jueves, 8 de diciembre de 2011

SANTA MARTA

Santa Marta es conocida por ser patrona de las amas de casa, sirvientas, cocineras, hoteleros, lavanderas y, en general, del hogar y la hostelería. Esto viene por su papel narrado en los Evangelios, donde se la muestra como una mujer ama de su casa, atenta y acogedora.
Marta era hermana de María y de Lázaro. María muy posiblemente era la Magdalena y Lázaro el que fue resucitado por Jesús tras llevar cuatro días muerto. Los tres hermanos parece ser que vivían al principio en Galilea y luego en una aldea llamada Betania, que dista de Jerusalén unos siete kilómetros. Era una ruta que frecuentaba Jesús, y como eran amigos, se detenía allí para saludarlos y comer juntos. "Jesús ama a Marta, y su hermana María, y Lázaro" (Juan 11, 5).
Marta aparece tres veces en el Evangelio (Lucas y Juan): en el banquete de Betania; cuando resucitó a su hermano Lázaro y en la comida que le ofreció a Jesús poco antes de la Pascua.
En ambas comidas, es ella quien se ocupa de cocinar, de servir y de otras muchas cosas. Llegó incluso a quejarse a Jesús de que su hermana María no le ayudase en las tareas de casa. La respuesta de Jesús fue contundente y amable: "Marta, Marta, pocas cosas son necesarias... Tu hermana ha elegido la mejor parte". Se quedó helada ante esta respuesta. Más tarde la pensó y se dio cuenta de que era verdad. Su hermana María acogió a Jesús en casa como ella pero estuvo a su lado todo el tiempo, le dio conversación, se preocupó de su vida apostólica y de lo que le aguardaba en el futuro. María Magdalena desde un principio quiso aprender del Maestro por encima de todo, Marta más bien servirle.

Pero eso no quiere decir que no creyera en Él, como deja claro este pasaje cuando Marta encontró a Jesús cuando iba a resucitar a Lázaro: "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo." (Juan 11, 25-27).


Cristo en la casa de Marta y María. Johannes Vermeer.



Según la tradición de la Iglesia Ortodoxa oriental, Marta estuvo junto a María Magdalena en la muerte de Jesús y tras la resurrección de este, como fieles seguidoras y discípulas del Maestro. Luego tuvieron que huir junto a su hermano Lázaro a Chipre, donde murieron los tres.

Pero según la tradición occidental, Marta, María y Lázaro, junto a Maximino, fueron embarcados por los judíos en una nave sin timón y sin viandas esperando que murieran, pero, guiándolos Dios, llegaron al sur de la actual Francia; unos dicen que desembarcaron en Saintes-Maries-de-la-Mer y otros en Marsella. La cuestión es que llegaron a la Provenza y se dedicaron a predicar.
Cuenta la leyenda que en aquel tiempo había en el río Ródano, entre Arlés y Aviñón, un fuerte dragón que era mitad bestia mitad pez, que se escondía en el río matando personas y hundiendo embarcaciones. Vino por el mar de Galicia y de Asia. Lo engendró Leviatán, que es serpiente que se cría en el agua muy cruel, y otra bestia fiera que se cría en tierra de Galicia, que echa su estiércol contra los encantadores como dardo y quema lo que halla con su fuego. Este dragón del Ródano era llamado Tarasca. Santa Marta, que estaba por allí, le rogó el pueblo, por la santidad que le veían, que fuese a él. Lo halló en el monte comiéndose a un hombre y entonces le echó agua bendita y le mostró una cruz, y lo aprisionó la gracia de Dios, manso como una oveja. Cuando santa Marta se dio cuenta de esto, se llegó a él y le echó una cinta al cuello, y teniéndole preso los del pueblo lo mataron a lanzadas y pedradas. La gente de la tierra, por el nombre del dragón, que era Tarasca o Tarascón, llamaron ese lugar con el mismo nombre.



Santa Marta y la Tarasca amansada, dragón que aparece en el escudo de la localidad de Tarascón.



