lunes, 16 de julio de 2012

LA VIRGEN DEL CARMEN Y EL CARMELO

La Virgen del Carmen es el nombre común de Nuestra Señora del Monte Carmelo. La denominación procede del monte Carmelo, una montaña de Israel, sagrada para los judíos, los esenios, los cristianos y los bahais. Carmelo viene del árabe “Karmel”: jardín. Siempre ha sido un monte famoso por su fertilidad y por estar cubierto en la antigüedad por viñedos; su posible nombre en el pasado dado por los judíos es “Karem El”: viñedos de Dios. El monte es nombrado en el “Cantar de los Cantares” por su belleza y comparándolo a su esposa. El monte Carmelo está junto a la llanura de Esdrelón (o Jezreel), en donde está el monte Megido: allí tendrá lugar la batalla de Armagedón del Apocalipsis. A los pies del monte Carmelo se extiende la ciudad portuaria de Haifa, y no muy lejos, hacia el interior, están las poblaciones de Migdal y Nazaret.

Este monte es el lugar donde el profeta Elías, junto a Eliseo, demuestra que el Señor de Israel, Yahvé, es el verdadero Dios en oposición al dios Baal (1 Reyes, 18). Inspirados en Elías, en el siglo XII un grupo de hombres fueron al monte Carmelo y fundaron la que poco después sería llamada como “Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo”, es decir, la orden de los carmelitas. Según la tradición, durante la celebración de Pentecostés (fiesta del descenso del Espíritu Santo en los apóstoles de Cristo) estos hombres que se habían instalado en el monte tuvieron la aparición de una nube brillante, que desde el mar ascendió por el monte, en la que iba una imagen de la Virgen María; parecida experiencia a la que tuvieron Elías y Eliseo en este monte, que vieron una nubecilla salir del mar y luego enseguida se nubló y llovió copiosamente. Estos hombres tuvieron supuestamente esta experiencia por el 1.189, y la comunidad estaba encabezada por Bartolomé Avogadro, nacido en Limoges, que siendo un cruzado tuvo una visión de Cristo que denunciaba el mal proveniente de los soldados y se hizo ermitaño; luego sería san Bartolo del Monte Carmelo. Su hermano, Alberto Avogadro, siendo Patriarca de Jerusalén como Alberto de Jerusalén, entregó en 1.209 a los carmelitas la regla de la orden que sintetiza sus ideales, principalmente la vida contemplativa, la meditación sobre la Biblia y el trabajo. Esta hermandad, instalada en el monte Carmelo, construyó una iglesia en medio de las celdas, dedicándola a Nuestra Señora del Carmen.
La Orden Carmelita (Ordo fratrum Beatae Virginis Mariae de Monte Carmelo: Orden de hermanos de la Beata Virgen María del Monte Carmelo) tomó un escudo muy interesante. En un óvalo el monte Carmelo, de color marrón, con la cima proyectada hacia el cielo. Una estrella de plata de seis puntas en el centro de la montaña y dos estrellas de oro de seis puntas a ambos lados del monte en un cielo blanco. La estrella inferior representa a los carmelitas en camino hacia la cima; las otras dos superiores representan a los que han culminado la santa montaña. Encima del óvalo una corona de oro, que es el Reino de Dios; Él es el Soberano supremo del Carmelo; para servirle se inspiran en las figuras de Elías y la Virgen María. Por encima de la corona, el brazo de Elías con la espada de fuego; es la pasión ardiente del profeta por el Absoluto de Dios, cuya palabra ardía como antorcha; como él, los carmelitas llevan la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Alrededor, la banda con el lema eliano “Zelo zelatus sum pro Domino Deo exercituum”: “Ardo de celo por el Señor Dios de los ejércitos”. (1 Reyes 19, 10). Rodeando la corona y el brazo de Elías, doce estrellas de seis puntas, que simbolizan la índole mariana de la orden; recuerdan la aparición del Apocalipsis de una mujer vestida de sol, con la Luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas.
El domingo 16 de julio de 1.251, la Virgen del Carmen se apareció en Cambridge a Simón Stock (la tradición dice que estuvo viviendo 20 años en el interior de un roble, stock = tronco), prior de la Orden, a quien entregó el hábito de color marrón y el Escapulario del Carmen, también marrón, principal signo de culto mariano carmelita. “Estrella del mar” rezaba este santo a la Virgen María cuando su Orden sufría persecuciones y duros momentos, y la respuesta fue esta aparición en la que la Virgen, dándole el Escapulario, le dijo: “Este debe ser un signo de salvación y privilegio para ti y para todos los carmelitas: quien muera usando el Escapulario no sufrirá el fuego eterno”. Supone para los fieles un lazo especial de amor que los une fuertemente con María, Madre y poderosa intercesora de sus hijos ante Dios, que es entonces además redentora de las ánimas del Purgatorio. El Escapulario es uno de los más importantes sacramentales marianos junto al rosario y la medalla milagrosa.
Desde un principio, en el siglo XII, los carmelitas veneran en realidad a la Virgen María Inmaculada, de tal forma que la Virgen Inmaculada, Estrella del mar, es la Virgen del Carmen, e insisten en su faceta como Madre por encima de las demás.
La oración con la que Simón Stock suplicaba la ayuda de la Virgen es:

Flos Carmeli
Vitis florigera
Splendor coeli
Virgo puerpera singularis
Mater mitis
Sed viri nescia
Carmelitis
Sto. Propitia
Stella Maris

Flor del Carmelo,
viña florida,
esplendor del Cielo,
Virgen fecunda y singular.
Oh, Madre tierna.
Intacta de hombre,
a los carmelitas
proteja tu nombre,
Estrella del mar.

Y la Virgen le dijo exactamente a él: “Recibe, hijo mío, amadísimo, esta prenda de mi amor para con vosotros, este será un privilegio, para ti y para todos cuantos lo usen. Quien muera con él no irá al fuego del infierno”.
Como estamos viendo, el epíteto principal de la Virgen del Carmen es Stella maris, Estrella del mar: la estrella que guía a los creyentes hacia Cristo. La estrella en concreto es la Polar, la estrella guía que indica el norte. Por eso la Virgen del Carmen es patrona de los marineros en general, con gran devoción en las poblaciones costeras.
En las circunstancias y maneras de las apariciones carmelitas, y en la simbología asociada que pervive se muestra claro que esta importante advocación mariana es heredera o figura sincrética de las grandes diosas madre de la Antigüedad: Hécate, Afrodita, Venus… Madres intercesoras y guías, amorosas y poderosas, relacionadas con el mar y la tierra, la vida y la fertilidad…
Las supuestas apariciones marianas más recientes e importantes han estado relacionadas con la Virgen del Carmen. En Lourdes se presentó la Virgen como la Inmaculada Concepción; la última de las dieciocho visitas de la Virgen allí fue el 16 de julio de 1.858, día de la Virgen del Carmen. La sexta y última aparición en Fátima, la del milagro del sol, el 13 de octubre de 1.917, la Virgen se presentó con el hábito y la capa carmelitas, es decir, como Virgen del Carmen. En las apariciones de Garabandal se presentó como la Virgen del Carmen, siendo su primera manifestación el 2 de julio de 1.961.
No es motivo de este artículo cuestionar las apariciones, su veracidad y su problemática, desde aquel lejano siglo XII en el monte Carmelo, que dio origen a la orden carmelita, hasta las del siglo XX, pero parece claro que el sabor de las grandes ancestrales diosas pervive en esta advocación hasta el día de hoy…