miércoles, 15 de junio de 2011

CHARTRES Y LA REACTIVACIÓN DE LOS LUGARES SAGRADOS. 1/3

Se acerca el solsticio de verano y su consiguiente día de san Juan Bautista, días de máxima energía solar y que, por tanto, son fechas muy señaladas tradicionalmente, pero en este año van a ser todavía más especiales. Así lo consideran los iniciados en el conocimiento sagrado, ancestral y perenne… Estamos en el año en el que los lugares de poder tienen que resurgir; los dólmenes, menhires, cromlechs, pirámides, ciertas catedrales y otros templos tienen que volver a tener el nivel de energía cosmotelúrica por la que fueron diseñados y construidos formando una red mundial para el bien de la humanidad. Por tanto, estamos en una época clave para la humanidad, y esta debe implicarse…
Lo que quiero contar y expresar lo podría haber empezado de otras maneras, pero una circunstancia destacada me hace inclinarme por esta en particular, la de la “casualidad” de tener en mis manos un libro, “Curiosità e misteri di Torino”, de Renzo Rossotti, del que extraje un interesante texto sobre el “ángel de la estrella” que une Chartres, Santiago de Compostela y Turín, y que incluye una poco conocida profecía sobre el fin de los tiempos:

Un ángel vuela en el corazón de Europa. En el pelo tiene una estrella brillante, en una de las alas Amiens, Ruán, Chartres y París, casi toca con el brazo Lyon. Su mano izquierda indica Turín, con la derecha Santiago de Compostela. Él es un ángel representado en un grabado de finales del siglo XVII, descubierto por casualidad en la cubierta de un viejo almanaque almacenado en un restaurante de Chartres.
Se podría interpretar como una especie de guía celeste para los peregrinos, atraídos por la catedral, que en multitud rezan para trasladarse a lo largo de las rutas conocidas para completar el viaje a Santiago de Compostela.



Suspendido en el cielo europeo, el ángel estrellado fue utilizado para identificar las etapas de la Vía Láctea creada por la religión, una especie de cometa mágica. Por encima, en el fondo del grabado se pueden ver las Islas Británicas, el Canal de la Mancha y bien claro Londres. Turín con Lyon y Londres a menudo se consideran como "mágicas" junto a Praga, sin embargo, esta no se ve pues está fuera del espacio que rodea al ángel.
Turín parece lejos de las rutas de las catedrales, sólo apoyan su inclusión en el mapa misteriosos designios. Hay personas que piensan que el grabado original pudo haber sido hecho después de que la Sábana Santa fue llevada de Chambery a Turín, guardándola en la catedral de San Giovanni. Más imaginativa interpretación es que Turín, con Chartres y Santiago de Compostela, sería uno de los vértices del gran triángulo del ángel que sintetiza una fuerza "mágica".
El mensajero alado parece en sintonía con el dragón, también de origen antiguo, idéntico al que en Londres marca la frontera con la City y los dos dragones que sostienen el emblema de la capital británica. En un grabado se representa con un ala que llega a Praga, las garras plantadas en Lyon y Turín, y Londres en el pico de la boca.