Santa Marta, por mandamiento de san Maximino y su hermana la Magdalena, se afincó en este lugar, predicando y convirtiendo a la gente. Fundó un gran convento de monjas e hizo una gran iglesia, en honor de santa María Virgen, que por amor de Dios vivieron una vida muy áspera, pues no comían al día más de una vez, y no comían carne ni huevos ni queso ni bebían vino. Cien veces al día y otras tantas por la noche hacían oración.


Los caballeros de la Tarasca, en Tarascón.



El Ródano a su paso por Tarascón, lugar donde santa Marta amansó al dragón Tarasca. Al fondo, la torre de la iglesia de Santa Marta.


Una vez, que estaba santa Marta en Aviñón predicando al pueblo entre la ciudad y el Ródano, un muchacho que estaba en la otra orilla del río, deseando oirla, quiso cruzarlo pero no había ninguna barca y entonces lo intentó nadando, pero la fuerza de la corriente se lo llevó y se ahogó. Al cabo de dos días hallaron el cuerpo y los parientes se lo pusieron a los pies de la santa, con saña, diciéndole que lo resucitase. Y ella, echándose en tierra en forma de cruz, rogó a Dios, diciendo así: “Señor Jesucristo, resucitaste a mi hermano, que Tú mucho amabas, hace ya tiempo, y fuiste mi huésped, que yo mucho amé. Señor, ten piedad de mí, que soy pecadora, y estoy en esta cuita. Señor, afirma la fe de estas gentes que aquí están esperándote, y resucita a este muchacho para que todos conozcan tu poder”. Y tomándole por la mano se levantó vivo y sano, bautizándole ante el pueblo.



Exterior e interior de la iglesia de Santa Marta en Tarascón.



A santa Marta el Señor le dijo el día de su muerte un año antes, y todo ese año estuvo enferma. Ocho días antes de que muriese oyó cantar a los ángeles, que llevaban el alma de su hermana la Magdalena para el cielo. Luego, santa Marta, sabiendo que su muerte estaba cercana, amonestó a todos sus acompañantes para que velasen cerca de ella con las candelas encendidas. Y el día antes de su muerte, a medianoche, durmiendo los que la cuidaban, vino un gran viento y apagó las velas. Ella, viendo la compañía de los diablos, empezó a rogar a Dios. Y vino su hermana la Magdalena y encendió los cirios, y se apareció Jesucristo y le dijo: “Marta, mi amiga y mi huésped, vente para mí y estarás siempre donde Yo estoy. Tú me recibiste en tu posada, y Yo te recibiré en el cielo, y oiré por tu amor a cuantos te rueguen para que les seas de ayuda”.
Llegando ya el momento en que debía de morir, hizo que la sacaran fuera para poder ver el cielo y ordenó que la pusieran sobre la ceniza y que tuviesen la señal de la cruz ante ella. Y rogó a Dios diciendo: “Mi huésped muy amado, guarda esta tu pobrecilla, y así como Tú quisiste visitarme en mi posada, así me recibas en el cielo y me des posada en tu reino”. Después mandó que le leyesen la Pasión de Jesucristo según san Lucas, y mientras el clérigo leía ella dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, y salió el alma del cuerpo.

La muerte de santa Marta pudo ocurrir alrededor del año 84 y parece ser que se enterró en Tarascón. Continua la tradición contando que haciendo Dios después muchos milagros al sepulcro de santa Marta, Eldovio, rey de Francia, se hizo cristiano. Teniendo mucho dolor en la espalda, fue al sepulcro de la santa y sanó, con lo que hizo importantes donaciones a ese lugar de dinero y tierras.
Marcela, la que fue criada de santa Marta, hizo escribir toda su vida. Después se fue a Eslavonia (región de Croacia), y predicando allí la fe de Jesucristo, al cabo de diez años de que santa Marta muriera, murió ella.


Tumba de santa Marta en la iglesia de Santa Marta de Tarascón.

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