lunes, 22 de septiembre de 2014

EL GOLFO TARTÉSICO, EL LAGO LIGUSTINO Y TARTESSOS

Alrededor del Golfo Tartésico y el Lago Ligustino o Ligur se centraba la cultura o civilización tartesia, de tanta importancia no solo para la historia de España. Sus connotaciones respecto al origen de la civilización occidental son grandes hasta el punto de sospechar que se trataba de un foco cultural de primer orden, quizás equiparable, en la época conocida como pretartesia, a los del oriente mediterráneo, e incluso, para los más atrevidos, heredera de la civilización madre de la Atlántida.


Pero esto no es el tema de este artículo, sino el aclarar la antigua geografía y su datación, es decir, la paleogeografía de la zona que se considera germen de esta cultura y lugar de ubicación, por tanto, de su capital, Tartessos, que dio nombre a toda esta civilización.
Para empezar, y muy importante, la situación del Lago Ligustino siguiendo la línea de investigación tan extendida que encabezó el estudioso alemán Adolf Schulten (1870-1960) es errónea.


Así se sigue considerando por muchos al Lago Ligustino en época romana pero hay estudios bien fundamentados que plantean que este lago no existía como tal en época romana ni antes en esa zona, que sería más bien en época romana un estuario con marismas parecidas a las actuales, y que el Lago Ligustino estaba más arriba en el curso del Betis - Guadalquivir. Por tanto, este mapa es erróneo en considerar que en época romana había una extensión de agua tal en esa zona y que se llamara Lago Ligustino. Hubo agua, pero fue antes y era el estuario o golfo Tartésico.
El golfo en la desembocadura del Guadalquivir tuvo que ser del III milenio a.C. para atrás. Porque luego la configuración de esa zona ya fueron marismas parecidas a las actuales. De esta manera, en la época tartésica oficial y luego en la época romana, las marismas y la línea costera son muy similares a las de ahora, con más agua, pero siempre de tipo marisma. Y si existió un Lago Ligustino fue más arriba en el curso del Guadalquivir, desde Sevilla hacia arriba. Lo del Lago Ligustino es una mala interpretación del texto de la Ora Marítima de Avieno (siglo IV d.C. basándose en escritores más antiguos): "Pero el río Tarteso (Betis - Guadalquivir), fluyendo desde el lago Ligustino, a campo traviesa, envuelve una isla de pleno con el curso de sus aguas. No corre adelante por un cauce único, ni es uno solo en surcar el territorio que se le ofrece al paso, pues, de hecho, por la zona en que rompe la luz del alba, se echa a las campiñas por tres cauces; en dos ocasiones, y también por dos tramos, baña el sector meridional de la ciudad (Tartessos)." El texto no dice que estuviera en la desembocadura sino más arriba de su curso final, desde el cual fluye. También nos indica que justo al final del Lago Ligustino estaba la capital tartesia, en la zona actual de Coria del Río y La Puebla de Río, en lo conocido como estrecho de Coria donde aún el cauce del Guadalquivir desemboca en las marismas, que eran en época tartesia ya unas marismas, aunque más abiertas a las aguas del río y el mar, que habían sustituido al anterior Golfo Tartésico.



En estos dos mapas se nombran correctamente el Golfo Tartésico y el Lago Ligustino o Ligur. La superficie de agua delante del océano era el Golfo Tartésico y al norte el río desembocaba en él a la altura de Coria formando antes el Lago Ligustino. En el primer mapa se incluyen los nombres histórico-legendarios de los diferentes lugares del entorno según una posible teoría. La capital, Tartessos, estaría situada en unas islas en la desembocadura del río Guadalquivir en el Golfo Tartésico, junto a Coria. Para otros, el Lago Ligustino podría estar ahí, quizá más arriba, pero el Golfo Tartésico no existiría como tal, sino que era ya un estuario con marismas que llegaban hasta una línea de costa cercana a la actual. Por tanto, este mapa podría ser más posible del milenio III a.C. para atrás, es decir, de la Edad del Cobre hacia atrás.


En este mapa se amplía la zona de Coria del Río (Sevilla), la antigua Caura, posible ciudadela y fortaleza de Gerión o Caureón, frente al cual podría estar la ciudad de Tartessos, en las islas Eritías que formaban el delta de la desembocadura del río Guadalquivir desde el Lago Ligustino al norte del Golfo Tartésico, que para otros ya era desde finales del III milenio a.C. un estuario con marismas. Se trata de una hipótesis muy interesante y plausible basada en diversos estudios bibliográficos, históricos y geológicos del coriano Francisco José Barragán de la Rosa, profesor de Química de la Universidad de Sevilla, con la colaboración del investigador también coriano Antonio Alfaro Suárez.

Pero, como estamos viendo, no coinciden las fechas geológicas con las históricas de las descripciones antiguas, pues estas parecen indicar un Golfo Tartésico más abierto en época tartesia e inmediatamente posterior. Quizás sean malas interpretaciones actuales al pensar que decir que el río desembocaba tras el Lago Ligustino es que ya lo hacía en una superficie abierta de agua, cuando en realidad lo estaba haciendo en unas marismas, más abiertas que ahora, sí, pero unas marismas que evidentemente no eran el océano todavía.
Para dar luz sobre la paleogeografía de la desembocadura del Guadalquivir creo importante hacer caso al estudio realizado por el profesor de la Universidad de Huelva Francisco Borja Barrera.


