miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA GIOCONDA DEL PRADO

La Gioconda del Prado es un maravilloso óleo sobre tabla de 76 cm por 57 cm, de autor anónimo, fechado entre 1503 y 1516. Se considera la mejor copia de "La Gioconda" o "La Mona Lisa" de Leonardo da Vinci (Louvre, París), y a partir de 2010, con su restauración, se descubre que esta del Museo del Prado (Madrid) fue pintada al mismo tiempo que la original y, por tanto, tiene que ser de un discípulo suyo muy cercano y hábil, quizá Francesco Melzi o Andrea Salai, si bien expertos italianos apuntan a un discípulo español, acaso Fernando Yáñez de la Almedina o Hernando Llanos.
Alessandro Vezzozi rechaza las atribuciones a Melzi o Salai señalando que da Vinci documentó en sus manuscritos al autor como un «Fernando, pintor español» que podría ser Fernando (variante de Hernando) Llanos o Fernando Yáñez de la Almedina. También Pietro Marani, considerado el principal experto en Leonardo, descarta la autoría de Salai o de Melzi, que aún no era ni aprendiz de Leonardo.

La Gioconda del Prado antes de la restauración.

La Gioconda del Prado tras la restauración muestra un magnífico estado.

La Gioconda española se conserva mucho mejor que la original, considerada sumamente frágil y que los responsables del Louvre se niegan a restaurar por los riesgos que implica. Según los expertos, este cuadro gemelo permitirá descifrar algunos de los famosos misterios que rodean al original.
Su estado de conservación es mucho mejor que el de la obra del Louvre por la naturaleza de la tabla de mejor calidad, siendo de nogal con un grosor de 18 mm, a diferencia de la obra del Louvre, de chopo, de inferior calidad y de 13 mm de grosor. Su aspecto más limpio y su ejecución más nítida permiten obtener información sobre el paisaje de fondo y sobre detalles de elementos poco visibles en el cuadro de París: el color pelirrojo del cabello, el vestido, el velo, la silla... La tabla de tan buena calidad suscita interrogantes sobre quién encargó la obra. Según palabras de Almudena Sánchez Martín, restauradora del Prado, "el nogal es una de las maderas de mayor calidad, una madera cara, que no la utilizaban muchos pintores, nada más que los que podían permitírselo, y ha demostrado a lo largo de 500 años la gran estabilidad que tiene esta madera con el paso del tiempo". Según palabras de Ana González Mozo, "el cielo está pintado con lapislázuli, es una obra hecha con materiales de mucha calidad,... los materiales son muy buenos, nadie trabaja con materiales tan buenos si no es un encargo importante". Asimismo el periodista Javier Sierra ha comentado que "también presenta laca roja, que es también muy rara, un material muy costoso".
Vincent Delieuvin, conservador de pintura italiana del museo del Louvre, afirmó, en una entrevista de la revista Ars Magazine en su número 15, que "es muy posible que Leonardo interviniera en La Gioconda del Prado" así como que "los arrepentimientos que se aprecian en estas copias de taller tienen relación con los dibujos autógrafos de Leonardo y seguramente puedan tener intervenciones suyas", haciendo referencia a una carta de Pietro de Novellara a Isabel de Este donde le relataba una visita al taller de Leonardo en Florencia en 1501. Asimismo, en el dibujo del paisaje de la obra del museo del Prado, a la derecha de la figura, hay estrechas relaciones con el dibujo de Leonardo da Vinci llamado "Masa rocosa", datado hacia 1510-1515 (conservado en el castillo de Windsor), de ahí que la datación del cuadro del Prado se dilate en el tiempo hasta el 1516.

La Gioconda del Louvre.

Todos estos datos reconocidos oficialmente dejan entrever ciertos misterios sobre la Gioconda del Prado. Ya es muy llamativo que esta Gioconda, seguramente retrato de Lisa Gherardini, fuera pintada a la vez que la del Louvre en el taller de Leonardo y seguramente bajo su supervisión como poco, y que además esté realizada con mejores materiales.
Javier Sierra narra bien el enigma de la Gioconda de Madrid abriendo una fascinante posibilidad:
Ya a principios del siglo XX la obra había estado envuelta en polémica. Con el robo de la Gioconda del Louvre, la prensa volvió los ojos hacia esta poco considerada obra; un desconocido que firmaba como "The Spaniard" envió en 1911 una carta a The New York Herald aduciendo detalles técnicos que demostraban que el cuadro era un auténtico Leonardo. Según este anónimo, las descripciones que Vasari (el biógrafo de los principales artistas del Renacimiento, contemporáneo de ellos, y a quien debemos el título del cuadro) había hecho de la pintura de Leonardo se correspondían más con el cuadro del Prado que con el del Louvre.
Cuando un siglo después, a principios de 2011, se comprobó que el fondo negro de la obra era un añadido de 1750 y se procedió a retirarlo, apareció un paisaje idéntico al de la Gioconda de París. La noticia corrió alrededor del mundo con gran revuelo en los círculos artísticos y llamadas a la prudencia por parte de los responsables del museo del Prado.
Hay varias lagunas en torno a esta obra que son dignas de mención. La primera es su propia procedencia. La mención más antigua al cuadro de Madrid data de 1666 y se encuentra en el inventario de obras del Alcázar de Madrid. La hipótesis de los expertos es que fue un regalo de Diego Mesía, gobernador de Milán y experto en arte, a la corte española. Otra hipótesis apunta a que quizá lo importó a España Pompeo Leoni, escultor de Felipe II, el mismo que había adquirido de Orazio (hijo de Melzi, heredero universal de Leonardo) los dos códices de da Vinci que hoy se custodian en la Biblioteca Nacional.
El segundo enigma, sobre el que se han vertido ríos de tinta, se refiere a la identidad de la dama retratada. Vasari había descrito así la pintura: "En las cejas se apreciaba el modo en que los pelos salen de la carne, más o menos abundantes y, girados según los poros, no podían ser más reales."
Curiosamente, la Gioconda de París no tiene cejas, y estas no aparecen tampoco en las radiografías de la tabla, mientras que sí son bien visibles en la Gioconda de Madrid.
Existe también un boceto de Rafael Sanzio realizado en una de las visitas al taller de Leonardo, que muestra una dama más juvenil que la del Louvre flanqueada por dos columnas. Este elemento apenas se insinúa en la Gioconda francesa, pero sí destaca (y mucho) en la del Prado.
Javier Sierra ha encontrado otra pista en el Trattato dell’arte della pittura, escrito por un discípulo de Rafael llamado Giovanni Paolo Lomazzo, en donde dio con un encendido elogio a las obras de Leonardo; el autor las enumera y entre ellas alude a "la Gioconda y la Mona Lisa», es decir, ¡las cita como dos obras diferentes!


Por tanto, de una manera u otra, se abre la magnífica posibilidad de que la Gioconda del Prado sea una obra auténtica de Leonardo da Vinci que ha estado durante siglos en las Colecciones Reales de España hasta hoy que se muestra en el Museo del Prado de forma continua y llamando poderosamente la atención de las miradas con su mirada... y su sonrisa.



viernes, 31 de octubre de 2014

TODOS LOS SANTOS EN JAÉN... SAMAÍN.

