sábado, 9 de octubre de 2010

EL SANTO REINO DE JAÉN

De la Edad Media viene la denominación para las tierras de Jaén de Santo Reino, del cual su capital es la ciudad de Jaén, un apelativo extraño que no tiene, a pesar de su popularidad, una explicación definitiva. Es extraño no por lo de reino, que bien pudo empezar a aplicarse desde principios del siglo XI en la época de los enfrentamientos por el Califato de Córdoba entre Alí ben Hamud (el rey Alí) y Abderramán IV, en los que Jaén tuvo un papel destacado a favor del último, o desde mediados del siglo XIII con la conquista de Fernando III, pues era el título que tomaban las grandes divisiones administrativas que se iban organizando en el seno de Castilla; es extraño por lo de santo, habiendo varias teorías al respecto. Una de ellas es que tomó este título de Fernando III el Santo, pues este rey, elevado a los altares, arrebató a los musulmanes Iahen – Jaén, devolviéndola a la cristiandad, pero no convence esta explicación pues también este destacado rey conquistó ciudades y territorios tan importantes como Córdoba y Sevilla, y ninguno de ellos recibió tal honor.


Fernando III el Santo y el Santo Rostro centran la fachada principal de la Catedral de Jaén.

Otra teoría es que se debe a que la Catedral de Jaén acoge la reliquia del Santo Rostro, guardada en la Capilla Mayor, muy venerada por la Iglesia y el pueblo, objeto de peregrinación en el pasado, siendo el principal símbolo religioso de la ciudad y la provincia hasta el punto de que centra el escudo provincial. Este objeto sagrado está rodeado de leyendas por su presunto origen y presencia en Jaén. Se dice que es uno de los tres dobleces del paño en los que se imprimió la imagen de la cara de Cristo cuando su dueña, Santa Verónica, quiso secarle el sudor y la sangre camino del Calvario; pero seguramente se trata de una pintura medieval al estilo de los iconos bizantinos, copia del siglo XIV de una supuesta original Santa Faz guardada en Roma llamada también Verónica, nombre que parece ser que proviene de vero icono, verdadera imagen, y no de ninguna santa llamada así. Su presencia en Jaén dataría de la época de Fernando III o más bien del siglo XIV, cuando las copias de esta reliquia romana se popularizaron gracias al permiso del Papa Bonifacio VIII; en una versión oficial pero legendaria habría sido devuelto el Santo Rostro por Fernando III a esta su diócesis legítima, pues lo había traído San Eufrasio en el siglo I y después, con la invasión musulmana, guardado en Asturias y venerado por Alfonso VI, que consiguió muchas victorias gracias a él, pasando en herencia hasta Fernando III; en otra versión fue devuelto a su diócesis por el obispo Nicolás de Biedma (1368-1378 y 1381-1383), pues el rey santo lo había dejado en Sevilla tras encontrarlo en Jaén en unas catacumbas del barranco de los Escuderos, muy cerca de la Catedral, donde había permanecido oculto desde la conquista árabe. Pero sobre su presencia en Jaén la leyenda tradicional dice otra cosa: según la versión, el primer obispo de Jaén, San Eufrasio, o el obispo Nicolás de Biedma tenía tres diablillos metidos en una vasija de cristal y una noche los oyó hablar de que el Papa estaba a punto de cometer un gran pecado; el obispo, para intentar evitarlo, preguntó a los diablillos que cuál de ellos podría llevarle a Roma en menos tiempo y uno de ellos le propuso que lo llevaría por los aires en un momento si a partir de entonces le daba cada noche las sobras de su cena, a lo que el obispo accedió, con lo que a lomos del diablo voló hasta el Vaticano en breve tiempo; una vez allí previno al Papa de su caída en el pecado, que posiblemente consistía en la lujuría pues estaba siendo seducido por una bella mujer que resultó ser un demonio, y entonces, remediado el problema, el Papa, muy agradecido, le regaló el Santo Rostro; volvió a Jaén con la preciada reliquia de nuevo a lomos del diablillo y luego el obispo empezó a cumplir su promesa de darle las sobras de sus cenas, que a partir de entonces decidió que consistirían en comer nueces, con lo que el diablillo sólo obtenía las cáscaras. Una curiosa leyenda que avisa de que el original Santo Rostro o Verónica estaba en Roma y que seguramente fue traída una copia por el obispo Nicolás de Biedma en el siglo XIV, la época en la que surgió ese mercado religioso, pero con un cariz tan mágico que Nicolás de Biedma se nos presenta más bien como un brujo que es capaz de dominar a unos diablillos para que actúen a su servicio, los cuales también podrían haberse llamado duendes, espíritus o genios (los jinas musulmanes), tomando por tanto este personaje un aire salomónico, pues a Salomón también se le atribuye el haber tenido espíritus o genios encerrados en un recipiente trabajando a su servicio, de tal forma que le instruyeron en la Cábala, es decir, en el Conocimiento, una leyenda esotérica que hasta el mismo Corán recoge. De nuevo Salomón aparece en Jaén, esta vez relacionado con un obispo que parece indentificarse con él, pues trajo de Roma un objeto sagrado, el Santo Rostro, como lo habría hecho el mismo Salomón y, además, haciendo un recorrido similar al que hizo presuntamente la Mesa de Salomón desde Roma, donde estaba tras el expolio del Templo de Jerusalén, hasta Jaén traída por los visigodos o más tarde por los árabes a principios de la Edad Media. ¿Es el Santo Rostro o Verónica un símbolo de la Mesa de Salomón y de su presencia en Jaén? ¿Se podría comparar al Santo Rostro, impresión, copia o reflejo de la divina cara de Jesús, con la Mesa o Espejo de Salomón, en la que, según una teoría muy posible, se refleja la geometría y/o la geografía sagradas de origen divino?
A esta faceta enigmática del Santo Rostro habría que sumarle la leve sospecha de que originalmente se trataba de una cara femenina a la que se le pintó por encima retocando lo necesario para que resultara ser la de Jesús, en una época ya ciertamente tardía como la del obispo Sancho Dávila (1600-1615), que además de hacer esto consiguió que la denominación de Santo Rostro o Santa Faz se empezara a imponer sobre la de Verónica y que su origen y presencia en Jaén se considerara cristiano con las leyendas oficiales que al principio expuse; y todo porque presuntamente este obispo decidió acabar con el disimulado culto a la Diosa Madre que significaba realmente el rostro femenino que estaba pintado, en lo que se podría considerar una representación de la Sabiduría, algo que se refuerza si se tiene en cuenta que antes la reliquia solo se mostraba a los devotos el 15 de agosto, el día de la Asunción de la Virgen, advocación de la Catedral y uno de los días más señalados de los dedicados a la Diosa Madre, hasta que se hizo solo los Viernes Santo para luego todos los viernes.


