanos, béticos, andalusíes, en definitiva, los andaluces la han tenido como su símbolo, bien con la forma típica de estrella o como dos cuadrados superpuestos, figura esta que ya se utilizó en la Andalucía romana y que los árabes asimilaron y llamaron “rub al-hizb”.
Su significado: el Sol o/y el planeta Venus, que es la estrella de la mañana o lucero del alba (Eósforo/Lucifer, portador de la aurora/amanecer/luz) y la estrella de la tarde o lucero vespertino (Héspero/Vesper, el atardecer, occidente). Los ocho rayos de la estrella podrían venir de los puntos principales del ciclo sinódico Sol-Venus. Como símbolo de Venus sería representación de lo sagrado femenino, es decir, de la Diosa Madre, que los fenicios llegados hasta aquí llamaban Astarté, los cartagineses Tanit y los griegos Afrodita y Deméter; sería la Isis egipcia. Quizás inicialmente signifique dios/cielo, como para los antiguos sumerios, aunque para estos también simbolizaba a una gran diosa asimilable a las anteriores, Inanna/Ishtar.


Duplo y cuarto de Malaca con estrellas de ocho puntas (finales del s. III a.C. y principios del s. I a.C.)

Otros ancestrales símbolos andaluces: el sagrado toro y la media luna creciente, que en representaciones simbólicas podían acompañar a la estrella de ocho puntas. El toro como símbolo masculino y la luna como femenino.


Semis de Kastilo y Obulco con toro y creciente (mediados s. II a.C. y mediados s. I a.C.)

sábado, 7 de noviembre de 2009

LA MESA DE SALOMÓN: ¿EN TOLEDO O EN JAÉN? Segunda parte

Como segunda introducción al tema de la Mesa de Salomón considero que lo mejor es el segundo reportaje que Iker Jiménez puso en su programa "Cuarto Milenio" al poco del primero, pues ciertamente está intrigado por este tema, como todos los que de alguna manera se interesan por él, como yo mismo, que no tuve más remedio que incluir este enigma y todas sus ramificaciones principales en el libro "El Dragón de Jaén", pues en realidad todos los misterios se relacionan.
En este buen segundo reportaje las protagonistas son la lista de los buscadores de la cava que parece ser que se encontró en la catedral de Jaén y la lápida templaria de Arjona que tan famosa ha hecho Juan Eslava Galán al relacionarla con las inscripciones que podría tener la original Mesa o Espejo de Salomón, y que fue una de las que elaboraron la logia de los Doce Apóstoles, quizás herederos de ese antiguo conocimiento salomónico y/o hermético. En el interesante debate que le sigue continua la "guerra" entre Toledo y Jaén por la ubicación de la Mesa y su verdadera naturaleza e historia, y parece que se inclinan hacia Toledo debido principalmente a algunas crónicas musulmanas medievales, pero es que de Jaén no aportan casi nada...
Como dije en la anterior parte, próximamente iré ampliando la información que se da en estos videos y expondré otros datos que consolidarían la teoría de la relación de Jaén con la Mesa.








viernes, 6 de noviembre de 2009

LA MESA DE SALOMÓN: ¿EN TOLEDO O EN JAÉN?

Sobre el apasionante tema de la Mesa de Salomón iré describiendo más adelante diversas investigaciones y opiniones. Sirva como de primera introducción el reportaje que Iker Jiménez incluyó en su programa "Cuarto Milenio" en el que Toledo es protagonista pero también Jaén es nombrada como la principal alternativa respecto a la ubicación y búsqueda de este objeto sagrado:

Lo siento, los videos han sido suprimidos. Si se vuelven a poner los colgaré de nuevo en este post. Los videos del siguiente post sobre la Mesa de Salomón también fueron suprimidos pero han sido de nuevo puestos por otro usuario, con lo que he podido restituirlos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Libro "EL DRAGÓN DE JAÉN". Las claves ocultas de la enigmática Capital del Santo Reino.

La milenaria ciudad de Jaén se presenta como uno de los lugares más misteriosos de Andalucía y España. Capital de una provincia cuyo sobrenombre es Santo Reino, otra realidad paralela a la conocida y aceptada se deja entrever en muchas de sus historias, tradiciones y leyendas.
¿Qué significado tiene la leyenda del “lagarto de la Magdalena”? ¿Qué sentido tiene que se apareciera la Virgen María y se paseara por sus calles con un cortejo celestial? ¿Por qué es la heterodoxa Santa Catalina de Alejandría su patrona? ¿Cuál es la dimensión esotérica de una joya arquitectónica como es la Catedral? ¿Hay un mensaje conjunto de conocimiento espiritual encerrado en sus templos? ¿Por qué está tan arraigado en esta tierra lo de los tesoros ocultos? ¿Es uno de esos tesoros la Mesa de Salomón? ¿Es por eso que la ciudad tuvo una de las comunidades judías más numerosas y destacadas de Sefarad?
Nuevos y sorprendentes datos se revelan en esta obra que hacen ver a Jaén como una ciudad realmente especial y conectada sutilmente con los grandes enigmas de la Humanidad desde la más remota antigüedad.