Praga vibra misterio kafkiano grabado en piedra, que repite a quien le pregunta la locura del Golem, y Fausto sigue persiguiendo el misterio último de la Cábala; es la punta de las alas del dragón. Lyon, entre el Ródano y el Saona, parece contener bajo la apariencia de su guiñol las cenizas de la romana Lugdunum desaparecida por Séneca. Lyon es como el comienzo de un túnel lleno de sorpresas y de incertidumbre en su punto de llegada. Londres, en la majestuosidad de las torres de Wren, fue la sacralidad de su rey, y emana de Westminster un encanto que apareció antes de Merlín y continuó hasta bien después de Shakespeare.
Turín es el único sitio que está en el mapa con el ángel y está con el dragón en este lado de los Alpes. Aquí, al pasado romano y la historia medieval, inagotable río, se añade la leyenda de Faetón, hijo de Helios, que es el Sol, que guiaba el carro de fuego de su padre. Acercándose demasiado a la tierra, Zeus, por temor a que la incendiase, lo golpeó con un rayo. Faetón, herido, cayó en el río Eridano, es decir, el Po, cerca de Turín. En la Metamorfosis de Ovidio se nos da una explicación naturalista de esa leyenda, con el Sol, el calor abrasador del verano, las tormentas y la lluvia sin la cual se quemarían los cultivos y los árboles.
Aceptando, aunque sea como hipótesis, el concepto de lo mágico, queda la duda si es aplicable a algo concreto y amplio en gran medida como una ciudad. Para Sir James Frazer, la magia puede cofigurarse como etapa necesaria en el camino a la religión. Por lo tanto, incluso para una ciudad, su valor "mágico", su, si podemos llamarlo así, "peso arcano", sería algo intangible vinculado a una creencia antiquísima, incluso a una inicial alquimia remota de la cual no queda más que un pálido recuerdo.
Pero el ángel que vuela sobre Europa está acompañado de un comentario que no puede dejar de intrigarnos. Dice:

Cuando desde Turín
el ángel llamará Le Penseur,
en Notre-Dame aullido de quimeras
y se despertará el ángel de Chartres,
que romperá el reloj
significando que el tiempo ha terminado.
El asno hará sonar la zanfonía.
En Amiens brillará la cabeza
del Bautista y el ángel no llorará más.
En Ruán volverá a latir
el corazón de Ricardo
y la armonía de las campanas
anunciará al Salvador.

Una profecía que parece anunciar el fin del mundo después de una señal dada en Turín por un ángel difícil de identificar, oculto en cualquier iglesia turinesa, en una pintura o, más probablemente, tallado, pero desde luego no hay evidencia. El ángel llamará Le Penseur, es decir, "El Pensador", una de las más célebres entre las muchas quimeras que en París adornan las torres de Notre-Dame.



La quimera "el Pensador", de la catedral de Notre-Dame de París.


Las quimeras gritando y en la catedral de Chartres el ángel que sostiene un reloj, en realidad un reloj de sol, lo romperá. El asno músico, otro monumento de la iglesia, hará sonar la zanfonía. En ese momento, en Amiens el cráneo de Juan Bautista brillará y el ángel que llora, una conocida escultura conservada en el templo, dejará de hacerlo.


El ángel llorando, de la catedral de Amiens.


Bajo la bóveda de la catedral de Ruán, dentro de la custodia de piedra, de nuevo latirá el corazón de Ricardo, rey de Inglaterra. Entonces las campanas sonarán para decirle al mundo que el Salvador está volviendo. Una profecía insólita y, pensamos, poco conocida. Se conecta Turín a las otras ciudades sobrevoladas por el ángel y, sobre todo, la une a las tres catedrales que hemos dicho, Chartres, Amiens y Ruán.