Era costumbre, y sigue siendo todavía en buena medida para mucha gente, celebrar en Jaén el día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, con una gran cena familiar de casi la misma importancia que la de Navidad. Antiguamente ese día el sonido de las campanas dominaba toda la ciudad. Desde las tres de la tarde, después de los credos, doblaban a muerto en la catedral, en las iglesias, en los conventos; lentas, reiterativas, las campanas se hacían dueñas de la población y encogían los ánimos; también durante la noche, y en lo alto de las torres los campaneros encendían fuegos que arrojaban siniestros resplandores.



Las visitas al cementerio, el desfile de coronas y de flores, de mantos y lutos, los responsos entre las tumbas, las carteleras de “Don Juan Tenorio”, todo contribuía a impresionar, a predisponer a las gentes para conmemorar el inmediato día de los Fieles Difuntos y asistir a las tres misas de privilegio.


Por las calles de la ciudad se situaban las castañeras, los paveros y los vendedores de mieles. Después de cantadas en los templos las vísperas de difuntos, las familias se reunían para rezar el rosario, comenzar la novena o el mes de ánimas. Se juntaban en casa de los abuelos o de los padres, si aquéllos faltaban, y se encendían lamparillas, una por el alma de cada allegado, otras por todos los difuntos. También se prendían las mariposas, muchas veces puestas dentro de las calabazas y melones ahuecados que tanto les gustaban, y gustan, a los niños para pasearlos por las calles. Y con ocasión de estas reuniones familiares se cenaban los platos propios del otoño. Una sopa sustanciosa, una verdura y el pavo de los Santos, acompañado de las primeras aceitunas de cornezuelo y de buenos vinos, y de postre castañas y batatas asadas, y las gachas con picatostes; luego se incorporaron dulces como los huesos de santo o los buñuelos. Después de la cena tan copiosa el tiempo transcurría entre los recuerdos de los que se fueron, hasta el momento de irse a dormir en una noche que para muchos era de sobrecogimiento y temor. El miedo a las almas errantes hacía que en la noche de vísperas del día de difuntos las gentes taparan las cerraduras de las puertas con las típicas gachas, para así evitar que en aquella inquietante noche entraran por ellas a sus casas.
Y este recuerdo de los queridos difuntos se estiraba devoto durante todo noviembre en una ciudad en donde había muchas cofradías dedicadas a las benditas Ánimas del Purgatorio; era el mes de Ánimas, el dichoso mes, que entra con los Santos y sale con san Andrés.
El tiempo fue suavizando las costumbres de aquel día, los rezos empezaron a relegarse y la cena fue perdiendo su carácter solemne y de tristes o respetuosos recuerdos. Y ahora solo queda una sombra de esta tradición, tan presionada por superficiales y comerciales costumbres estadounidenses, pero a pesar de todo sigue sobreviviendo y teniendo su encanto… Por cierto, parece ser que el hecho de hacer una gran cena familiar era costumbre peculiar de la ciudad de Jaén y no de otros lugares del entorno, teniendo un origen y motivación desconocidos pero de raiz muy popular… Quizás habría que remontarse al Samaín…
El Samaín, como se dice en Galicia, o Samhain para los británicos o Samonios para los galos, es la festividad de origen celta que está en la base de las tradiciones de los días de Todos los Santos y de Difuntos. Era la más importante de la antigua religión que no solo hay que considerar celta y que dominó Europa hasta la llegada e imposición del cristianismo a partir de finales del siglo II, celebrándose en tiempos más recientes siempre en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre pero que originalmente abarcaba tres noches que oscilaban alrededor del 5 de noviembre, en medio del equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, cuando hubiera Luna llena. En el Samhain, que en su etimología gaélica significa “fin del verano”, se celebraba el final de la temporada de cosechas y sobre todo el Año Nuevo celta, que comenzaba con la estación oscura o invernal de seis meses que duraba hasta primeros de mayo; además era la fecha clave para reverenciar a los antepasados. Por tanto, era una fiesta de transición, por el paso de un año a otro, y también de apertura al otro mundo, el de los muertos, con una serie de festividades que duraban tres días con sus noches y que finalizaban con la fiesta de los espíritus en la noche de Luna llena, y con ello se iniciaba el Año Nuevo.


Los celtas celebraban esta fiesta con ritos en los cuales los sacerdotes druidas, sirviendo como médium, se comunicaban con los antepasados esperando su guía en esta vida o la preparación para la otra en el Más Allá. Se creía que los espíritus de los ancestros venían en esa fecha a visitar sus antiguos hogares y la comunicación con ellos era más fácil. Se encendían velas y se dejaban en las habitaciones o en las ventanas para ayudar a guiar al hogar a los espíritus de los antepasados y de los seres queridos fallecidos. Incluso algunos ponían más sillas en las mesas y alrededor de las chimeneas para los invitados invisibles. En algunos sitios se preparaba una comida especial para los difuntos, que solía ser algún tipo de pastel o torta. Para los espíritus perdidos o que no tenían descendientes se ponían manzanas en las calles y en los caminos, y para mantener a otros espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares dejaban comida fuera, en las puertas o en los altares. Se vaciaban nabos o melones, posteriormente también calabazas tras el descubrimiento de América, para ponerles velas dentro como recordatorio de los difuntos y hacer una especie de procesión de almas. Algunas de estas costumbres siguen vivas con el sabor original en zonas de Galicia (donde ya se ha dicho se llama Samaín) y también de León, Zamora y el norte de Cáceres. Y Samhain o Samonios es como se llamaba para los antiguos celtas su primer mes del año, el que ahora es el mes de noviembre, con lo que todo el mes podría estar dedicado a las ánimas, como era costumbre en Jaén.
En la mitología celta, los áes sidhe o pueblos feéricos, es decir, de las hadas, también celebraban Samhain y dejaban más abierta la posibilidad de interactuar con los humanos. En la víspera de noviembre las hadas, de aspecto y altura humanos, podían tomar maridos mortales y se abrían todas las grutas de las hadas para que cualquier hombre que fuera lo suficientemente valiente pudiera entrar y admirar sus palacios llenos de tesoros. Pero eran muy pocos los hombres que se aventuraban voluntariamente en aquel reino encantado, pues sentían por las hadas un gran respeto mezclado con temor.


De esta manera, en Samhain o Samaín se abría el portal hacia el mundo de los muertos y otras dimensiones, era el momento perfecto para la comunicación, la adivinación y las invocaciones.

Extraído de uno de los capítulos del libro "Jaén paranormal".

lunes, 22 de septiembre de 2014

EL GOLFO TARTÉSICO, EL LAGO LIGUSTINO Y TARTESSOS

Alrededor del Golfo Tartésico y el Lago Ligustino o Ligur se centraba la cultura o civilización tartesia, de tanta importancia no solo para la historia de España. Sus connotaciones respecto al origen de la civilización occidental son grandes hasta el punto de sospechar que se trataba de un foco cultural de primer orden, quizás equiparable, en la época conocida como pretartesia, a los del oriente mediterráneo, e incluso, para los más atrevidos, heredera de la civilización madre de la Atlántida.


Pero esto no es el tema de este artículo, sino el aclarar la antigua geografía y su datación, es decir, la paleogeografía de la zona que se considera germen de esta cultura y lugar de ubicación, por tanto, de su capital, Tartessos, que dio nombre a toda esta civilización.
Para empezar, y muy importante, la situación del Lago Ligustino siguiendo la línea de investigación tan extendida que encabezó el estudioso alemán Adolf Schulten (1870-1960) es errónea.