Es bien conocida la leyenda del lagarto de la Magdalena que se cobijaba en la cueva de la fuente de la Magdalena atemorizando a la población y que muere reventando porque devora un cordero relleno de yesca o pólvora debido a la pericia de un preso liberado o un pastor, o lanceado por un caballero con traje o armadura de espejos. En realidad esta leyenda es la versión jiennense del dragón vencido por el héroe, que se suele considerar medieval pero que tiene sus raices como poco en la época de la antigua Grecia. Se le ha querido dar una explicación más histórica que esotérica diciendo que es la imposición hace milenios de los cultos patriarcales, representados por el héroe, sobre los matriarcales, simbolizados por el dragón. Pero sin dudar que esto fue cierto, hay que tener en cuenta que la leyendas draconianas, incluida la de Jaén, tienen elementos esotéricos bien conocidos que de forma resumida significarían lo siguiente: el dragón, es decir, la gran serpiente, es el elemento femenino, son las fuerzas telúricas, es decir, terrestres, que proporcionan vida, fertilidad y que guardan un conocimiento importante; el héroe es solar, masculino, que debe adquirir o liberar el conocimiento oculto que protege el dragón y para ello debe vencerlo. Esta leyenda, con estas connotaciones, se difundió mucho en la Edad Media, pero ya antes los antiguos griegos la escenificaron perfectamente con uno de los mitos incluidos en los trabajos de su héroe por excelencia, Heracles – Hércules; en él, Heracles, buscando el conocimiento que da la inmortalidad, consigue robar las manzanas doradas del árbol sagrado del jardín de las tres hermanas Hespérides, y para ello, en la versión más extendida, mata al dragón que protege ese árbol de las manzanas de oro. Y los más importantes mitos griegos tienen su representación en el cielo; en este caso, Zeus, el dios supremo, elevó u homenajeó al dragón, que había muerto defendiendo al árbol del conocimiento, con las estrellas que forman la constelación del Dragón. La astroarqueología, incorporada por fin a la investigación científica pero todavía con ciertas reticencias, está haciendo que se admita la enorme importancia que nuestros antepasados daban al cielo y sus astros dentro de su concepción de la religión y la espiritualidad, pero no solo en lo teórico o abstracto sino también en lo concreto, de tal forman que orientaban sus edificios sagrados, según el significado que se le quisiera dar, a las salidas del Sol, o de la Luna, o de un planeta o estrella significativa, o un conjunto de templos imitando en la tierra a una constelación destacada. Si localizamos en un plano de Jaén los lugares que ocupan los principales templos del casco antiguo y los observamos en conjunto se comprueba que forman una curiosa figura en la que muy pocas y pequeñas variaciones son posibles y que resulta ser el dibujo de la constelación del Dragón. En una ciudad como Jaén en la que tan presente está desde tiempos inmemoriales la leyenda del lagarto – dragón parece que se imita extraordinariamente la constelación del Dragón, precisamente la del mito de la lucha del héroe con el monstruo. Los edificios implicados son la capilla de Santa Catalina (en el castillo), la iglesia de la Magdalena, el convento de Santo Domingo (dedicado a Santa Catalina), la iglesia y capilla de San Andrés, la iglesia de San Bartolomé, el Arco de San Lorenzo, la iglesia de la Merced y la Catedral, que sería la cabeza del dragón. Y esto, lo de la correlación estelar, en esoterismo, es aplicación de un precepto hermético, es un conocimiento básico para comprender la creación: como es arriba en el cielo, es abajo en la tierra; de tal forma que lo que se simboliza al disponer los templos de esa manera especial es que la tierra es un espejo del cielo.




Partiendo de esto, toman mayor sentido ciertos misterios destacados de la ciudad. Que la Virgen de la Capilla con un cortejo celestial se apareciera en 1430 yendo desde la catedral hasta la, por entonces, capilla de San Ildefonso, en donde se sentó en majestad con el Niño, es, si lo vemos en un plano, que la Virgen salió de la cabeza del dragón y se situó por encima de él, en San Ildefonso, donde la leyenda dice que el lagarto reventó, justo en la situación que en el cielo tiene la constelación de Hércules, el que mata al dragón, con lo que se nos está indicando que la Virgen María vence al dragón, la serpiente, el demonio según el cristianismo. Y todo esto concuerda perfectamente con el extraño escudo de la Catedral, en el que un monte rodeado de murallas, representando a la ciudad, tiene encima como protegiéndola un dragón, y sobre él la Virgen con el Niño sentada en un trono al igual que la Virgen de la Capilla. Se puede decir que el escudo de la catedral informa de la extraordinaria configuración sagrada de sus templos y su esotérico significado.