El “mágico” obispo Nicolás de Biedma, siempre relacionado con el Santo Rostro.

Que Jaén posea un Santo Rostro de Jesús que constituye un símbolo religioso con el que se identifica no solo a la capital sino a toda la provincia, una Verónica de unas características de las que solo hay otras dos en España pero siendo esta de Jaén la más famosa desde siempre, hace que sea algo especial y casi único que pueda explicar satisfactoriamente lo de la denominación para Jaén de Santo Reino, pero también habría que tener en cuenta el sentido mágico y esotérico que parece poseer esta reliquia legendaria, que de esta forma estaría relacionada con la tercera de las teorías sobre el porqué de la consideración de santa para esta tierra. Esta última teoría la propone Manuel Fernández Espinosa basándose en la tradición que proporciona el mago decimonónico Eliphas Levi en su libro “Dogma y ritual de la alta magia”, en el que revela que los antiguos llamaban a la magia “Regnum Dei” o “Sanctum Regnum”, o sea, Reino de Dios o Santo Reino, justamente la denominación que a las tierras de Jaén se les da, con lo que serían consideradas de esta manera como mágicas y sagradas.

La Inmaculada escoltada por el rey Salomón y el profeta Ezequiel en la portada norte de la Catedral de Jaén.

Por tanto, el Santo Reino de Jaén sería especial como lo es Tierra Santa con Jerusalén como centro… ¿Es casualidad que ambos territorios sean considerados santos, uno con Jerusalén como sede del Templo de Salomón y, por tanto, de la Sabiduría, y el otro con Jaén como el lugar donde esa Sabiduría salomónica pudo tener acogida y protección? ¿Es o fue Jaén una secreta segunda Jerusalén? Recordemos que la ciudad de Jaén contó con una de las comunidades judías más numerosas e importantes de España, cuyo hijo más ilustre fue el insigne Hasday ibn Shaprut, el más destacado diplomático y sabio de la corte califal cordobesa en el siglo X, que tuvo hasta tratamiento de príncipe y que inició y promovió la época más floreciente para los sefarditas.

(Extraido del capítulo 12 del libro "El Dragón de Jaén")

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