Así se sigue considerando por muchos al Lago Ligustino en época romana pero hay estudios bien fundamentados que plantean que este lago no existía como tal en época romana ni antes en esa zona, que sería más bien en época romana un estuario con marismas parecidas a las actuales, y que el Lago Ligustino estaba más arriba en el curso del Betis - Guadalquivir. Por tanto, este mapa es erróneo en considerar que en época romana había una extensión de agua tal en esa zona y que se llamara Lago Ligustino. Hubo agua, pero fue antes y era el estuario o golfo Tartésico.
El golfo en la desembocadura del Guadalquivir tuvo que ser del III milenio a.C. para atrás. Porque luego la configuración de esa zona ya fueron marismas parecidas a las actuales. De esta manera, en la época tartésica oficial y luego en la época romana, las marismas y la línea costera son muy similares a las de ahora, con más agua, pero siempre de tipo marisma. Y si existió un Lago Ligustino fue más arriba en el curso del Guadalquivir, desde Sevilla hacia arriba. Lo del Lago Ligustino es una mala interpretación del texto de la Ora Marítima de Avieno (siglo IV d.C. basándose en escritores más antiguos): "Pero el río Tarteso (Betis - Guadalquivir), fluyendo desde el lago Ligustino, a campo traviesa, envuelve una isla de pleno con el curso de sus aguas. No corre adelante por un cauce único, ni es uno solo en surcar el territorio que se le ofrece al paso, pues, de hecho, por la zona en que rompe la luz del alba, se echa a las campiñas por tres cauces; en dos ocasiones, y también por dos tramos, baña el sector meridional de la ciudad (Tartessos)." El texto no dice que estuviera en la desembocadura sino más arriba de su curso final, desde el cual fluye. También nos indica que justo al final del Lago Ligustino estaba la capital tartesia, en la zona actual de Coria del Río y La Puebla de Río, en lo conocido como estrecho de Coria donde aún el cauce del Guadalquivir desemboca en las marismas, que eran en época tartesia ya unas marismas, aunque más abiertas a las aguas del río y el mar, que habían sustituido al anterior Golfo Tartésico.



En estos dos mapas se nombran correctamente el Golfo Tartésico y el Lago Ligustino o Ligur. La superficie de agua delante del océano era el Golfo Tartésico y al norte el río desembocaba en él a la altura de Coria formando antes el Lago Ligustino. En el primer mapa se incluyen los nombres histórico-legendarios de los diferentes lugares del entorno según una posible teoría. La capital, Tartessos, estaría situada en unas islas en la desembocadura del río Guadalquivir en el Golfo Tartésico, junto a Coria. Para otros, el Lago Ligustino podría estar ahí, quizá más arriba, pero el Golfo Tartésico no existiría como tal, sino que era ya un estuario con marismas que llegaban hasta una línea de costa cercana a la actual. Por tanto, este mapa podría ser más posible del milenio III a.C. para atrás, es decir, de la Edad del Cobre hacia atrás.


En este mapa se amplía la zona de Coria del Río (Sevilla), la antigua Caura, posible ciudadela y fortaleza de Gerión o Caureón, frente al cual podría estar la ciudad de Tartessos, en las islas Eritías que formaban el delta de la desembocadura del río Guadalquivir desde el Lago Ligustino al norte del Golfo Tartésico, que para otros ya era desde finales del III milenio a.C. un estuario con marismas. Se trata de una hipótesis muy interesante y plausible basada en diversos estudios bibliográficos, históricos y geológicos del coriano Francisco José Barragán de la Rosa, profesor de Química de la Universidad de Sevilla, con la colaboración del investigador también coriano Antonio Alfaro Suárez.

Pero, como estamos viendo, no coinciden las fechas geológicas con las históricas de las descripciones antiguas, pues estas parecen indicar un Golfo Tartésico más abierto en época tartesia e inmediatamente posterior. Quizás sean malas interpretaciones actuales al pensar que decir que el río desembocaba tras el Lago Ligustino es que ya lo hacía en una superficie abierta de agua, cuando en realidad lo estaba haciendo en unas marismas, más abiertas que ahora, sí, pero unas marismas que evidentemente no eran el océano todavía.
Para dar luz sobre la paleogeografía de la desembocadura del Guadalquivir creo importante hacer caso al estudio realizado por el profesor de la Universidad de Huelva Francisco Borja Barrera.


En estos tres mapas se condensan sus conclusiones:
1.- 6.500 a.C., cuando mayor extensión tuvo el entrante marino y estuario del río. Se mantuvo prácticamente así hasta el 5.000 a.C.
2.- Entre los milenios II y I a.C. Se corresponde a la época de la civilización tartésica admitida oficialmente, la de las descripciones de los clásicos griegos y romanos. Desde unos 1.500 años antes, hacia el 3.000 a.C., se aceleró la acumulación de depósitos en el estuario formándose las marismas.
3.- Últimos mil años. Se completan las marismas hasta el día de hoy.

Según estos esclarecedores mapas y su cronología, vemos que ya en época tartesia existían las marismas pero con los cauces del río mucho más grandes permitiendo un mayor flujo del agua marina que se haría evidente en las mareas. Aún hoy las mareas se notan en Coria, por entonces serían mucho mayores. Pero que el estuario, es decir, el Golfo Tartésico, estuviera todavía abierto es cuestión de unos mil años antes, hacia el 2500 a.C., como confirma Juan Antonio Morales González, también de la Universidad de Huelva, que encaja perfectamente con estos mapas, entre el 1 y el 2, en la época en que los sedimentos empezaron a tomar protagonismo y a formarse las marismas en el milenio III a.C.
Al mismo tiempo estos mapas nos dejan claro que la desembocadura del río Guadalquivir al Golfo Tartésico siempre ha sido por el estrecho de Coria desde el Lago Ligustino, que no está incluido en ellos. Y, por tanto, abre aún más la posibilidad de que la capital de Tartessos estuviera en esa zona, como parecen indicar los textos antiguos como la Ora Marítima de Avieno, y descartar algo más que se situara más abajo, en las inestables tierras de las marismas y cercanas al océano Atlántico. Solo hay que repasar la situación de las principales poblaciones actuales herederas de las antiguas y de los templos y santuarios antiguos para darse cuenta que todos se sitúan en la costa de aquel Golfo Tartésico que luego se hizo marisma, es decir, estaban en tierra firme y estable desde el principio de esta civilización tartesia, allá por la época megalítica hace como poco seis milenios.
¿Por qué no se ha encontrado aún la ciudad de Tartessos si posiblemente estuvo junto a Coria y Puebla? Quizás, como en la teoría antes expuesta de Francisco José Barragán y Antonio Alfaro, porque si estaba en unas islas entre el empequeñecido Lago Ligustino y las marismas cada vez más extensas, esas islas en realidad no serían estables pues eran fruto de la sedimentación, y entonces un posible desastre natural pudo modificar gravemente estas tierras incluyendo la inundación y destrucción de la ciudad.
Y esto es posible pues se sabe que a finales del siglo VI a.C. hubo un tsunami en la costa atlántica que tuvo que afectar a las todavía relativamente abiertas marismas de la desembocadura del río, y si además coincidió con marea alta las consecuencias fueron mayores. Hacia finales de ese siglo, casualmente, empezó a no saberse nada de Tartessos, que cayó bajo el dominio de los cartagineses. Se suele aceptar que ese dominio fue a causa de la victoria púnica en la batalla marítima de Alalia, en Córcega, hacia el 537 a.C., en donde, aliados con los etruscos, derrotaron a los griegos focenses, lo que les abrió el dominio de todo el Mediterráneo occidental y, por tanto, de la preciada y ansiada joya tartesia, la cual mantuvieron desde entonces en exclusiva y cerrada al resto del mundo. Pero quizás no fue solo una derrota militar lo que provocó el inicio del control cartaginés, posiblemente lo que dejó abierta esta tierra al dominio púnico fue el desastre natural que afectó a su capital y a otras partes de su rica civilización. Es una posibilidad que futuras investigaciones arqueológica y geológicas tendrán que dar validez, aunque algún estudio de la Universidad de Sevilla ha concluido que aquel tsunami no afectó mucho al interior de las marismas pues estas ya eran suficientemente grandes como para frenar en buena parte su fuerza destructora; pero sí afectó más a zonas como la Bahía de Cádiz y la Ría de Huelva, cuestión que utilizan a su favor los que piensan que la ciudad de Tartessos estuvo en alguno de esos dos lugares y que fue posiblemente destruída por la ola gigante. A pesar de todo quizás sigan estando sus restos en el entorno de Coria, a lo mejor no cubierta bajo metros de sedimentos del río sino en la tierra firme del estrecho, destruida por otras circunstancias, entre ellas posiblemente por el enfrentamiento con los cartagineses u otras calamidades históricas posteriores. Estrabón en su Geografía cita cuatro ciudades destacadas de la Turdetania: Córduba, Gades, Híspalis y Betis, estando esta última todavía ilocalizada. Esta ciudad del mismo nombre que el río era destacada por Estrabón, además de por su mercado que se deduce antiguo, por su renombre y haberse instalado en ella como colonos los soldados de César Augusto. Se dice que podría ser Itálica (que luego nombra Estrabón como otra ciudad) o Triana, pero sin prueba ninguna; quizás fuera Tartessos, de igual nombre que el río que lo abrazaba, que los romanos llamaron Betis y que permanece perdida en este caso desde época romana.
Lo dicho, nuevas investigaciones y hallazgos tendrán que aportar más datos sobre la ubicación de Tartessos, pero lo que está claro es que en época del Tartessos oficial, es decir, el de la primera mitad del primer milenio a.C., el Golfo Tartésico ya era en buena parte marismas aunque con los cauces del río mucho más amplios, y el Lago Ligustino seguía existiendo desde Coria hacia arriba pero reducido.

