jueves, 16 de junio de 2011

CHARTRES Y LA REACTIVACIÓN DE LOS LUGARES SAGRADOS. 3/3

Del 21 al 24 de junio muchos de nosotros ayudaremos a reconectar la Tierra con el Cielo, activando las antiguas Puertas o Conexiones, que se cerraron en tiempos remotos, para equilibrar la baja energía vibracional de nuestro planeta con las intensas energías que están llegando del Cosmos y que se canalicen adecuadamente, ayudando a que el parto de la Tierra sea lo más liviano posible y a la elevación de la conciencia individual y colectiva, contribuyendo a crear la masa crítica necesaria para dar el Salto que un futuro prometedor nos ofrece.
Para ello, personas procedentes de muchos lugares acudiremos a la catedral de Chartres para activar esa poderosa máquina energética que es su laberinto el viernes 24, que es el día de la semana que se abre al público y además coincide con san Juan. Lo haremos tras comenzar la reconexión el 21, día del solsticio de verano, y en los días siguientes reactivar las conexiones telúricas y el poderoso circuito de dólmenes que rodean a este lugar y que están orientados hacia determinadas estrellas.


Catedral de Chartres.



Chartres es el lugar más sagrado de Francia desde tiempos remotos, el gran santuario galo de la Madre Tierra y el oráculo solar druídico. Esta prodigiosa catedral fue conscientemente construída sobre el cerro de Carnutis, la Is (o lugar sagrado) de los Carnutos, nombre que significa los Guardianes de la Piedra. Porque en él estaba emplazada la Piedra Sagrada de la diosa Belisana, el dolmen que hoy yace oculto bajo la excepcional catedral, pisando (controlando) la cabeza de la gran Serpiente Telúrica (Wouivre) de la Europa occidental y mediterránea, como hoy hace una de las dos Vírgenes que rigen la catedral.
Hasta allí viajaron desde tiempos remotos las gentes de las Galias en busca de curación. Y allí acudiremos a revitalizar la Serpiente Telúrica con ayuda de las fuerzas celestes, a poner en marcha ese maravilloso instrumento musical-vibratorio que es la más prodigiosa de las catedrales góticas.
El hecho de que dos puntos de cita fundamentales sean Chartres y Compostela es porque están construídas sobre poderosos lugares megalíticos que, como todos los otros donde se alzan estas piedras, actúan como agujas de acupuntura para la Tierra, y porque, si Chartres es la cabeza de la Serpiente telúrica y fue oráculo solar de los druidas, Compostela es la cola de esa gran Serpiente y fue oráculo lunar druídico, siendo así respectivamente el principio y el final de la magnífica corriente energética del occidente europeo que originó el Camino de Santiago.
Chartres encabeza los lugares sagrados del norte de Francia, cuyas principales catedrales, como son las de París, Amiens o Ruán, están dedicadas, como la de Chartres, a Notre-Dame, Nuestra Señora, la Diosa Madre que con el cristianismo se sincretizó en la Virgen María.
Compostela es el lugar central de una serie de sitios que se dirigen hacia el Atlántico, hacia el fin de la tierra, como Finisterre, Muxía, Noia o Padrón, en los cuales el culto a Santiago y a Nuestra Señora la Virgen María siempre está presente.


Catedral de Santiago de Compostela.



Finisterre, el final ancestral del Camino de Santiago.