Hay que tener en cuenta que las amplias características que se le asignan a la Virgen María son resultado del sincretismo religioso con la Diosa Madre pagana y grecorromana. Esta Diosa Madre ha sido representada desde la antigüedad como un ave palmípeda, normalmente una oca, que lucha con la serpiente, en una dualidad femenina en la que el ave quiere dar conocimiento y vida, y la serpiente ocultarla y protegerla. Justo lo que se representa en la conocida “fuente del pato”, en el centro del casco antiguo de Jaén, y que es de significado similar a lo que el escudo de la catedral muestra. Pero es que hasta Santa Catalina, patrona de Jaén junto a la Virgen de la Capilla, no es otra cosa que la cristianización de la poderosa y sabia diosa triple Hécate, constituida por las diosas griegas Perséfone, Artemisa y Selene; Santa Catalina es entonces heredera de los atributos de poder y sabiduría de esta oscura y, a la vez, luminosa diosa que une el mundo material con el espiritual. Y en cuanto a las tríadas femeninas es curioso que en Jaén exista la popular cancioncilla medieval de las tres morillas (Aixa, Fátima y Marién), las tres bellas hermanas que iban a coger olivas y manzanas y las hallan cogidas, es decir, robadas. Esto es muy parecido a lo que cuenta el mito griego de las tres hermanas Hespérides (la triple diosa madre – Santa Catalina) a las que Hércules les roba los frutos dorados del árbol sagrado que protegía la serpiente – dragón.
Por si fuera poco para dar a Jaén un alcance mitológico, resulta que hace algo más de una década se hizo el hallazgo arqueológico de una gran ciudad de la Edad del Cobre, de hace unos 5.000 años, en la zona de Marroquíes Bajos (donde continuan las excavaciones y los estudios), con un diseño magnífico a base de grandes fosos circulares, algo único en el mundo y que recuerda mucho a la ciudad capital de la Atlántida que describiera Platón. Es muy posible que en un principio la mayor parte de la población viviera en esa zona más bien llana, a dónde llegaban numerosas aguas, y arriba, al pie del monte de Santa Catalina estarían los principales altares y templos, junto a los sagrados manantiales de agua de la actual Magdalena y de Santa María, que pasaba por donde ahora está la Catedral, lugar que pudo acoger un gran dolmen. Abajo, en el llano, una ciudad antiquísima al estilo atlante, es decir, de Atlas, el mítico rey que contaba entre sus hijas a las Hespérides, que vivían en el sagrado jardín de su padre guardando el árbol de las manzanas de oro junto al temible dragón, mito que precisamente parece ser representado arriba, en la ciudad junto al monte de Santa Catalina. Por mucho menos que esto otras ciudades presumen de un pasado esplendoroso, pero este Jaén, de aires mitológicos, esotéricos y mágicos (como atestigua su relación con la Mesa de Salomón), permanece callado y casi ignorante de su sorprendente pasado.

Estos datos y otros muchos más se describen ampliamente en el libro “El Dragón de Jaén” con numerosas fotografías y planos.

IANUA CAELI

Ianua Caeli: la Puerta del Cielo. Esta expresión, que ha sido asignada por el cristianismo como otro de los lemas o atributos de la Virgen María, tiene un significado hermético muy importante.
La Obra filosófica (hermética y alquímica), que es la expresión de la sabiduría divina, la reproducción de la obra de la Creación, comienza con el descubrimiento y primer tratamiento de la piedra. Esta piedra es el bethel, betel o betilo, la Casa de Dios, el lugar sagrado. Salomón en su Libro de los Proverbios (9,1) dijo que “la Sabiduría edificó su casa”, y Jacob, tras tener la visión de la escalera que llegaba hasta el cielo por la que subian y bajaban ángeles cuando dormía apoyado en la piedra–roca sagrada del monte Moriah de Jerusalén, exclamó “este es un lugar terrible, no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo” (Génesis: 28,17). La casa de Dios y su puerta forman parte del mismo edificio; la casa de Dios es la piedra, el betel, sobre la que se edifica la Obra y es la puerta de entrada que permite la conexión, la participación y la vivencia del saber divino, que los ángeles enseñaron a los hombres, y que es la ciencia que reproduce el orden de las leyes celestiales, de las formas de creación naturales, del comportamiento del Principio creador de todo cuanto existe.
La piedra es el principio femenino, material, de la Creación; por eso en la antigüedad se le denominó como Diosa Madre y el cristianismo la asimiló como la Virgen María.
El descubrimiento y el conocimiento de esta piedra, del betel, del mercurio de los sabios alquimistas, supone la introducción en el mundo hermético que se rige por las leyes emanadas de un principio divino. Es nuestra entrada o puerta del cielo, Ianua Caeli.

Continuará...