martes, 26 de agosto de 2014

LOS FANTASMAS DE LOS BAÑOS ÁRABES Y EL PALACIO DE VILLARDOMPARDO EN JAÉN

Los conocidos como los “Baños del Niño” (Hadman al Walad) del siglo XI se encuentran en los bajos del palacio de Villardompardo que mandó edificar a finales del siglo XVI Fernando de Torres y Portugal, primer conde de Villardompardo y virrey del Perú. Permanecieron ocultos hasta que fueron descubiertos en parte por Enrique Romero de Torres en 1913. Tras declararlos Monumento Nacional se pasó a restaurarlos, labor que realizó el arquitecto Luis Berges Roldán, descubriéndose la mayoría de las salas enterradas y acabando las obras en 1984; su gran trabajo mereció el prestigioso premio “Europa nostra”. Estos baños árabes son los más grandes de España y uno de los mejor conservados, siendo visita ineludible para todos los jiennenses y turistas.



Se supone en la ciudad que fue el rey moro Alí el que construyó estos baños y que murió asesinado en ellos, a pesar de que la biografía de este personaje esté poco clara. Gonzalo Argote de Molina (finales del s. XVI) en “Nobleza de Andalucía” nos relata la historia-leyenda de Alí:
“En los años luego siguientes aunque la Historia General dice en el año 1022, siendo rey en Córdoba Alhatán, cuenta la misma historia que le hizo la guerra un poderoso moro llamado Alí y que habiéndose dado en aquel año la batalla el uno al otro, Alhatán fue vencido y Alí vencedor, fuese a Jaén con todos los suyos donde lo recibieron por señor. El cual reinando quieta y pacíficamente, estándose recreando en unos baños que había hecho, entraron dentro del baño unos eunucos vasallos de Alhatán y lo mataron allí…”
Aunque teniendo en cuenta otras fuentes históricas parece ser que el rey Alí fue en realidad Alí ben Hammud, primer califa no omeya de al-Ándalus, trono al que había llegado por medio de una traición que culminó degollando él mismo al califa omeya Sulaymán al-Musta’in en 1016. Al poco tuvo que enfrentarse con el antes aliado Jayrán por el dominio de Almería y Jaén, y murió asesinado en 1018 en los baños del Alcázar de Córdoba en manos de unos siervos pagados por Jayrán, quizás formando parte de una conspiración de los seguidores de los omeyas.
Como vemos, seguramente la historia real fue al contrario de lo que dice la leyenda, con lo que el rey Alí murió asesinado en unos baños de Córdoba por unos esclavos sobornados por un reyezuelo rival de Jaén.
¿Y cómo murió Alí según la leyenda? Se dice que estaba recreándose en los baños a esto de las doce del mediodía cuando entraron tres enemigos y, mientras uno cerraba las puertas, otro hacía lo mismo con las ventanas del techo (lucernas) clausurando las salidas, mientras que un tercero avivaba el fuego de la caldera, con lo que se dirigía mucho más caudal de aire caliente al entramado de conductos que hay bajo el suelo, de tal modo que la temperatura aumentó tan considerablemente que el pobre Alí se puso a sudar y a sudar hasta que no le quedó gota de sudor, muriendo. Es por eso que su fantasma se siente a esa hora concreta y absorbe la energía de los visitantes.