A todos los que lean estas líneas y se sientan más que interesados, llamados por esta gran ocasión, les animo a que participen, a que ayuden en esta conexión sagrada cosmo-telúrica que nos acercará al padre Sol y a la madre Tierra. No es cuestión de supersticiones ni mal entendidas magias, es cuestión de energías, de vibración y frecuencias, todo en la Creación es energía manifestada de diversas formas, y sus ciclos están presentes en lo más grande y lo más pequeño, y en ellos hay bajadas y subidas del nivel vibratorio… ahora estamos en un ascenso… Y por encima, la mente, que modula, que crea… todo es mental… Los que sepan, aunque básicamente, de hermetismo, la sagrada ciencia de Hermes - Thot, lo comprenderán…
Para los que quieran participar transcribo las palabras de Enrique de Vicente de cómo hacerlo. Cuantos no puedan acudir a Chartres podrán participar activamente a partir del 21 de junio, pero especialmente el 24, en torno a todos los lugares megalíticos, pero también en cualquier otro lugar o casa donde se reúnan en torno a un cuarzo, la piedra que mejor conduce las energías telúricas. También en las catedrales o lugares donde, con certeza, haya habido megalitos, con tal de que el terreno no haya sido taponado con cemento. Eso es lo que lamentablemente hicieron en la catedral de Compostela con motivo de reducir las humedades que producían las corrientes de aguas subterráneas que ayudaban a hacer fluir la energía, pero, como la catedral se sitúa sobre uno de los puntos claves de la gran Serpiente telúrica, quienes quieran pueden hacerlo allí o en los lugares megalíticos y geoglíficos que van de allí hasta Finisterre, aunque no tenemos la certeza de que la activación de Chartres sea capaz de “destaponar” aquel antiguo lugar sagrado.


Dolmen de Menga, Antequera (Málaga)



Nunca debería hacerse cerca de un volcán, por muy inactivo que esté, ni en las costas o playas, debido a la poderosa naturaleza eléctrica de las fuerzas que intentaremos movilizar.
¿Por qué especialmente el 24 de junio? Porque estaremos en la catedral de Chartres ese día, viernes, que es cuando dejan recorrer su laberinto, entre las 10 y 19 h. Coincide además que es el día de san Juan Bautista.
¿Cómo?
De pie, imaginándonos que somos como un tubo o como una aguja de acupuntura que se introduce en la Tierra y la conecta con el Cielo (o quien lo visualice mejor, como un árbol cuya punta toca el Cielo y que hunde sus raices en la Tierra).
Visualizamos que hay una energía luminosa que baja del Cielo, que entra por nuestras cabezas, y que despierta las redes telúricas, las venas por la que discurre la sangre de la Tierra.
Esa energía siempre desciende a la Tierra, que es la que necesita ser activada y equilibrada. Nunca la hacemos ascender hacia arriba, pues conseguiríamos el efecto contrario al deseado.
Nosotros somos los transmisores, los canales que conectamos la Tierra con el Cielo, los interruptores que conectamos la corriente eléctrica, para que fluya por las venas telúricas. Porque los seres humanos tenemos esa capacidad. Investigadores como el Dr. Havelock Fidler han demostrado que los megalitos están cargados (o no) con una energía de origen humano, que es transferible de unas piedras a otras.
Quienes estemos en una catedral o lugar megalítico o petroglífico podemos irnos desplazando y “poner agujas”, una y otra vez, en torno a los mismos, como si activáramos diferentes puntos de los meridianos de acupuntura terrestres.
Quienes estén en otros lugares podrían poner cuarzos en el centro y hacer el trabajo en torno a ellos. Luego, pueden coger cada uno un cuarzo con sus manos, visualizando el Laberinto de Chartres, hermanándose con todos los que estaremos allí, trabajando para poner en marcha esa poderosa maquinaria creada por las hermandades de constructores en el lugar perfecto. Ahora es el Momento.
Lo más importante es que cada uno de los seres humanos que participemos, en cualquier lugar, sintamos que estamos conectados con la Cadena de Luz. Que hagamos todo con amor, con alegría, con risa.
Es como un nuevo nacimiento de las redes telúricas, de las venas de la Tierra. Como si estas fuesen recorridas por una nueva sangre, por una nueva electricidad, impregnadas por el símbolo del amor y la alegría, insertando estos sentimientos en ese nuevo despertar de las venas de la Tierra. Como si nuestro planeta fuera un ser vivo y su sangre recibiera una nueva información de amor y alegría.
Porque, como sostienen tantas Tradiciones, la Tierra ahora va a darse a luz a sí misma, como si fuese una partenogénesis. Como también lo hará el Sol, dando nacimiento al Sexto Sol que anuncian las Tradiciones mesoamericanas.
Por eso es tan importante ahora el despertar de la Luz en la Luz. En cierta manera, la mujer ha de hacer el mismo proceso que la Tierra, y el hombre el mismo proceso que el Sol, para nacer a un nuevo mundo en el cual el uno no dependa del otro, sino que formen un Nuevo Ser entre los dos.


El laberinto de la catedral de Chartres.

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