Este es el texto del libro de Renzo Rossotti que describe el grabado del “ángel de la estrella” y su enigmática profecía. Para este autor italiano parece que no es más que otra de las curiosidades históricas que recopila en sus obras pero para otros es mucho más. Enrique de Vicente (periodista y escritor, director de la revista Año/Cero), cuando leyó este texto, enseguida pensó que es una prueba más, entre otras muchas, de una antigua tradición que vincula a Chartres y otros lugares con "el fin de los tiempos" y el Apocalipsis bíblico, teniendo en cuenta que nadie debería confundir estos términos con el fin del mundo ni identificarlos con algo a lo que debamos tener miedo; por el contrario, Apocalipsis es una palabra griega que significa Revelación. Siguiendo con los comentarios que Enrique de Vicente hizo al respecto, recuerda que ese libro simbólico que cierra la Biblia termina en su capítulo 21 con el maravilloso descenso a la Tierra de la “Jerusalén Celestial”, precedido por las palabras “vi un cielo nuevo y una nueva tierra”. Su capítulo 22 y último, que se refiere a la venida del espíritu crístico, se inicia con la visión de “un río limpio de Agua de Vida”, junto al cual está “el Árbol de la Vida” que otorga la inmortalidad y cuyos frutos se denegó comer a Adán y Eva, suponiendo su expulsión del Paraíso; y añade el Apocalipsis: “y no habrá más maldición... no habrá allí más noche... porque el Señor los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos”.
Es cierto, el Apocalipsis, al contrario de la opinión general, es un libro de esperanza, pues es la promesa de un nuevo y mejor mundo, para cuyo inicio da una serie de señales o avisos que se producirán al final del viejo mundo. Da las claves que significan que el tiempo ha terminado, como dice el texto que acompaña la imagen del ángel de la estrella; es el tiempo, y nuestra vivencia del mismo como prisión mortal, el que se anuncia va a terminar y no el mundo, sino este mundo que dejará paso a uno nuevo.
Enrique de Vicente considera que el momento en el que todo esto comenzará es el nuestro. Se basa en sus muchos años de estudios sobre las profecías y los indicios que hay en numerosos antiguos monumentos de todo el planeta y que le corroboraron varios sabios, comenzando por uno que encontró en Chartres mientras realizaba su Camino de Santiago. Así está señalado por los mapas astronómicos y simbólicos encriptados en esta catedral francesa y toda la zona que la rodea, comenzando por ese “ángel que romperá el reloj (solar) significando que el tiempo ha terminado” y ese asno que hará sonar la zanfonía, a los que alude el texto profético.
¿Será el final del Quinto Sol, al que aluden todas las tradiciones proféticas mesoamericanas, y el comienzo de uno nuevo?


Catedral de Chartres.

lunes, 30 de mayo de 2011

LA TEOSOFÍA

El término “teosofía”, es decir, “la sabiduría de Dios”, es bastante anterior al siglo XIX, que es cuando se hizo más conocido por medio de la Sociedad Teosófica. Ya fue utilizado en el siglo III por la secta de los Filaleteos, los “amantes de la verdad”, escuela fundada por Ammonio Saccas, que propugnaba reconciliar en su “sistema teosófico ecléctico” a todas las religiones y sectas existentes en el mundo bajo un sistema de ética común basado en verdades eternas. Como doctrina esotérica, la teosofía se basa en la reflexión, en la iluminación interior y en la experiencia espiritual de los místicos. Por tanto, está dentro de la corriente hermética, es decir, de la búsqueda inicial de Dios dentro de sí mismo y sin intermediarios, por lo que es normal que tuviera importantes seguidores o defensores como Paracelso, Böhme o Swedenborg.
En 1875, con la creación de la Sociedad Teosófica, adquiere un nuevo revulsivo la teosofía, mezclándose con principios de las filosofías orientales. La Sociedad Teosófica fue fundada en Nueva York por Helena P. Blavatsky y Henry S. Olcott. Para ellos la teosofía constituye “un conjunto de verdades que forman la base de todas las religiones, las cuales no pueden ser propiedad exclusiva de nadie. Asímismo, ofrece una filosofía que hace la vida inteligible, y que demuestra que la justicia y el amor guían la evolución. Pone a la muerte en su justo lugar, como un hecho recurrente en una vida sin fin, que abre las puertas de una existencia más plena y más radiante. Restablece en el mundo la ciencia del espíritu, siendo la mente y el cuerpo físico sus servidores. Ilumina las escrituras y doctrinas de las religiones, al desvelar sus significados escondidos, justificándolos así ante las barreras de la inteligencia, ya que siempre están justificados ante los ojos de la intuición”.
Blavatsky, en su obra “La doctrina secreta”, estableció las tres proposiciones fundamentales de la teosofía. La primera es la existencia de un Principio omnipotente, eterno, sin límites e inmutable, sobre el cual toda especulación es posible porque trasciende el poder de la concepción humana. Está fuera del alcance del pensamiento porque es inconcebible e inmutable. El segundo punto es la creencia en la eternidad del Universo como plano sin límites que, periódicamente, se convierte en escenario de universos innumerables que se manifiestan y desaparecen sin cesar. La aparición y desaparición de los mundos es como el flujo y reflujo de las mareas. Por último está la identidad fundamental de todas las almas con el Alma Suprema Universal, siendo esta última un aspecto de la raíz desconocida.
Una de las ideas que propugna la teosofía, y que la Sociedad Teosófica acepta plenamente, es la existencia de un gran plan tras todo el universo manifestado, y la creencia de que cada unidad de este vasto esquema, ya sea pequeña o grande, se encuentra desempeñando una parte de ese Plan grandioso e incognoscible.
Annie Bésant, presidenta de la Sociedad Teosófica tras la muerte de madame Blavatsky, dotó a la asociación de un fuerte acento hinduista, pero manteniendo los elementos ocultistas que había introducido esta última, que ya eran bastante integradores y eclécticos. De esta manera, quedaron aceptados también conceptos como el karma y la reencarnación.
La teosofía está enfocada, como he apuntado, a la evolución del ser humano, y en este sentido la señora Blavatsky pensaba que “en el hombre se está desenvolviendo una facultad perceptiva que le permitirá indagar hechos y verdades que se encuentran más allá de los límites de nuestra percepción ordinaria”. Para continuar en esta línea de evolución, el hombre habrá de trabajar en su propio perfeccionamiento interior, que le llevará a la consecución de la Sabiduría, el único camino hacia lo que ha dado en llamarse la “autorrealización”. De este modo, cuando el individuo llegue a convertirse en su propio instructor, comprenderá que su alma es inmortal y que su futuro es el futuro de algo cuyo crecimiento y esplendor no tienen límites.