Otra versión dice que estando en la sala caliente le sorprendieron los eunucos fieles a Alhatán y le dieron unos espadazos que lo dejaron malherido, y, siguiendo una costumbre musulmana, le dijeron donde quería ser rematado para morir, eligiendo Alí una de las columnas de la sala templada contigua, y allí mismo en efecto fue rematado y murió. Hay personas sensibles que dicen que una de las columnas en la bella sala templada emana calor e incluso cierta energía positiva, precisamente la columna junto a la cual la leyenda dice que el rey Alí eligió morir. En cambio, de la sala caliente, la que está junto a las calderas, se considera que emite energía negativa.
Estando de visita por los baños, muchas personas se han sentido mal, con pocas fuerzas y algunas hasta casi se han desvanecido. Se han experimentado bajadas bruscas de temperatura, y además alguna vez, sin motivo aparente, se han descargado baterías de móviles o cámaras, o se han velado películas fotográficas. Es decir, estaríamos ante casos de pérdida de energía en personas y máquinas debido a la presencia de algún/os espíritu/s de bajo nivel o/y por ser un lugar con energía negativa, aunque hay zonas, como la sala templada o por lo menos parte de ella, donde la leyenda relata que murió Alí, que se considera con energía positiva.
Se suele pensar, por tanto, que el fantasma del rey Alí es el que vaga por el edificio, sobre todo por la sala templada de los baños y a la hora del “Ángelus”, las doce del mediodía, cuando la leyenda dice que murió, absorbiendo la energía de sus visitantes, aunque otras veces no han sentido eso los pocos testigos que han podido ver al fantasma… porque sí, se le ha visto, aunque siempre ha sido con tal naturalidad que no se ha sospechado inicialmente que fuera una aparición espectral. Quizás el caso más destacado fue aquel en el que hace unos años unas mujeres veinteañeras que visitaban los baños formando parte de un grupo, estando en la sala caliente vieron como un hombre vestido con una especie de túnica o bata larga hasta los pies pasaba repetidamente por delante de la puerta de esta sala en donde estaban, es decir, que el misterioso hombre estaba en la sala templada, y las miraba vigilante, pero las chicas al cruzar la puerta y asomarse para ver quién era, no veían a nadie, con lo que el miedo empezó a apoderarse de ellas y la inquietud en el resto del grupo con lo que contaban; para rematar el extraño suceso, cuando el grupo ya se disponía a terminar su visita e iban saliendo de la sala templada, de repente se apagaron las luces quedando casi a oscuras, imagínense la escena de pavor, nervios y casi histeria que se originó hasta que el guía que lo acompañaba fue hasta el lugar donde estaban los interruptores y volvió a dar la luz; seguidamente el guía preguntó al personal que trabajaba allí y que estaban en el palacio, encima de los baños, el motivo de apagar las luces, pero todos dijeron y casi juraron que nadie había bajado hasta los baños y menos aún habían apagado las luces en un momento en el que decenas de personas estaban visitándolos… ¿quién fue entonces? Muchos pensaron con un escalofrío que había sido el extraño hombre, quizás era el mismísimo rey Alí, que se había dejado ver por esas chicas mostrando impaciencia, y que fue él quien apagó las luces “invitando” a los visitantes a que abandonaran sus baños cuanto antes.
Sea cual sea la identidad de la presencia fantasmal y aparte de que se hayan dado muy puntualmente casos como el narrado más arriba, lo cierto es que el lugar en general provoca sensaciones extrañas a una significativa proporción de las personas que lo visitan o que trabajan allí aunque no lleguen a ser testigos de un hecho paranormal. Se puede achacar que esas sensaciones son debidas a que los baños son una construcción subterránea, con lo que ello conlleva de humedad, temperatura, etc., pero esas sensaciones van claramente más allá de lo normal… Sentirse observado, incómodo, destemplado, es algo relativamente habitual, a muchos turistas le ha pasado, llegando a casos extremos de desmayos como ya se ha dicho, y a algunos miembros del personal que trabaja allí por supuesto que también, ellos son los que más saben de la extrañeza del edificio pues son los que más tiempo pasan allí. Es una pena que la normal discreción con el asunto se haya convertido más bien en un estúpido tabú debido principalmente a ciertas órdenes de “arriba”; en otras latitudes el tener fama de lugar encantado se considera un valor atractivo y turístico, en cambio aquí, como en tantos otros sitios de nuestro país, parece ser un motivo de descrédito, una mancha que hay que ocultar.


Pues se quiera o no, los fenómenos están ahí, y no se limitan a los baños árabes sino que se extienden por todo el edificio que era el antiguo palacio del conde de Villardompardo, el cual a partir de 1751 se convirtió en el Hospicio, al que se le sumó luego también la Casa Cuna y Maternidad, y que ahora, tras una buena labor de restauración, acoge el Museo de artes y costumbres populares, y el Museo de arte Naif. La casa palaciega es grande, con muchas salas, escaleras y recovecos de sabor antiguo que se disponen alrededor de un bello patio renacentista.


Un susurro por una escalera, un objeto del museo que se mueve levemente en alguno de los salones, una sombra que cruza un pasillo, un rostro que durante un instante se asoma desde una ventana a uno de los pequeños patios… y todo ello sin que haya nadie… los visitantes al palacio son escasos, algunas veces nadie anda por sus viejas habitaciones y solo el vigilante permanece allí...


Como aquella vez que fiel a su trabajo permanecía un vigilante de sala sentado leyendo el periódico esperando la hora del cierre que ya estaba cercano; un hombre vestido con colores oscuros discretamente pasó frente a él con lo que apenas si lo miró; el hombre se había metido en una sala del museo y pronto la hora de las visitas llegó a su fin con lo que el trabajador se dirigió hacia ella para avisar al visitante que tenía que ir abandonando el edificio, pero allí no había nadie… y de la sala solo se podía salir pasando de nuevo por delante del puesto del vigilante. ¿El espectro de Fernando de Torres y Portugal, conde de Villardompardo? ¿Alguno de sus descendientes? La tradición y testimonios actuales no dicen o aclaran nada al respecto, puede ser no uno sino varios los fantasmas que estén en la casona palaciega, han sido tantas las personas que han vivido allí a lo largo de los siglos…

Fernando de Torres y Portugal. Cuadro en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima.


Extraído de uno de los capítulos del libro "Jaén paranormal".

jueves, 7 de agosto de 2014

LA TABLA ESMERALDA

La Tabla Esmeralda es un pequeño y conciso texto atribuido a Hermes Trismegisto, el gran sabio mítico, para unos, o totalmente real, para otros, que se relaciona con el dios egipcio Tot (Dyehuty), dios de la sabiduría, que conlleva serlo de la escritura, la música y la magia.


Este texto sería uno de los muchos atribuidos a este sabio primordial, pero este se considera la base de la alquimia, pues en él está condensado el arte de la Gran Obra, objetivo de la alquimia o arte del perfeccionamiento. Como la Tabla Esmeralda contiene el secreto de la Gran Obra, todo adepto se esfuerza en seguir sus preceptos para así elevar sus conocimientos en el camino hacia la perfección.


Esta obra se data entre los siglos VI y VII porque las referencias y los textos más antiguos conocidos de ella son de esa época. Se tratan de textos árabes como el Kitab Sirr al-Khaliqa wa Sanat al-Tabia (hacia 650 d.C.) y el Kitab Sirr al-Asar (hacia 800 d.C.). Se considera que llegó al Occidente cristiano entre los siglos X y XI a través de traducciones árabes, pero aceptar esto supone pensar que ya existía de antes, de textos griegos, por lo menos de la época dorada del movimiento hermético en el Egipto ptolemáico. Para los hermetistas su origen sería mucho más antiguo, es decir, escrito directamente por Tot - Hermes hace varios miles de años, incluso en tiempos antediluvianos o atlantes. Hay muchas leyendas alrededor de la Tabla Esmeralda, pero la básica dice que su nombre se debe a que cuando apareció estaba grabada en dos columnas de mármol verde o en una placa de esmeralda.



El mensaje de la Tabla Esmeralda es expresado de modo simbólico, su sola lectura no revela su significado. El acceso a la Gran Obra requiere trascender nuestra limitación racional, de ahí que todo alquimista conlleve una transmutación personal paralela que le permita acceder al lenguaje del símbolo. El Todo, el Uno, tan sólo se expresa simbólicamente, y es necesario el aprendizaje en la hermenéutica del símbolo. De no ser así, su sola simplicidad generará incredulidad.

El texto dice así:

Es verdad, sin mentira, cierto y muy verdadero.
Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros de una sola cosa.
Y como todas las cosas proceden del Uno, por mediación del Uno, así todas las cosas han nacido de esa cosa única por adaptación.
Su padre es el Sol, su madre la Luna, el viento lo ha llevado en su vientre; su nodriza es la Tierra.
El padre de toda la perfección del mundo entero está aquí.
Su fuerza permanece íntegra si es convertido en Tierra.
Separarás la Tierra del Fuego, lo sutil de lo burdo, suavemente y con gran entendimiento.
Asciende de la Tierra al Cielo y vuelve a descender a la Tierra, recogiendo las fuerzas de lo que está arriba y lo que está abajo. Así tendrás la gloria del mundo entero, y toda oscuridad se alejará de ti.
Esta es la fuerza, fuerte con toda la fuerza, pues vence toda cosa sutil y penetra toda cosa sólida.
Así el mundo fue creado.
De ello saldrán admirables adaptaciones, cuyo medio es ofrecido aquí.
Por eso soy llamado Hermes Trismegisto, porque poseo las tres partes de la filosofía universal.
Lo que he dicho sobre la obra del Sol está completo.