En estos tres mapas se condensan sus conclusiones:
1.- 6.500 a.C., cuando mayor extensión tuvo el entrante marino y estuario del río. Se mantuvo prácticamente así hasta el 5.000 a.C.
2.- Entre los milenios II y I a.C. Se corresponde a la época de la civilización tartésica admitida oficialmente, la de las descripciones de los clásicos griegos y romanos. Desde unos 1.500 años antes, hacia el 3.000 a.C., se aceleró la acumulación de depósitos en el estuario formándose las marismas.
3.- Últimos mil años. Se completan las marismas hasta el día de hoy.

Según estos esclarecedores mapas y su cronología, vemos que ya en época tartesia existían las marismas pero con los cauces del río mucho más grandes permitiendo un mayor flujo del agua marina que se haría evidente en las mareas. Aún hoy las mareas se notan en Coria, por entonces serían mucho mayores. Pero que el estuario, es decir, el Golfo Tartésico, estuviera todavía abierto es cuestión de unos mil años antes, hacia el 2500 a.C., como confirma Juan Antonio Morales González, también de la Universidad de Huelva, que encaja perfectamente con estos mapas, entre el 1 y el 2, en la época en que los sedimentos empezaron a tomar protagonismo y a formarse las marismas en el milenio III a.C.
Al mismo tiempo estos mapas nos dejan claro que la desembocadura del río Guadalquivir al Golfo Tartésico siempre ha sido por el estrecho de Coria desde el Lago Ligustino, que no está incluido en ellos. Y, por tanto, abre aún más la posibilidad de que la capital de Tartessos estuviera en esa zona, como parecen indicar los textos antiguos como la Ora Marítima de Avieno, y descartar algo más que se situara más abajo, en las inestables tierras de las marismas y cercanas al océano Atlántico. Solo hay que repasar la situación de las principales poblaciones actuales herederas de las antiguas y de los templos y santuarios antiguos para darse cuenta que todos se sitúan en la costa de aquel Golfo Tartésico que luego se hizo marisma, es decir, estaban en tierra firme y estable desde el principio de esta civilización tartesia, allá por la época megalítica hace como poco seis milenios.
¿Por qué no se ha encontrado aún la ciudad de Tartessos si posiblemente estuvo junto a Coria y Puebla? Quizás, como en la teoría antes expuesta de Francisco José Barragán y Antonio Alfaro, porque si estaba en unas islas entre el empequeñecido Lago Ligustino y las marismas cada vez más extensas, esas islas en realidad no serían estables pues eran fruto de la sedimentación, y entonces un posible desastre natural pudo modificar gravemente estas tierras incluyendo la inundación y destrucción de la ciudad.
Y esto es posible pues se sabe que a finales del siglo VI a.C. hubo un tsunami en la costa atlántica que tuvo que afectar a las todavía relativamente abiertas marismas de la desembocadura del río, y si además coincidió con marea alta las consecuencias fueron mayores. Hacia finales de ese siglo, casualmente, empezó a no saberse nada de Tartessos, que cayó bajo el dominio de los cartagineses. Se suele aceptar que ese dominio fue a causa de la victoria púnica en la batalla marítima de Alalia, en Córcega, hacia el 537 a.C., en donde, aliados con los etruscos, derrotaron a los griegos focenses, lo que les abrió el dominio de todo el Mediterráneo occidental y, por tanto, de la preciada y ansiada joya tartesia, la cual mantuvieron desde entonces en exclusiva y cerrada al resto del mundo. Pero quizás no fue solo una derrota militar lo que provocó el inicio del control cartaginés, posiblemente lo que dejó abierta esta tierra al dominio púnico fue el desastre natural que afectó a su capital y a otras partes de su rica civilización. Es una posibilidad que futuras investigaciones arqueológica y geológicas tendrán que dar validez, aunque algún estudio de la Universidad de Sevilla ha concluido que aquel tsunami no afectó mucho al interior de las marismas pues estas ya eran suficientemente grandes como para frenar en buena parte su fuerza destructora; pero sí afectó más a zonas como la Bahía de Cádiz y la Ría de Huelva, cuestión que utilizan a su favor los que piensan que la ciudad de Tartessos estuvo en alguno de esos dos lugares y que fue posiblemente destruída por la ola gigante. A pesar de todo quizás sigan estando sus restos en el entorno de Coria, a lo mejor no cubierta bajo metros de sedimentos del río sino en la tierra firme del estrecho, destruida por otras circunstancias, entre ellas posiblemente por el enfrentamiento con los cartagineses u otras calamidades históricas posteriores. Estrabón en su Geografía cita cuatro ciudades destacadas de la Turdetania: Córduba, Gades, Híspalis y Betis, estando esta última todavía ilocalizada. Esta ciudad del mismo nombre que el río era destacada por Estrabón, además de por su mercado que se deduce antiguo, por su renombre y haberse instalado en ella como colonos los soldados de César Augusto. Se dice que podría ser Itálica (que luego nombra Estrabón como otra ciudad) o Triana, pero sin prueba ninguna; quizás fuera Tartessos, de igual nombre que el río que lo abrazaba, que los romanos llamaron Betis y que permanece perdida en este caso desde época romana.
Lo dicho, nuevas investigaciones y hallazgos tendrán que aportar más datos sobre la ubicación de Tartessos, pero lo que está claro es que en época del Tartessos oficial, es decir, el de la primera mitad del primer milenio a.C., el Golfo Tartésico ya era en buena parte marismas aunque con los cauces del río mucho más amplios, y el Lago Ligustino seguía existiendo desde Coria hacia arriba pero reducido.