jueves, 21 de abril de 2011

EL SÍMBOLO DE LA CRUZ

La cruz es un importante símbolo esotérico presente en buena parte de las culturas desde hace milenios y que, independientemente de que fuera el instrumento de tortura de Jesús, ha sido adoptado en parte por el cristianismo oficial con su valor oculto, sobre todo por la influencia de las corrientes heterodoxas que a lo largo del tiempo han surgido como herederas de antiguos cultos de sabiduría. Su significado sería el del Árbol de la Vida y del Conocimiento. La rama horizontal simboliza lo terrestre, lo pasivo, lo femenino, mientras que la vertical representa lo celeste, lo activo, lo masculino. De ahí derivaría el considerar que también significa los cuatros elementos, la tierra y el agua femeninos, y el aire y el fuego masculinos.




Las diversas escuelas iniciáticas han empleado distintos tipos de cruces, desde la cruz ansada egipcia y la tau antoniana hasta la cruz solar y la esvástica hindú.
La cruz ansada egipcia es la llave de la vida, el ankh, que suelen portar los dioses del antiguo Egipto y que está unido al concepto de vida eterna, muy posiblemente representando también la dualidad femenino-masculino, Isis-Osiris. De esta deriva la cruz de san Antón (san Antonio Abad, el gran eremita cristiano egipcio), que es la cruz con forma de T, la tau, que tanto tiene que ver también con la marca sagrada de la tradición hebrea. La cruz tau fue también utilizada por san Francisco de Asís, convirtiéndose en su símbolo principal y luego de la orden franciscana.



La cruz ansada egipcia y la cruz tau de san Antón.


En estos casos la cruz representa la conjunción de los contrarios: lo positivo (vertical) y lo negativo (horizontal), que también se puede ver como unión de lo superior y lo inferior, del cielo y la tierra, de la vida y la muerte, en definitiva la esencia del Árbol de la Vida.


Pero en su faceta celeste, que emana hacia la tierra las energías vitales, también representa la rueda solar, es decir, los ciclos solares respecto a la Tierra: la cruz solar. Esta cruz tiene los brazos de igual tamaño y normalmente inscritos total o parcialmente en una circunferencia o similar. La cruz celta se enmarca en este tipo al igual que la esvástica hindú, también presente en las culturas neolíticas europeas.