Edición del texto en latín de Chrysogonus Polydorus. Nuremberg, 1541.

lunes, 16 de junio de 2014

CRITERIOS BÁSICOS SOBRE LA ATLÁNTIDA DE PLATÓN


De acuerdo con la narración de Platón (diálogos Timeo y Critias), los participantes de la conferencia en la isla de Milos (Grecia), del 11 al 13 de julio del 2005, convinieron en 24 criterios que un área geográfica debe satisfacer para poder calificar como sitio en donde la Atlántida habría podido existir y su descripción básica:
1. El reino o ciudad principal (metrópolis) de la Atlántida debe haber estado localizada donde había una isla (Nêsos) y donde partes de ella pueden aún existir.
2. El reino o ciudad principal de la Atlántida debe haber tenido una geomorfología bastante distinta u original integrada por anillos concéntricos de tierra y agua alternados (dos y tres).


3. La Atlántida debe haber estado situada fuera de las Columnas de Hércules (seguramente en el Atlántico).


4. El reino de la Atlántida era mayor que Libia y Asia juntas (Libia o el norte de África magrebí, Anatolia, Próximo y Medio Oriente y Sinaí).
5. La Atlántida debe haber abrigado a una población que sabía leer y escribir con habilidades metalúrgicas y de navegación.
6. El reino o ciudad principal de la Atlántida debe haber sido rutinariamente accesible desde Atenas por el mar.


7. Alguna vez la Atlántida debió haber estado en guerra con Atenas.
8. El reino o ciudad principal de la Atlántida debe haber sufrido una destrucción física devastadora de proporciones sin precedentes.
9. El reino o ciudad principal de la Atlántida debió haberse hundido enteramente, o en parte, debajo del agua.
10. El reino o ciudad principal de la Atlántida fue destruido 9.000 años egipcios antes del siglo VI a.C.
11. Una parte de la Atlántida estaba a 50 estadios (7,5 kilómetros) de la ciudad (se trataría de la zona exterior, a destacar la parte que daba al mar y que estaba unida a la ciudad por un canal de 50 estadios de longitud).


12. La Atlántida tenía una alta densidad demográfica, lo suficiente para apoyar a un ejército grande (10.000 carros, 1.200 naves, y 1.200.000 hoplitas).
13. En la Atlántida se practicó el sacrificio de toros.
14. La destrucción de la Atlántida fue acompañada por un terremoto.
15. Después de la destrucción de la Atlántida, el paso de naves fue bloqueado.
16. Los elefantes estaban presentes en la Atlántida.
17. Ningún proceso físico o geológico imposible estuvo implicado en la destrucción de la Atlántida.
18. Fuentes calientes y frías, con depósitos minerales, estaban presentes en la Atlántida.


19. La Atlántida se extendía en un llano costero de 2.000 por 3.000 estadios (300 por 450 km.) rodeado por montañas que llegaban hasta el mar.
20. La Atlántida controló a otros estados del período.
21. Los vientos en la Atlántida provenían del norte (solamente en el hemisferio norteño).
22. Las rocas en la Atlántida eran de varios colores: negro, blanco y rojo.
23. Había canales para la irrigación en la Atlántida.
24. Cada el 5º y 6º año sacrificaban toros.


Esto es lo básico en cuanto a la Atlántida, y son muchos datos, algunos abiertos a otras interpretaciones, sobre todo en cuanto a la traducción del texto en griego de Platón.
Por ejemplo, "nesos" se suele traducir como isla pero también puede ser península. O cuando se dice que la Atlántida era más grande que Libia y Asia juntos quizás se refiera no al tamaño sino a su poder, es decir, que sería más poderosa que esos territorios, que era como decir más fuerte que más de la mitad del mundo conocido en la época griega clásica.

jueves, 1 de mayo de 2014

BELTANE

Beltane (Buenfuego en irlandés) es una antigua festividad, una de las principales del calendario celta (y europeo en general), celebrada el 1 de mayo. Tiene mayor calado en Irlanda o Escocia, aunque también se celebra en otras regiones como Gales, Bretaña (Francia), Cornualles (Inglaterra) o Galicia (España). Sobrevive en la actualidad con prácticas folclóricas en Europa y la América anglosajona, y ha experimentado cierto grado de renacimiento tanto en lo folclórico como con ciertos ritos neopaganos.
Para los celtas, la noche de Beltane marcaba el comienzo de la temporada de verano pastoral, cuando las manadas de ganado se llevaban hacia los pastos verdes que solían ser las tierras de pasto de las montañas. Pero su motivo era la celebración de la fiesta en honor al dios Belenos. Este nombre significa brillante, resplandeciente y designaba al dios de la luz, el Sol y el fuego, energías renovadoras. Los romanos lo sincretizaron con Apolo. A Belenos se le asoció como compañera a la diosa Sirona. En Asturias su nombre ha quedado reflejado en la toponimia local; por ejemplo, en el concejo de Ponga se encuentra la localidad de Beleño, cuyo nombre deriva del dios celta.
En esta fiesta de renovación y fertilidad presidida por el dios de la luz y el Sol, Belenos, junto a su compañera Sirona, está claro su sentido primaveral, en la que con el creciente influjo del Sol la Naturaleza muestra su fertilidad. Por tanto, la simbología de lo masculino y de lo femenino se muestra abiertamente.



Una de las principales actividades de la festividad consistía en encender hogueras en las montañas y colinas por la noche. En la antigua Irlanda, la principal hoguera de Beltane se encendía en la colina central de Uisneach, "el ombligo de Irlanda", centro de rituales del país, el cual se encuentra ahora situado en lo que es Westmeath. En Irlanda, el prendimiento de hogueras parece haber sobrevivido mejor únicamente hasta el presente en el condado de Limerick, especialmente en la ciudad de Limerick con su noche de hoguera anual, aunque algunos grupos culturales han expresado interés en revivir el hábito en Uisneach y quizás en la Colina de Tara.
En el norte de España también hay presencia de celebraciones ancestrales en estas fechas. En Galicia se celebraba con una recogida nocturna en los campos de cultivo con antorchas llamadas fachucos, cuyas cenizas eran esparcidas por la tierra. En Cantabria, en el primer día de mayo se celebra desde tiempo inmemorial la fiesta de la Maya, o Consagración de la Primavera, en la que se planta un gran tronco de árbol en el centro de las aldeas y se le engalana con cintas y ramas de colores, con una clara simbología de reverencia fálica que se relaciona con la fertilidad de la estación primaveral. Se elige asimismo a la Mayadama, una moza que es vestida con ropas blancas adornadas con flores y motivos vegetales. En todas las tierras del centro de España se celebra ancestralmente el "pingado del mayo", como inicio de la primavera, con especial tradición en las tierras altas de Castilla, especialmente de Segovia, Burgos y Soria.



En general estamos hablando de la Festividad de los Mayos, también conocida como los Mayos simplemente o como Fiestas de Mayo. Esta celebración primaveral generalmente se hacía coincidir con el primer domingo de dicho mes y tenía antiguamente connotaciones rituales totémicas a la divinidad primaveral o de los árboles, que se han ido perdiendo con el paso de los tiempos.
La celebración de las fiestas mayales es común en muchos países de Europa donde existen variantes similares de la misma festividad, originada por Beltane como estoy exponiendo. Esta tradición fue asimilada por los romanos en su adoración y culto a multitud de dioses. También asimilaron esta tradición mayumea en honor de la llegada de la primavera y de las primeras flores del año, el día que corresponde con el actual primer día de mayo. Todo poblado romano tenía además de los dioses oficiales los propios autóctonos. En Hispania se adoraba a la diosa Bona Dea, también llamada MayaMaia o Fauna, diosa de la fertilidad en la mitología romana con la que se celebraba la llegada de la primavera. Precisamente la maya o el mayo es un tronco o palo alto (árbol de mayo) que se alza o se alzaba en algunas regiones de Europa, en la plaza o lugar público durante el mes de mayo y donde concurrían los mozos y mozas a divertirse con bailes y festejos. Los jóvenes competían por trepar por el árbol hasta llegar a la parte superior donde debían coger una bandera, mientras las muchachas les animaban desde abajo bailando y cantando en torno al árbol. Aunque hable en pasado es evidente que estas tradiciones perviven de un modo u otro.



El Cristianismo ha asimilado esta Fiesta de Mayo como otras festividades paganas. Así, en relación con la Fiesta de Mayo, surgieron celebraciones como la Cruz de Mayo, reemplazando el tótem sagrado del árbol o el mástil por el símbolo cristiano de la Cruz, que sabemos que debe mucho como símbolo al árbol. Asimismo, en otras variantes, se identifica esta celebración con la introducción de la veneración a la Virgen María, sincretizando la fiesta de la Naturaleza y la fertilidad femeninas del pasado.

Pero Beltane tiene una vertiente más oscura. Se trata de la Noche de Walpurgis, celebrada en la noche del 30 de abril al 1 de mayo, principalmente en grandes regiones de Europa Central y del Norte. Es la conocida también como "la noche de brujas".
El origen de la festividad procede de antiguas celebraciones paganas germanas, adorando e invocando a los dioses de la fertilidad durante esa noche, pero este Beltane se adoptó para usos de brujería. Cuando llegó el cristianismo pronto, por tanto, se le atribuyó relación con el mal, incluso se le relacionó con un supuesto cumpleaños de Satanás. Puede ser una exageración, pero parece estar basada esta acusación en que realmente estos ritos paralelos a Beltane coqueteaban con el lado oscuro disfrazado de luz.
En la antigua Roma, el mes de mayo estaba consagrado a los antepasados (maiores). Era un mes en que en toda Europa se consideraba que los aparecidos hacían sus incursiones entre los vivos, entre ellos también los malintencionados, pudiendo haber aparecidas o mujeres embrujadas que quisieran engañar a los hombres casándose con ellos, con lo que había que tener mucha precaución durante este periodo.
En el centro y norte de Europa estaba muy extendida la creencia de que existía una divinidad que protegía a las brujas y que las reunía una vez al año en una montaña. Se decía que las brujas salían de sus casas formando cortejos hacia el punto de reunión. También es, como sabemos, una creencia en España, el conocido como akelarre. En la sierra del Harz, en concreto en su cima más alta, el Blocksberg, se celebraba una de las principales reuniones en esa noche. Así lo relata un autor de principios del siglo XVII:
Con relación a lo que pueden hacer las brujas se dice que untándose con ciertos ungüentos, hechos con grasa de gato o de lobo, leche de burra y no sé qué cosa más, pueden salir de sus casas montadas en palos o escobas por una vía común e incluso por un agujero angosto y volar por los aires, y así transportarse de un lugar a otro hasta donde celebran sus festines y francachelas con diablos. Se halla divulgada la especie de que las brujas de toda Germania, después de hacer su unto, son llevadas en cortísimo tiempo, durante la noche de las calendas de mayo, al monte llamado Blocksberg y Heinberg, en tierras de los bructeros, parte por sus demonios familiares y dilectos, que adoptan formas de macho cabrío, puerco, ternero y otros animales semejantes, parte sobre horcas y báculos, pasando luego toda la noche en juegos, comilonas y danzas con sus amantes.



¿Invención, exageración o verdad? Pienso que de todo un poco. Partiendo de una base, en la que quizás sí se hacían ritos dirigidos a entidades oscuras, se exageró sus manifestaciones y hasta se metieron en el mismo saco otros ritos tradicionales de esta fiesta de Beltane.
Es curioso que fue durante la Noche de Walpurgis de 1776 cuando el alemán Adam Weishaupt creó en los bosques bávaros a los Illuminati, los Iluminados de Baviera, ese grupo secreto que se dice ha perdurado hasta nuestros días y que supuestamente ejercen desde entonces el mal, disimulado de luz y liberalidad, como una escogida élite para dominar la Humanidad. Como parte de sus maquinaciones perversas también estaría la celebración misma del día del trabajador, que es, como sabemos, el 1 de mayo. Ese día de 1886, unos obreros anarquistas de Chicago organizan una huelga y muchos mueren por disparos represivos. Tres años después se designó ese día como del trabajador. Según los conspiracionistas, los mismos que organizaron la huelga tenían preparada la represión, formando parte de los Illuminati. De esta manera, daban en este día una falsa celebración a los trabajadores que en realidad no son más que esclavos que creen ganar derechos en un sistema socioeconómico que dominan ellos, que lo que hacen en ese día es celebrar su cumpleaños como organización, una organización que inventa y promueve los movimientos que llamamos de izquierda y derecha, y sus enfrentamientos. Una especie de burla satánica que se celebra ese día del 1 de mayo.
Es más, muchos piensan que el mismo dios Belenos no es más que el falso dios de la luz, Lucifer, con lo que tendría sentido que los que profundizasen en su culto, llámense brujas y brujos, o los Illuminati, en realidad lo hacían o lo hacen con la oscuridad, con el mal.

sábado, 19 de abril de 2014

¿CUÁNDO MURIÓ JESÚS?

Sobre las fechas claves en la vida de Jesús de Nazaret no hay nada seguro. De su nacimiento ya hablé en otro artículo (http://ianuacaeli.blogspot.com.es/2009/12/cuando-nacio-jesus.html), del cual hay más información y polémica debido a la suplantación de la fecha del 25 de diciembre, festividad pagana del Sol Invicto; pero de su muerte también hay datos muy interesantes que nos pueden dar la fecha real en la que pasó su pasión y muerte que se conmemora en la Semana Santa.

Crucifixión, de Peter Paul Rubens.