La cruz solar y la cruz celta.


Cada uno de los brazos de esta cruz representan los momentos claves del año solar, los dos equinoccios y los dos solsticios. Si las cuatro secciones de la circunferencia se dividen a su vez con otros cuatro brazos, formando por tanto ocho partes iguales, simbolizaría, aparte de los equinoccios y los solsticios, las fechas intermedias a ellos, de gran valor también para las tradiciones sagradas. De esta cruz solar de ocho brazos podría derivar la cruz pateada o paté, la utilizada, junto a otras, por los templarios, contribuyendo a su gran difusión por toda la cristiandad.




Cruces paté o pateadas.

lunes, 11 de abril de 2011

INTRODUCCIÓN AL SIMBOLISMO DE LA FUENTE Y LA IGLESIA DE LA MAGDALENA DE JAÉN

En el entorno alrededor del nacimiento de aguas de la Magdalena, a los pies del monte de Santa Catalina, es donde se originó la ciudad de Jaén como tal, un lugar que sabemos se considera sagrado en época romana y, por tanto, también lo tuvo que ser para los iberos. En la cueva de la fuente de la Magdalena es donde la leyenda cuenta que el lagarto se cobijaba. El lagarto no es sino el dragón de otras leyendas similares, y así se ha considerado desde siempre. El dragón simboliza las energías telúricas, de la tierra, propias de una cueva y del nacimiento y corrientes de aguas. Del lagarto-dragón se puede decir que protegía ese lugar porque también se considera un guardián del conocimiento y denota que pudiera ser un sitio de iniciación. La cueva con nacimiento de agua es sitio típico de iniciación por ser lugar de recogimiento y energías cercanas a la Madre Tierra. Toda persona, antes y durante el cristianismo, que se inicia en la espiritualidad recibe las aguas purificadoras, es decir, se bautiza con el agua bendita, en un acto que es símbolo del principio de su nueva vida en la búsqueda del conocimiento y la sabiduría que lleva a la vida eterna.


Arco triunfal que da paso al hemiciclo de la fuente del raudal de la Magdalena, a los pies del monte de Santa Catalina.



De esta manera, la fuente y la iglesia no podían llevar otro nombre que el de Santa María Magdalena, ya que, desde un punto de vista heterodoxo del cristianismo fue la gran iniciada en los conocimientos más secretos de Jesús, quizás la discípula más adelantada y que mejor comprendió las enseñanzas del Maestro, y que, además, tantas lágrimas derramó por su muerte, lágrimas que brotaron por sus ojos como las aguas manaban del manantial. Y es que, como la tradición y el Romancero de Jaén recogen con las palabras de Ximénez Patón, Fernando III el Santo, recién conquistada la ciudad en 1246, quedó maravillado ante las cristalinas y puras aguas de la fuente, y oró allí mismo junto a ella y mandó que…


“… aquí sea


a Dios levantado un templo


de planta y fábrica nueva


y tenga la devoción


de María Magdalena


de cuyos ojos brotaron


raudales de penitencia”



Portada de la iglesia de la Magdalena, centrada por la imagen penitente e iniciática de María Magdalena.



Por eso se dedicó a la Magdalena el raudal de aguas y también la antigua mezquita que allí había cuando se hizo iglesia cristiana. Y podemos ver en la portada de la iglesia un relieve, que por desgracia está algo estropeado, en el que se representa a la santa haciendo penitencia en una cueva, la Sainte-Baume en la Provenza francesa, en donde había un nacimiento de agua y en la que también ella tuvo que enfrentarse a un dragón que allí vivía y del que se libró gracias a su fe, siendo socorrida por los ángeles encabezados por san Miguel, el arcángel vencedor del diablo-dragón. Por cierto, en Jaén la iglesia, y barrio, que había justo por debajo de la Magdalena era la de San Miguel...


María Magdalena en la cueva de Sainte-Baume y el arcángel san Miguel. Coro de la catedral de Jaén.