Se sabe que Jesús va a Jerusalén por la Pascua, al parecer a finales de marzo del año 30. Es crucificado un día antes del Sabbat (sábado), durante los preparativos de la Pascua, porque en ese año la fiesta coincidió con el Sabbat. Esta fiesta se celebra el 15 del mes judío de Nisán. En aquel periodo el 15 cayó solamente dos veces en sábado: en los años 30 y 33. Si Jesús predica durante un año, sólo puede ser el correcto el que correspondería al viernes 7 de abril del año 30. Si, en cambio, predicó durante tres años, como dicen los Evangelios, debió de ser el 3 de abril del 33. En todo caso, se está de acuerdo en que el fallecimiento debió de producirse a las 3 de la tarde, hora de Jerusalén, y resucitó en la madrugada del domingo sobre las 4 de la mañana, es decir, que no estuvo tres días muerto sino que resucitó al tercer día considerando el viernes, cuando murió, el primer día.
Entre los dos años posibles, el 30 y el 33,  hay fuertes razones históricas a favor del segundo. De lo contrario, habría que comprimir las predicaciones de Juan el Bautista, que murió antes, y del mismo Jesús a unos cuantos meses de duración.
La fecha del 7 de abril del año 30 la mantiene el jesuita japonés Yoshimasa Tsuchiya, según los cálculos de un calendario perpetuo de propia invención y considerando el hecho de que la muerte de Jesús ocurriera dos días antes de la luna llena, después del equinoccio de primavera. Esa misma fecha es la que da Juan José Benítez en su "Caballo de Troya", donde Jesús muere de parada cardiaca a las 14.57 horas y 30 segundos; ya sabemos que la fuente de información de J.J. Benítez es considerada por muchos como de dudosa o poca validez, pero es interesante dar el dato tan preciso del escritor español.
La otra posible fecha de su óbito, el 3 de abril del 33, la defienden dos científicos de la Universidad de Oxford, Colin J. Humphreys y W.G. Walddington. Parten de varios hechos: cuando muere ocurre un fenómeno natural casi al anochecer cual fue una Luna de un color rojo intenso que salió por encima de Jerusalén bañando el Gólgota con una luz crepuscular. Los dos científicos lo interpretan como un eclipse parcial de Luna. En el informe que envía Poncio Pilatos al emperador Tiberio le dice que "el Sol se oscureció, salieron estrellas en el cielo y por todas partes la gente encendió las lámparas". Hace referencia también a que sobre el mediodía el Sol desapareció tras las nubes de polvo gris en una furiosa tormenta de arena que se levantó de pronto. La conclusión es que entre el año 26 y el 36, años de gobierno del procurador de Judea, Poncio Pilatos, sólo hubo un eclipse parcial de Luna al comienzo de la noche y que fuera visible desde Jerusalén: el 3 de abril del año 33, a las 18.20 horas. La misma opinión tienen los astrónomos Livin Mircea y Tiberiu Oproiu, del Instituto Astronómico del Observatorio de Cluj (Rumanía), basándose en el eclipse en Jerusalén de ese año.


Por tanto, si Jesús nació el 6 o 7 a.C., según expuse en el artículo de su nacimiento, y murió el 30 o el 33, entonces vivió entre 35 y 39 años, no los 33 años que siempre se le adjudican.
Pero, en fin, tampoco tiene mayor importancia, y más si tenemos en cuenta el enorme valor espiritual de sus enseñanzas.

viernes, 28 de febrero de 2014

LOS REYES CATÓLICOS Y CRISTÓBAL COLÓN EN JAÉN

Jaén a finales del siglo XV, poblado por unas 15.000 personas, lo que la convertía en una ciudad de apreciable tamaño, vivió una de las épocas más apasionantes de su historia. Su importancia en la candente frontera con el reino de Granada, con lo que todo eso supuso, hizo que recibiera la visita de los Reyes Católicos varias veces. De aquellos avatares escribieron Alfredo Cazabán Laguna en su obra "Jaén, base de la conquista de Granada" centrándose en la primera visita de los reyes, y Rafael Ortega y Sagrista en "Estancia de los Reyes Católicos y de Cristóbal Colón en Jaén el año de 1489".


Las visitas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón fueron cuatro que se sepan, tres antes de la conquista de Granada y una después.
En 1485, del 10 de septiembre hasta mediados octubre, estuvieron en Jaén para la campaña de conquista de Cambil y Alhabar, cuya toma concluyó el 22 de septiembre. El rey Fernando marchó el mismo día 10 con parte del ejército hacia Cambil y volvió seguramente para el 24 del mismo mes. Juntos, Isabel y Fernando, permanecieron en la capital del Santo Reino hasta mediados octubre, dándose cuenta que Jaén era efectivamente un lugar clave para el éxito de la guerra contra Granada.


En 1489, desde el 22 de mayo hasta el 20 de octubre, estuvieron de nuevo por la campaña de la toma de Baza, aunque en realidad solo permaneció en la ciudad todo ese tiempo la reina Isabel, pues Fernando marchó hacia Baza el 27 de mayo, solo cinco días después de haber llegado. El 20 de octubre se fue la reina con su corte hacia Baza para reunirse con su esposo pasando por Úbeda.
Esta estancia fue la más prolongada e importante de la reina Isabel. Acompañada de sus hijos y toda su corte, convirtió a Jaén en la capital de España durante meses. Se estableció en el palacio del Obispo, que entonces era don Luis Osorio (1483-1496); parece ser que era el lugar donde se instaló cuatro años antes y seguramente fue siempre el edificio que la acogía en Jaén. Este palacio del Obispo estaba en mitad de la calle Campanas, esquina con calle Cerón, antiguo callejón de la Parra contiguo a la muralla. Se hizo desde el palacio un arco volado que lo comunicaba con la catedral de entonces, la gótica, para que Isabel pudiera acceder a ella más discreta y cómodamente. De aquel palacio y arco nada queda, y su lugar lo ocupan unas típicas casas con cancelas de la calle Campanas.


En aquellos meses seguro que Isabel profundizó en su amistad con Teresa de Torres, que quizá conociera personalmente en su primera visita. Teresa de Torres era la viuda del condestable don Miguel Lucas de Iranzo, y era la gran señora de la ciudad, perteneciente a una de las familias más poderosas e influyentes, si no la que más, de Jaén. Vivía en su palacio de la calle Maestra, conocido en nuestros tiempos como palacio del Condestable pero que en realidad era propiedad de la familia de los Torres; en este palacio, en sus salones mudéjares y amplios y bellos patios, seguro que pasaron juntas muchas horas Isabel y Teresa, amigas ya hasta el final de sus días.


En ese plazo de tiempo ocurrió un hecho destacado. Estuvo también en Jaén Cristóbal Colón, que llegó a principios de junio y se entrevistó con la reina probablemente a principios de agosto en el palacio del Obispo, la tercera vez que lo hacía (antes fue en Alcalá de Henares, 20 de enero de 1486, y Málaga, septiembre de 1487), y parece ser que aquí es donde Isabel le dio una respuesta afirmativa a su propuesta de sufragarle el viaje hacia las Indias, pero que tendría que esperar hasta que acabase la guerra con Granada, como así fue.


Colón probablemente se hospedó en el convento de San Francisco, en el sitio donde ahora está el Palacio de la Diputación Provincial, pues él era afín a la orden franciscana.


La tercera visita de los Reyes Católicos se produjo en 1490, desde el 4 hasta el 12 de enero. Poco se sabe de aquella breve estancia en el marco de la guerra contra el reino nazarí.
Y la cuarta y última estancia documentada fue en 1499. El 2 de agosto estaban aquí, se sabe por una pragmática que firmaron; estarían probablemente desde unos días antes hasta poco después, pues el 10 ya estaban en Granada.
Cuatro visitas de los Reyes Católicos, las dos primeras de importancia, y una pero importante de Cristóbal Colón. Más que suficiente para que se recordara en las calles y las gentes de Jaén la presencia de Isabel y Fernando, y para que nuestra ciudad fuera reconocida como otro lugar colombino. ¿Por qué no una placa en la casa de la calle Campanas esquina con la calle Cerón en recuerdo del crucial encuentro entre la reina Isabel y Colón? Ya lo propuso Rafael Ortega y Sagrista, no se le hizo caso, pero ojalá algún día cercano se haga, sin duda el motivo histórico lo merece.